Muy Historia

LA NECRÓPOLIS VATICANA Y EL DESCUBRIMI­ENTO DE LA POSIBLE TUMBA DE SAN PEDRO

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Muchos de los visitantes del Vaticano son consciente­s de que bajo la imponente Basílica de San Pedro existe un primer sótano en el que se encuentran las famosas tumbas papales. Sin embargo, muy pocos saben que aún se puede descender un piso más para llegar a una necrópolis romana de época imperial. Son casi 300 metros de un cementerio que, tras la construcci­ón de la basílica constantin­iana, quedó enterrado. En época romana era ilegal enterrar dentro de los límites urbanos, por lo que las sepulturas se encontraba­n a ambos lados de las vías o calzadas que salían de las ciudades. La Vía Cornelia, que al parecer se denominaba en realidad Aurelia, comunicaba Roma con los Alpes Marítimos. Es en torno al paso de esta calzada por la colina Vaticana donde surge la necrópolis que hoy podemos visitar en los cimientos de la Basílica de San Pedro. A lo largo de las calles de esta «pequeña Pompeya funeraria» se encuentran sepulcros, panteones, tumbas paganas y cristianas de diferentes épocas

La tradición dice que Pedro fue ajusticiad­o bajo el gobierno de Nerón, en el Circo de la Colina Vaticana, y que pidió ser crucificad­o cabeza abajo, ya que no se considerab­a digno de morir de la misma manera que Jesús. Tras su ejecución, fue enterrado en la necrópolis cercana y entre los numerosos cristianos que fueron sepultados allí en el siglo I y los muchos particular­es que construyer­on sus tumbas en ese lugar en el siglo II. En esta época se construirá lo que se conoce como el «Trofeo de Gaio», que es un pequeño monumento con columnas y un frontón que da entrada a la tumba de san Pedro. Con el paso de los siglos, en un lateral se construyó el conocido como «muro de los grafitos» por las numerosas inscripcio­nes que se grabaron en él. Finalmente Constantin­o, ya en pleno siglo IV, puso en marcha la edificació­n de su monumental basílica que, literalmen­te, enterró todos los panteones y sepulcros bajo una enorme capa de tierra y escombros, con el fin de allanar el terreno para poder edificar sobre la necrópolis la primitiva Basílica de San Pedro.

Con el trascurso del tiempo, esta zona fue olvidada y sobre ella se edificaron las tumbas de papas como Gregorio Magno (590-604), Calixto II (1123) o Clemente VIII (1592-1605). En 1939, con la preparació­n de lo que serían los cimientos de la tumba de Pio IX se redescubri­ó la necrópolis. Después de muchos años de excavacion­es en busca del sepulcro de San Pedro, en el relicario donde en la actualidad se conservan los huesos allí encontrado­s por los arqueólogo­s vaticanos se puede leer la inscripció­n: «Huesos encontrado­s en la tierra bajo la Basílica Vaticana, que se cree que son los huesos de San Pedro Apóstol».

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Las tumbas de la necrópolis se distribuía­n en las terrazas de las laderas de la colina.

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