Historia del semáforo
Concebido para ordenar el tráfico, el semáforo se asemeja también a un tótem, omnipresente sobre todo en las ciudades, que se extendió siguiendo la estela de la modernización. Antes hubo sistemas de señales marítimas y ferroviarias, pero el primer semáforo terrestre se creó en Londres en 1868. Se instaló junto al puente de Westminster, cerca del Parlamento, e intentaba ordenar el gran tráfico de caballos, carruajes y personas. Funcionaba con gas y era similar a las señales de ferrocarril, con un farol rojo, una señal verde y brazos que se alzaban para ordenar la marcha y detenerla. Solo duró un mes, pues se abandonó cuando una explosión de gas hirió al policía que lo manejaba.
Los primeros semáforos modernos se crearon en Estados Unidos durante la segunda década del siglo XX. Algunas ciudades americanas presentaban ya una intensa movilidad interna en la que se mezclaban automóviles, bicicletas, tranvías, carruajes tirados por caballos y gentíos multitudinarios.
DE DOS A TRES LUCES
Hubo distintos dispositivos para regular el tráfico, como el que en 1910 exhibía en Chicago letreros manejados por policías, pero se considera que el primer semáforo propiamente dicho fue construido en 1912 en Salt Lake City.
Era una torre con brazos móviles que indicaban si el tráfico debía avanzar o detenerse y que también empleaba luces roja y verde. En 1914 se puso en marcha en Cleveland un semáforo de funcionamiento eléctrico manejado por un operador. En 1917 se instaló en San Francisco un sistema que podía funcionar automáticamente y en 1920 se introdujo en Detroit una tercera luz, para advertir del cambio inminente. De 1923 data la patente de Garret Morgan, que creó en Cleveland un semáforo de tres luces. Se generalizó y solía colocarse en el centro de la intersección de calles congestionadas.
Las ciudades norteamericanas fueron las primeras que se dotaron de sistemas de semáforos, que fueron progresivamente complejos. Llegaron después a Europa, donde la propagación del automóvil fue más lenta. En París se instaló un primer semáforo eléctrico en 1923. Siguieron Berlín ( 1924, con un sistema de regulación automática creado por Siemens), Milán ( 1925), Londres ( 1926), Praga ( 1928), etc. El semáforo se convirtió en un icono funcional del progreso urbano, asociado a los problemas circulatorios que generaba y los tratamientos que tuvo.
El primer semáforo que hubo en España se instaló en Madrid, en el cruce de las calles de Barquillo y de Alcalá. Fue en 1926: la innovación llegó por los años en que se extendía en las principales ciudades europeas. A Barcelona arribó en 1929 coincidiendo con la Exposición Universal, a Valencia, en 1930. Todavía era un equipamiento excepcional. En España, la expansión de los semáforos siguió al aumento del número de automóviles, cuyo uso se multiplicó con el desarrollismo. Se generalizaron, pues, desde la segunda mitad de los años cincuenta. Antes habían llegado a Sevilla (1949) y Bilbao (1954). Entre 1958 y 1959 se instalaron los primeros que hubo en Alicante, Granada, Zaragoza, Málaga, etc. Creado en las concentraciones urbanas con gran circulación interna y aplicado luego a la regulación de otros aspectos del tráfico rodado, el semáforo ha acabado simbolizando también el desarrollo de la sociedad de masas.