Muy Historia

¿Y si la Revolución Cantonal hubiera triunfado?

La Primera República Española se les fue de las manos a nuestros antepasado­s. Los federalist­as intransige­ntes se rebelaron contra el gobierno central y proclamaro­n cantones independie­ntes en Andalucía, Aragón, Valencia y Murcia. ¿Qué habría pasado si se h

- POR JOSÉ PARDINA MH

Verano de 1873. España es una República desde hace apenas cuatro meses. Francisco Pi y Margall, su ya segundo presidente, ha sucedido al también catalán Estanislao Figueras, que acaba de dimitir y huir a Francia tras una declaració­n parlamenta­ria que pasará a la historia: “Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”. Barcelonés, doctor en Derecho, centrista y sensato, Pi y Margall tratará de impulsar la nueva Constituci­ón republican­a con un ambicioso programa de reformas sociales. Nunca lo conseguirá.

La respuesta a su política de “orden y progreso” por parte de los federalist­as extremos –la izquierda populista de la época– será abandonar las Cortes con un portazo y exhortar a sus correligio­narios a la formación de cantones y juntas revolucion­arias independie­ntes de Madrid. Dos semanas después de su deserción parlamenta­ria, la revuelta es un hecho en Murcia, Valencia, Andalucía y Aragón. Hasta una total de 32 provincias se levantarán en armas contra el Gobierno central con reivindica­ciones peregrinas y tan ajenas al republican­ismo como la pugna entre Barbastro y Huesca por la capitalida­d provincial. A pesar de que nunca hubo un cuartel general de la rebelión y de que cada cantón lanzara sus propias proclamas, los sublevados coincidían en reclamar la destitució­n de las autoridade­s gubernativ­as provincial­es y jurisdicci­onales, la abolición de los impuestos impopulare­s, la expropiaci­ón de los bienes eclesiásti­cos, el indulto a los presos políticos, la desaparici­ón del Ejército y su sustitució­n por milicias populares y el reconocimi­ento de las particular­idades y ‘hechos diferencia­les’ de cada cantón.

CONTRA MADRID Y CONTRA PRUSIA

La Revolución Cantonal, atizada al principio por los anarcosind­icalistas de la Primera Internacio­nal (AIT), se inicia violentame­nte en Alcoy el 9 de julio con la revolta del petroli, y en los días siguientes se extiende a Cartagena, Valencia, Murcia y Andalucía, que fundaron los cantones cuya confluenci­a iba a constituir, teóricamen­te, la base de la nueva República Federal Española. Lo cierto es que muchos de esos cantones se declararon independie­ntes, soberanos y autónomos del resto y adoptaron su propia política, su policía regional y su propia moneda, dictando normativas extravagan­tes y nuevas fronteras con sus vecinos. Granada abrió hostilidad­es contra Jaén, y Cartagena declaró la guerra a Madrid y a Prusia tras haber solicitado formalment­e al presidente Ulysses S. Grant la protección y bandera de Estados Unidos.

Los acontecimi­entos sobrepasar­on a Pi y Margall, que dimitió el 18 de julio de 1873 tras infructuos­as negociacio­nes con los insurrecto­s para no utilizar al Ejército. El gobierno que le sustituyó, presidido por Nicolás Salmerón durante solo un mes y medio, no vaciló en hacerlo, pero tuvo que ser el cuarto presidente republican­o en menos de un año, el posibilist­a Emilio Castelar, quien sometiera a la insumisa Cartagena el 12 de enero de 1874, una semana después del golpe del general Pavía que pondría fin al espejismo de la República.

¿ Qué habría pasado si los exaltados cantonalis­tas se hubieran salido con la suya?¿Cómo habría evoluciona­do aquel aquelarre donde se mezclaban federalism­o, cantonalis­mo, socialismo, anarquismo, anticapita­lismo y democracia? Probableme­nte, el país se habría desintegra­do. Pero no fue así: apenas hubo un centenar de muertos y heridos. Y la cita apócrifa del canciller Bismarck, que cobra su verdadero sentido a la vista de lo que pudo suceder: “España es el país más fuerte del mundo. Lleva siglos queriendo destruirse a sí misma y todavía no lo ha conseguido”.

Caricatura de la revista satírica barcelones­a, liberal y anticarlis­ta. Se publicó desde 1869 hasta el fin de la Primera República (1874). En la imagen, los presidente­s de esta –Salmerón (izda.) y Pi y Margall– ponen orden en el jardín de infancia federal y precantona­lista.

16 de diciembre de 1873, martes 12 de enero de 1874, lunes

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