Muy Historia

EL KOH-I-NOOR

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Desde que falleció Alberto, Victoria siempre vistió de negro –aunque para festejar sus 60 años en el trono accedió a llevar un espectacul­ar sari confeccion­ado en oro– y las joyas fueron los únicos adornos de sus ropajes de duelo. Su joyero contenía piezas de incalculab­le valor, como el Koh-i-Noor (‘Montaña de luz’, en persa), que fue en su momento uno de los diamantes más grandes del mundo. La piedra preciosa, de 108 quilates, pasó por las manos de los sucesivos gobernante­s del sultanato de Delhi, por las del primer emperador mogol, en 1526, y por las de Ranjit Singh, el último maharajá del Punyab, en 1830. Hubo cinco batallas entre el maharajá y el ejercito británico por el Punyab y por el diamante: los ingleses las perdieron todas. A pesar de eso, el ya anciano Ranjit Singh firmó un tratado con los ingleses ofreciendo el Koh-i-Noor a cambio de la paz, pero en cuanto el diamante fue entregado los británicos le invadieron. Fue en marzo de 1849. Una de las cláusulas del acuerdo decía: “La gema llamada el Koh-i-Noor, que fue recibida de Shah Shuja-ul-Mulk por el maharajá Ranjit Singh, deberá ser entregada por el maharajá de Lahore a la reina de Inglaterra”. La joya era un trofeo de guerra y debía ser llevada en persona a Victoria por el joven sucesor de Ranjit Singh, Duleep Singh, de 13 años. En 1901, tras la subida al trono de Eduardo VII, el diamante fue colocado en la corona que lleva la consorte femenina del monarca del Reino Unido.

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