EL NOMBRE DEL ARCHIVO
El Archivo Secreto Vaticano no existe ya. El 22 de octubre de 2019 el papa Francisco, en una Carta Apostólica en forma motu proprio, decidió el cambio en la denominación del Archivo Secreto Vaticano, que desde entonces ha pasado a denominarse Archivo Apostólico Vaticano, sin que haya supuesto variar la estructura, identidad o misión, y obedece a la transformación en el significado que tiene en la actualidad el término secreto. En realidad, el archivo comenzó a denominarse Archivum Secretum Vaticanum solo a mediados del siglo XVII. Antes había recibido los nombres de Archivum novum primero y Archivum Apostolicum después. El término secreto, que tanto ha excitado la imaginación de escritores y cineastas, tiene que ver con el carácter privado de los documentos. De hecho, eso es lo que sigue siendo en la actualidad, el archivo particular de la máxima autoridad de la Iglesia católica La obligada reserva en el acceso a los documentos del Archivo Apostólico Vaticano, algo propio de cualquier institución archivística, contribuye al morbo generado en torno a todo lo que tiene que ver con el Vaticano y su historia. Y la constante aparición de nuevos documentos puede llevar a pensar que en el fondo el Archivo Apostólico Vaticano se parece más al almacén en el que guardaba Indiana Jones el Arca de la Alianza que a la realidad, siempre mucho más prosaica. Son más de cuatro siglos, con todas las vicisitudes que pueden surgir en un archivo: traslados, obras, inundaciones y muchas personas interviniendo en ordenar un conjunto que ocupa 85 kilómetros de documentos que resultan, sencillamente inabarcables.
El entorno donde se sitúa, la naturaleza de sus documentos, incluso el personal que trabaja en la institución, contribuye a que sean muchos los que ven en el secretismo intereses velados para ocultar la solución a todos los misterios en torno a la historia de los papados de los últimos cinco siglos. Ahora se llama Archivo Apostólico Vaticano, aunque mucho nos tememos que no deje de ser el archivo más secreto de cuantos existen. Y eso forma parte de las leyendas de las grandes instituciones.