¿Y si los golpistas del 23-F hubieran triunfado?
El 23 de febrero de 1981 se produjo en España una intentona de golpe de Estado. En Madrid, guardias civiles asaltaron el Congreso y secuestraron a los diputados; en Valencia, la División Motorizada Maestrazgo ocupó las calles. El golpe fracasó, pero ¿qué habría sucedido si los sublevados hubieran triunfado?
Ni seis años habían pasado de la muerte de Franco; solo tres desde la aprobación de la Constitución; apenas dos tras las primeras elecciones libres celebradas en España desde la Guerra Civil. La Transición de la dictadura a la democracia no había sido fácil. Una crisis económica sin precedentes desde la guerra –en 1977, la inflación trepó hasta el 26,40%– había logrado revertirse gracias a los Pactos de La Moncloa entre todos los partidos políticos, recién legalizados, pero las constantes acciones terroristas de ETA (128 asesinatos en 1980, un muerto cada 60 horas) generaban un permanente malestar en el Ejército que se sustanció en una primera intentona golpista desarticulada, la Operación Galaxia (1978).
DISPAROS AL AIRE
Así las cosas, en el invierno de 1981 los rumores de ruido de sables se suceden y los acontecimientos se precipitan: el 29 de enero, Adolfo Suárez, presidente del Gobierno, ganador de las elecciones para el centro derecha, presenta su dimisión por sorpresa; el lunes 23 de febrero, mientras se está votando la investidura de su sucesor, dos centenares de guardias civiles irrumpen a tiros en el hemiciclo del Congreso. Un teniente coronel de la Guardia Civil, pistola en mano, está al mando. Y dispara. Todos reconocen a Antonio Tejero, condenado a siete meses de cárcel por la fallida intentona Galaxia. Una hora después, el teniente general Milans del Bosch se subleva en Valencia, saca los tanques a la calle y declara el estado de excepción. A partir de las 7 de la tarde, la radio local empieza a emitir himnos militares y a repetir un inquietante bando. El general Alfonso Armada, Segundo Jefe del Estado Mayor, pretende acudir al Palacio de la Zarzuela para “reconducir la situación” y negociar un gobierno de unidad de todos los partidos, presidido por él: un coupàlaDeGaulle. Pero el Rey ni le recibe. El golpe blando y el golpe duro van a chocar: «Mi general: yo no he asaltado el Congreso para esto», le dice Tejero a Armada cuando este llega al hemiciclo. El discurso televisado de Juan Carlos I, ya en la madrugada del martes, desmonta la intentona, aclara el caos y disipa el miedo. ¿Qué habría sucedido si la asonada militar llega a triunfar?¿Y qué golpe se habría impuesto: el blando de Armada o el duro de Milans y Tejero? El bando publicado por el capitán general de Valencia no era precisamente ambiguo: «Quedan prohibidas todas las actividades públicas y privadas de todos los partidos políticos, la utilización por los mismos de cualquier medio de comunicación social y las reuniones superiores a cuatro personas». Probablemente, muchos diarios, revistas y emisoras de radio habrían sido clausurados y la censura militar se habría generalizado sobre cualquier manifestación ciudadana. Losqueibana morirel24-F fue un reportaje fake del semanario Actual, publicado a finales de agosto de 1982: Ana Belén y Miguel Ríos, Camilo José Cela y Juan Marsé, Pedro J. Ramírez y Cebrián estaban en una falsa lista negra de 3.000 fusilables, inventada por periodistas próximos al socialista Alfonso Guerra, según cuenta el historiador Luis M. Sánchez Tostado en La Transiciónoculta, recién publicado por la editorial Almuzara.
Tras la aparición televisiva del Rey («La Corona no puede tolerar acciones de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó»), Milans retirará sus tanques de las calles, aunque todavía tarde unas horas en dejar sin efecto su siniestro bando. El golpe, los golpes, han fracasado: el duro, el blando y el descontrolado de Tejero.