UN CRIMEN SIN RESOLVER
En un principio, las autoridades londinenses declararon que la muerte de Calvi había sido un suicidio. Sin embargo, la familia del banquero sostuvo que se había tratado de un asesinato y en 1983 contrató los servicios de George Carman, un prestigioso abogado penalista londinense, para que llevase el caso. Los argumentos de Carman convencieron al Tribunal Superior de Justicia, que revocó el veredicto original de suicidio y ordenó la apertura de una nueva investigación. En 1998 se autorizó la exhumación del cadáver para realizar un examen forense independiente. En las conclusiones del informe, publicadas en octubre de 2002, se afirmó que las heridas del cuello eran incompatibles con un ahorcamiento voluntario. Calvi no había manipulado las piedras encontradas en sus bolsillos ni en su ropa había rastro de óxido o pintura del andamio en el que apareció colgado; todo apuntaba a que había sido conducido a bordo de una embarcación bajo los arcos del puente de Blackfriars en la pleamar para escenificar el suicidio. En septiembre de 2003 la policía londinense reabrió la investigación por asesinato.
Mientras, en Italia se desarrolló una investigación paralela. En julio de 1991 el arrepentido Francesco Marino Mannoia afirmó que Calvi había sido asesinado como venganza y escarmiento por la desaparición del dinero de la mafia gestionado por el Banco Ambrosiano. Según su testimonio, el asesino fue Francesco Di Carlo, un mafioso afincado en Londres. La orden partió de Giuseppe «Pippo» Calò, capo conocido como el «cajero de la mafia» por su implicación en el lavado de dinero, y el masón Licio Gelli. Cuando en junio de 1996 Di Carlo se convirtió en arrepentido negó ser el asesino, pero admitió que Calò se había puesto en contacto con él para hacer el «trabajo». Declaró que los asesinos fueron Vincenzo Casillo y Sergio Vaccari, dos sicarios de la Camorra napolitana posteriormente asesinados.
En 1997, los fiscales de Roma implicaron en el crimen al polémico empresario Flavio Carboni, socio en varios negocios inmobiliarios de Silvio Berlusconi, y a Ernesto Diotallevi, uno de los líderes de la Banda della Magliana, organización mafiosa romana implicada supuestamente en la desaparición de Emanuela Orlandi. En julio de 2003, los investigadores concluyeron que la mafia había asesinado a Calvi para salvaguardar sus intereses y evitar que pudiera chantajear a los miembros de la logia P2 y de la curia vaticana. El 6 de junio del año 2007, el Tribunal Penal de Roma absolvió a todos los acusados por falta de pruebas concluyentes. Lo cierto es que, después de más de cuarenta años y varios juicios no se ha podido esclarecer la verdad sobre un caso que siempre conduce a un callejón sin salida. Nadie duda de la implicación de Licio Gelli y la mafia, pero no existen datos determinantes que permitan resolver el crimen que conmocionó a Italia.