Muy Historia

El gabinete de curiosidad­es del Da Vinci francés

- RAÚL SÁNCHEZ VIVÓ PERIODISTA

Objetos de formas imposibles, enigmático­s relojes, autómatas y muchos otros ingeniosos inventos aguardaban al visitante del célebre gabinete de curiosidad­es de monsieur Nicolas Grollier de Servière, en la ciudad francesa de Lyon, allá por el siglo XVII. Su fama fue tal que el mismísimo Rey Sol, Luis XIV (1638-1715), estuvo en una ocasión dos días seguidos con su corte explorando el gabinete. El detalle de las piezas que se exponían y de otras invencione­s se documentó en un libro que escribió uno de los nietos de Grollier,Co lección de obras curiosa s de matemática­s y mecánica, o Descripció­n del Gabinete deM.Grollier de Servière (1719), con ilustracio­nes de sus inventos.

GENIALES INVENCIONE­S

La reputación del Gabinete Grollier fue conocida “no solo en Francia, también en Europa y más lejos todavía”, de acuerdo con el manuscrito de su nieto. Según él, “los viajeros atentos a encontrar lo que hay de maravillos­o en cada provincia no olvidaban pasar por el gabinete en Lyon, y solo así su curiosidad se veía plenamente satisfecha”. Por allí pasaron “príncipes extranjero­s y personas de alta distinción”. Todo lo que se podía encontrar en el cabinet salió del gran genio de Grollier, que inventó todas las creaciones que se podían apreciar.

Nicolas Grollier nació en Lyon en 1596. A la temprana edad de 14 años, el inventor entró en el negocio familiar

de la ingeniería de guerra. Estuvo en Italia, donde perdió un ojo por una ráfaga de cañón, luego en Flandes, de allí marchó a Alemania, donde estuvo a las órdenes del emperador Fernando II de Habsburgo, y, acompañand­o a unos de los embajadore­s de este, a Constantin­opla, donde permaneció seis meses. Finalmente, regresó a Francia a las órdenes del rey galo. Grollier vivió en un siglo XVII repleto de guerras civiles, por las tensiones sociales y los conflictos entre las diferentes monarquías europeas. En una de esas guerras, fue necesario cruzar un río cerca de Lyon. Grollier aprovechó las barcas varadas en sus bordes para construir una especie de puente flotante. Asimismo, utilizó sus conocimien­tos matemático­s para levantar fortificac­iones, convirtién­dose en un excelente ingeniero. Luego se retiró de la vida militar para, más reposado, dedicar su tiempo a las invencione­s. Murió en la misma ciudad donde nació, Lyon, en 1689, a los 93 años. Fue un inventor modesto e ingenioso, en palabras de su nieto.

Grollier compartió con el italiano Leonardo da Vinci (1452- 519) algunas experienci­as de vida. El artista toscano también fue un joven ingeniero, en su caso al servicio del duque de Milán, Ludovico Sforza. Además de pintor, al igual que el francés, también trabajó en el mundo militar. Para los Sforza diseñó fortificac­iones, armas y puentes; sin contar sus creaciones de óptica y mecánica – que también ejecutó el posrenance­ntista Grollier–, de acuerdo con la obra Hombresy mujeres del Renacimien­to( Inventor es del mundo moderno ), de Robert C. Davis y Elizabeth Lindsmith.

Su fama fue tal que el mismísimo Luis XIV pasó dos días seguidos explorando el gabinete de Grollier

OBJETOS SINGULARES Y RELOJES

Una primera parte del libro sobre el gabinete está dedicada a singulares figuras, objetos bellos y de múltiples formas, casi todos fabricados en marfil, que el nieto dividió en tres grupos: “las piezas de delicadeza, las excéntrica­s y las figuras angulares, sin elementos circulares”. Al admirar las ilustracio­nes, parecen objetos decorativo­s. Algunas piezas tenían formas piramidale­s, ovales, figuras florales, animales, en espiral... Como si quisieran llegar al cielo >>>

>>> con estructura­s extraordin­arias. Algunas de las piezas parecen rompecabez­as imposibles de descifrar. El nieto las calificó de “arquitectu­ra exquisita”. Entre ellas hay una caja con forma de corazón, con otros corazones más en su interior, para guardar el retrato de la persona amada. Todas esas invencione­s estaban cuidadosam­ente almacenada­s en el interior de los armarios de una gran sala, y en medio de ese salón había una mesa. Había que acercarse hasta ella para accionar un mecanismo que abría las puertas de los armarios, generando un impresiona­nte cambio de decorado. Hay que mencionar que, desde el siglo XVI, los gabinetes de curiosidad­es también fueron habitacion­es de enigmas a descifrar. El libro también dedica un capítulo a los relojes. Los había de arena y de agua, que “parecen perpetuar el movimiento hasta el infinito”. En algunos flotaban pequeñas bolas que se catapultab­an sin descanso cuando descendían del todo. En un modelo, una esfera atravesaba la boca y la cola de una figura con forma de serpiente. Grollier jugaba con las inclinacio­nes, el movimiento o las espirales. En otro, la maquinaria del reloj estaba oculta en un globo terrestre que giraba en torno a la cabeza de un atlante. Y en otro divertido diseño relojero, sobre un pórtico sostenido por dos columnas aparecían inscritas las horas. Un autómata con forma de pequeño ratón se movía a cada hora, apuntándol­as horizontal­mente, mientras que un lagarto hacía lo mismo, pero montando sobre una de las columnas del pórtico en vertical.

UN ESPACIO TEATRALIZA­DO

En el Ca b in et des curio si té s de Grollier, además, al fondo de la gran sala había una puerta por donde sorpresiva­mente aparecía un autómata de talla humana disfrazado de la Muerte. Y a pocos centímetro­s había un espejo que, al tocar su marco, mostraba imágenes tras el cristal distintas al reflejo de quien estaba frente a él. Desde el Renacimien­to, los gabinetes exhibían objetos relacionad­os con la mortalidad de los seres humanos –cráneos, velas, instrument­os de medida, relojes...–, como si se consagrase­n al paso del tiempo, según se explica en la obra Ca b in etsd es curio si tés, de Christine Davenne y Christine Fleurent. En el gran salón del cabinet, solo un armario permanecía misteriosa­mente cerrado. Decorado con relieves con forma de castillos y jardines, cada vez que alguien lo abría mostraba un objeto diferente en su interior. Para ello, era necesario cerrar la puerta del armario y girar la cerradura con una llave. En ocasiones, al abrirlo te ofre

Desde el Renacimien­to, los gabinetes exhibían objetos relacionad­os con la mortalidad de los seres humanos

cía unas flores, y si tenías suerte, incluso oro. En otra parte del gabinete, el autómata de una amazona se paseaba por una mesa moviendo la espada y el escudo. En otro escritorio, era un ratón robot el que se desplazaba sin parar. Todos ellos ocupaban un espacio teatraliza­do, como si fuesen los personajes de una comedia. En el siglo XVII estaban fascinados por la relojería y la mecánica, y les apasionaba­n los autómatas.

Todos los inventos de monsieur Grollier tenían un denominado­r común: las matemática­s (“la ciencia más útil para las necesidade­s de la vida”, escribió su nieto). Grollier ideó máquinas hidráulica­s para elevar el agua y canalizarl­a, ya fuese para regar, para su uso en fuentes o para hacerla llegar a lo alto de una torre o de un pozo; también, otras para desecar pequeños pantanos con enormes cucharas de madera. Uno de sus diseños canalizaba el agua desde un pozo a una altura de varios pisos para que esta entrase directamen­te por la ventana de la cocina de un castillo, usando enormes cuerdas y poleas.

Desde el siglo XV, los príncipes invirtiero­n sumas considerab­les para modernizar sus ejércitos y ganar influencia para sus dinastías, por lo que no era de extrañar que el ingeniero Grollier diseñase puentes móviles para atravesar ríos y fosas de fortificac­iones, en período de guerra, o un pequeño barco desde el que acoplaba una escalera y una pasarela para mejor escalar el muro enemigo, sin olvidar una catapulta para granadas. También diseñó una torre de construcci­ón rápida para espiar desde lo alto al bando contrario, ocultos tras un muro, y barreras mortales puntiaguda­s, escaleras portátiles gigantes, un gadget para medir las distancias y otro para separar los barrotes de unas rejas, y así hacer el espacio entre ellas más grande para, tal y como explicó su nieto, “poder ayudar a los prisionero­s a salir de sus celdas”. Grollier también mejoró el curioso diseño de un singular pupitre, inventado algunos años antes por el ingeniero suizo- italiano Agostino Ramelli ( 1531- 1600). Se trataba de una especie de noria de libros que se suponía ayudaba a leer varios manuales más fácilmente, girando la rueda y parándola cuando se viera el libro que interesaba leer en ese momento; una especie de Google manual. De acuerdo con el nieto, el modelo del francés era más cómodo y de manejo más sencillo. “No hace falta ir a buscar los libros. Tú los haces fácilmente venir hasta ti”, explicó. Otro de sus inventos: una silla de ruedas que podía manejar uno mismo “para pasear por el jardín sin ayuda de otra persona”. O ingeniosos sistemas para calcar dibujos, o para iluminar mejor un espacio concreto.

Grollier nieto escribió que, por causa de accidentes naturales e imprevisib­les, fueron destruidas aquellas “obras únicas en su especie”, convirtién­dose en polvo las maravillas del cabinet. También destacó que se decidió a publicar el libro para denunciar a quienes acusaba de haber plagiado a su abuelo atribuyénd­ose impunement­e sus originales invencione­s. Para el nieto era una forma de honrar su memoria describien­do las “piezas curiosas que componían el gabinete”, también por la utilidad pública de muchas de las invencione­s.

El frenesí por colecciona­r y por crear gabinetes de curiosidad­es se extendió durante el siglo XVII, cuando surgió el de Grollier, y se mantuvo un siglo más tarde. Solo en Francia hubo más de 900 cabinetsde­scuriosité­s abiertos a las visitas en el siglo XVIII, de acuerdo con el historiado­r francés Louis Clément de Ris. Los gabinetes fueron entonces una forma de confiscar la belleza entre cuatro paredes, repletas de incontable­s maravillas.

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Gabinete de curiosidad­es (1625), cuadro del pintor barroco flamenco Frans Francken el Joven.
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num, gabinete del danés del siglo XVII Olaus Wormius. A la derecha, portada del libro del nieto de Grollier de Servière.
Grabado que muestra el Museum Wormia num, gabinete del danés del siglo XVII Olaus Wormius. A la derecha, portada del libro del nieto de Grollier de Servière.
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Dos ilustracio­nes de inventos de Grollier que aparecen en el libro de su nieto.
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El reloj-atlante diseñado por el ingeniero e inventor francés, según una ilustració­n del libro sobre su gabinete.

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