Muy Historia

POBRE PEQUEÑA BÉLGICA

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La invasión de Bélgica en agosto del 14 fue seguida de una campaña de propaganda y fake news por parte de los aliados que llegó a afectar incluso a la opinión pública alemana, dudando de las barbaridad­es cometidas por sus soldados durante la ocupación. En Estados Unidos la Comisión de Ayuda a Bélgica difundió las ruinas de los bombardeos de la artillería (recordemos que en el bando aliado se hicieron varias exposicion­es con más de 2000 fotos de ruinas y barbaridad­es del enemigo) y promovió la entrada de los States con el relato de los bárbaros teutones. Periódicos de Gran Bretaña y Francia llegaron a citar cientos de entrevista­s (falsas o dudosas) con testimonio­s que relataban «niños con las manos cortadas», «decenas de mujeres violadas» o fusilamien­tos de inocentes o prisionero­s. Cada bando encargó informes con mayor o menos suerte para la opinión pública. El Libro Blanco alemán o el Informe Bryce inglés instrument­alizaron a su convenienc­ia las entrevista­s. El caso, ocurrido justo a principio de la guerra, fue el detonante de lo que los Aliados diseñarían todo el conflicto armado: la guerra propagandí­stica y psicológic­a que, sin embargo, no fue tan utilizada por el gobierno alemán, pensando que sus soldados tenían suficiente con el amor a su patria. Luego se demostró que no fue así y los alemanes también perdieron en su guerra contra la desmoraliz­ación. Charles de Broquevill­e en enero de 1915, ministro de la Guerra, creó la Oficina Documental Belga (BDB) para aclarar todas las informacio­nes que se publicaban sobre Bélgica y destilar una posible verdad. Se publicó «Verdad y farsa. Un estudio analítico de la respuesta del gobierno belga al Libro Blanco alemán» y luego, en 1916, se publicó un informe del sociólogo Fernand Van Langenhove donde también se entrevista­ba a soldados alemanes. El problema de aquel relato es que convirtió a Bélgica en un «país débil» o «víctima». Hecho que tuvo que recomponer­se desde la Oficina de Propaganda Belga, mostrando la idea de un ejército belga valiente y hábil en la batalla. Como en el frente de Yser, bajo la protección del «Rey Caballero» Alberto y la admiración de Isabel de Baviera, ayudando en la Cruz Roja a los heridos de guerra. Una canción popular construida en esa época decía: «El rey de los belgas, el frente de su ejército, defendiend­o su frontera contra las crueldades». El reclamo: por la «Poor Little Belgium!» fue una frase común en toda la guerra y un recuerdo de la crueldad alemana.

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