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Los telegramas cruzan el charco

Hace un siglo y medio, el buque SS Great Eastern lograba completar el tendido del primer cable submarino transoceán­ico que comunicó definitiva­mente a los habitantes de Europa y América.

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La mayoría de las comunicaci­ones del planeta dependen hoy de los cables submarinos interconti­nentales, por mucho que nos imaginemos que los protagonis­tas de ese milagro cotidiano son los satélites. La red mundial de telecomuni­caciones se basa en los cables de fibra óptica, tendidos sobre los fondos marinos, que con sus más de 900.000 km enlazan todas las costas del globo. Son descendien­tes directos de aquellos hilos de cobre, recubierto­s de aislante, que hace siglo y medio sirvieron para enviar los primeros telegramas atravesand­o mares. A mediados del XIX se habían tendido y puesto en servicio para el telégrafo varios cables submarinos entre las islas británicas y la Europa continenta­l, pero cruzar el océano seguía siendo un reto.

UNA CUESTIÓN DE TIEMPO. El primer tendido interconti­nental que se consiguió, en 1858, entre Terranova (Canadá) e Irlanda, consistía en un cable de cobre protegido por un aislamient­o exterior de gutapercha, un polímero parecido al caucho. Gracias a aquel hilo telegráfic­o se pudieron intercambi­ar entonces felices y eufóricos mensajes la reina Victoria y el presidente James Buchanan. La calidad era muy pobre –seis palabras por hora–, el sistema se deterioró y en menos de un mes quedó fuera de servicio. Pero ya se habían probado las mieles de que un mensaje pudiera cruzar el Atlántico en cuestión de horas, en lugar de en los diez días que tardaba un barco.

Tras superar numerosos reveses, la empresa Atlantic Telegraph Company, dirigida por Cyrus West Field, consiguió completar el tendido del primer cable que enlazó definitiva­mente Europa y América para comunicaci­ones telegráfic­as. La fecha histórica fue el 27 de julio de 1866, cuando el SS Great Eastern –un buque propulsado por vapor y velas que, con sus 211 metros de eslora, era el mayor del mundo– logró terminar de extender sobre el fondo del Atlántico Norte los 4.200 km de alambre conector.

OCHO PALABRAS POR MINUTO. Aquel cable de cobre con siete hilos era mucho más grueso (980 kg/km), tenía una mayor resistenci­a a la torsión y un mejor aislamient­o, y con él podían transmitir­se mensajes en código morse a la velocidad de ocho palabras por minuto. A finales del siglo XIX, ya cruzaban el océano quince cables.

Compañías inglesas llevaron a cabo la instalació­n de los primeros cables en España: en 1872 entre Bilbao y Falmouth (Inglaterra), y en 1885 se conectó la península con las Baleares.

El primer cable telefónico transatlán­tico (TAT-1) hubo de esperar a 1956. Con la aparición de la fibra óptica a finales de los 80, la comunicaci­ón por cable comenzó el gran auge que continúa en nuestros días. e

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