VALLE-INCLÁN Y LA BODA DE ANITA DELGADO
En Anita Delgado, maharaní de Kapurthala (1998), Elisa Vázquez de Gey cuenta que Jagatjit Singh, maharajá de Kapurthala, que estaba en Madrid para la boda de Alfonso XIII, se enamoró de la bailarina Anita Delgado. Antes de irse a París, Jagatjit le propuso matrimonio, pero la familia de la joven temía que solo quisiera sumar una esposa más a las ciento veinte que tenía. Entonces entraron en escena Valle-Inclán, Romero de Torres y el pintor Leandro Oroz, miembros de la tertulia del café Kursaal, donde Anita actuaba. Se hicieron con la carta que esta le había escrito al maharajá –y que comenzaba así: “Mi querido rey, me alegraré que al recibo desta esté usté bien, con la cabal salú que yo pami deseo...”– y decidieron rehacerla. Valle-Inclán dictó un borrador, que todos ayudaron a rematar y traducir al francés y que él mismo firmó como Anita Delgado. Fue aquella encendida y falsificada carta la que llevó al maharajá a prometer a Anita que renunciaría a todas sus esposas. Y hubo boda, el 28 de enero de 1908.
PALACIO REAL DE MYSORE.
Construido entre 1897 y 1912 por encargo del maharajá de Mysore, es obra del arquitecto inglés Henry Irwin. Con sus seiscientas habitaciones (en una de ellas estaba el trono de oro), es una de las residencias reales más grandes del mundo.
Patiala se dice que se presentó en la joyería Boucheron con seis cofres con siete mil diamantes y catorce mil esmeraldas para que le diseñaran con ello exquisitas joyas. De este maharajá recibió Cartier el mayor encargo de su historia. Y, mientras ese dinero que salía de la India salvaba de la bancarrota a más de una marca europea y americana durante la recesión de los años 30, el trabajo de los artesanos indios iba muriendo.
EDUCADOS EN OCCIDENTE
Desde que se convirtieron en vasallos de la reina Victoria, los maharajás aceptaron ciertos cambios en su educación y en sus costumbres más primitivas. Muchos príncipes recibieron una formación al estilo inglés en la propia India, en institutos creados por los británicos para la élite nativa. Garantizar a los hijos de los maharajás una educación de tipo occidental permitía poder controlar su futuro. Algunos fueron educados por preceptores occidentales y otros viajaron a Europa ( Inglaterra, Alemania y Francia, sobre todo). De esta educación híbrida nacieron príncipes abiertos y progresistas que dotaron a sus reinos de escuelas, hospitales y tribunales de justicia, y que siempre velaron por el buen entendimiento entre las distintas comunidades religiosas y étnicas.
Uno de ellos fue Jagatjit Singh, el maharajá de Kapurthala. Criado en el harén rodeado de sirvientas y niñeras y de un lujo inimaginable para cualquier niño europeo, de sus tutores ingleses recibió clases de física y química, mientras que de los indios aprendió posturas del KamaSutra. Adorado por sus súbditos (fue el monarca que más tiempo reinó, 55 años) y respaldado por una inmensa fortuna, siempre creyó que Oriente y Occidente eran complementarios, que se necesitaban el uno al otro, e intentó cerrar el abismo que los separaba, entre otras cosas, casándose con una española.