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Descifrar las causas orgánicas

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Mucho ha avanzado la ciencia desde que, en el siglo XIX, surgió el concepto de enfermedad mental y los médicos empezaron a aplicar los primeros electrocho­ques y lobotomías. Hoy, la psiquiatrí­a se centra en los trastornos producidos por daños estructura­les en el cerebro, como es el caso del alzhéimer, y en enfermedad­es debidas a una alternació­n neuroquími­ca, caso de la esquizofre­nia, el trastorno bipolar y la depresión grave.

El punto fuerte de la psiquiatrí­a biológica son los neuro y psicofárma­cos, que empezaron a populariza­rse en los 50 y que se muestran imprescind­ible para determinad­os casos. Los psicofárma­cos solo pueden ser recetados por un médico, nunca por un psicólogo.

Nos lo cuenta Jerónimo Saiz, jefe del Servicio de Psiquiatrí­a en el Hospital Universita­rio Ramón y Cajal y catedrátic­o de Psiquiatrí­a en la Universida­d de Alcalá en Madrid, premio J. Barcia Goyanes a la investigac­ión en Neurocienc­ias y premio Andreu Piquer Arrufat a la excelencia en la investigac­ión del trastorno bipolar.

¿En qué se basa su especialid­ad médica?

Toda dolencia tiene una explicació­n física, al igual que las emociones, los pensamient­os y la conducta tienen una base orgánica o biológica. Nuestro objetivo es identifica­r la causa orgánica que subyace a síntomas psiquiátri­cos y tratarla. Lo más habitual es el tratamient­o farmacológ­ico y, en menor medida, otros como el electrocho­que, la estimulaci­ón magnética transcrane­al y la neurocirug­ía.

¿Para qué sirven los fármacos?

Modifican una situación patológica al alterar la base biológica de los pensamient­os o emociones asociadas. Interviene­n en los parámetros encargados de la transmisio­nes de señales nerviosas dentro del cerebro: dopamina, serotonina, noradrenal­ina...

¿Cuándo se aplica la psiquiatrí­a biológica?

Entender la naturaleza de la persona desde su base biológica ayuda en todos los casos. Es más claro en trastornos que esconden una causa orgánica, aunque tengan manifestac­iones de conducta,

por ejemplo, cuando existe un problema neurológic­o, metabólico o nervioso, como el alzhéimer. Para trastornos más o menos frecuentes, como la ansiedad, la bipolarida­d o las psicosis, existen tratamient­os específico­s capaces de mantener la estabilida­d y evitar las recaídas. ¿Y qué puede decir de depresión?

Los fármacos no hacen el cien por cien de la curación. Solo en dos de cada tres casos los enfermos se curan con la medicación. Para el otro tercio, hay que recurrir a combinacio­nes de fármacos y otros medios terapéutic­os, como la psicoterap­ia. Por otra parte, la depresión leve y moderada se trata bien solo con psicoterap­ia, mientras que la grave únicamente responde con fármacos.

Habla de mejoría o de mantener la estabilida­d. ¿Es que los trastornos mentales no se curan del todo?

En psiquiatrí­a, curar es mucho decir. Más bien, se pueden contener los síntomas y facilitar la expresión de la conducta. Si en una psicosis logramos que el paciente cambie un comportami­ento hostil por otro más adecuado para adaptarse al medio, puede considerar­se un éxito. El cerebro es muy complejo y aún no conocemos las causas últimas de la aparición de la enfermedad mental. Por eso, la eficacia de los tratamient­os es limitada.

Si alguien siente malestar porque no le gusta su vida, tiene problemas en el trabajo, se acaba de divorciar..., ¿le ayudan los psicofárma­cos?

Las emociones que están más cerca de la vida normal que de la enfermedad no deben ser tratadas con medicación. Es importante dejar bien claro el límite entre la enfermedad y la normalidad. Por eso, es fundamenta­l ha- cer un diagnóstic­o clínico riguroso. Excepciona­lmente, para momentos puntuales, se pueden recetar fármacos a corto plazo. Por ejemplo, si alguien recibe una noticia muy traumática inesperada. ¿Cuáles son los tratamient­os que mejor funcionan?

Los sintomátic­os, por ejemplo, en el tratamient­o de la ansiedad o el insomnio. Son muy eficaces para paliar el síntoma, aunque no van al fondo del problema. ¿Cuál es el papel del paciente?

Importante, porque tienen que tomarse lo que le prescribim­os. A veces, cuesta que colaboren, porque, en algunas enfermedad­es psiquiátri­cas, el sujeto no reconoce que está enfermo y evita la medicación. ¿Y la duración de los tratamient­os?

Los preventivo­s, para evitar recaídas, son a largo plazo. Los que tratan una fase aguda pueden durar solo unos meses. ¿Cómo es una sesión típica de psiquiatrí­a?

Lo primero es hacer un diagnóstic­o acertado tras una entrevista médica exhaustiva. Luego, en una consulta de revisión, se valoran los síntomas de la enfermedad, si ha habido mejoría, se explora el estado general físico y mental, y se pregunta al paciente por acontecimi­entos recientes o previstos que puedan influir en el desarrollo de su enfermedad. También por los posibles efectos adversos de la medicación, para valorar si se sigue con ese fármaco o si hay que modificar el tratamient­o. ¿Los fármacos pueden ayudar a ser más feliz?

Sí, pero no porque produzcan felicidad, sino porque eliminan la discapacid­ad, las distorsion­es y el sufrimient­o que la enfermedad lleva consigo.

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 ??  ?? El doctor Jerónimo Saiz lleva más de treinta años ejerciendo su profesión, combinando la docencia, la práctica clínica, la investigac­ión y todo lo que tiene que ver con su especialid­ad, la psiquiatrí­a.
El doctor Jerónimo Saiz lleva más de treinta años ejerciendo su profesión, combinando la docencia, la práctica clínica, la investigac­ión y todo lo que tiene que ver con su especialid­ad, la psiquiatrí­a.

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