CUANDO EL PERDÓN PAPAL TENÍA UN PRECIO
Alo largo de los siglos, la Santa Sede ha exonerado y perdonado actos de corrupción y adulterio no solo a sumos pontífices, sino a sacerdotes y a varios reyes siguiendo los preceptos morales de la época. Todo a cambio de favores eclesiásticos. El mandato papal de Dámaso I coincidió con un periodo convulso en el que el Imperio romano entró en una fase de fragmentación. Al líder espiritual se le acusó de adulterio, pero fue perdonado por los obispos al convertir al cristianismo al emperador Teodosio I y adoptar esta religión como la oficial dentro de todo el territorio.
El esfuerzo por llevar el cristianismo a todos los rincones provocó que la institución cristiana levantara la mano en muchas ocasiones a pesar de los comportamientos inmorales de un gran número de sus súbditos. Así, por ejemplo, Calixto I (cuyo pontificado se produjo entre 217 y 222) llegó a firmar cartas de perdón a aquellos culpables de adulterio y fornicación, penados con la muerte en aquella época, siempre y cuando se llevase a cabo una penitencia.
Rezos aparte, Silvestre I (314-335), según documentos recogidos en Los papas y el sexo, del ensayista Eric Frattini, perdonó al emperador Constantino sus excesos sexuales a cambio de algunos logros importantes para la Iglesia. Por ejemplo, recibió joyas, oro y propiedades como el palacio de Letrán, en Roma, que perteneció al emperador y donde se ubicó la residencia de los papas.
En la Edad Media también se registraron casos de indulgencia. Alejandro VI (1492-1503) tuvo varias amantes antes y durante su papado; una de ellas, Julia Farnesio. Ella tenía quince años y él, cincuenta y ocho. Era hermana de Alejandro Farnesio, con quien firmó un acuerdo clandestino para perdonarle un problema de falsificación de documentos y le nombró cardenal. Por su parte, el papa León X (1513-1521) promulgó una bula por la que concedió una indulgencia a cualquier feligrés a cambio de sufragar económicamente la construcción de la iglesia de San Pedro. Promulgada en 1517, la Taxa Camarae fue una tarifa por la que se podían vender perdones.