¡BUENA ELECCIÓN!
LA CIENCIA TE ENSEÑA A TOMAR DECISIONES
¿Actuamos escogiendo a cada momento la opción más provechosa para nuestros intereses? Este esquema reduccionista, que recibe el nombre de conducta racional, fue el principal paradigma usado por los estudiosos durante años. Para muchos se trataba de una simplificación, como apuntó el filósofo británico Bertrand Russell (18721970): “Se ha dicho que el hombre es un animal racional. Llevo toda mi vida buscando evidencias que apoyen tal afirmación”. Sería comparable a afirmar que Amazon no es más que una web, sin tener en cuenta el conglomerado de almacenes, empresas distribuidoras y de transporte, y miles de trabajadores que operan por detrás. La página es solo la cara visible para los clientes, del mismo modo que la conciencia humana es como la espuma que flota sobre aguas profundas.
Hoy sabemos que nuestro comportamiento es, efectivamente, mucho más complejo de lo que se suponía. Estamos convencidos de saber lo que nos ocurre, lo que queremos y lo que proyectamos hacer, pero el pensamiento consciente solo tiene acceso a unos pocos procesos de todos los que tienen lugar en el cerebro cada momento. Su credibilidad es la misma que la de un borracho convencido de poder caminar en línea recta sin tambalearse.
Como quien abre el capó de un coche para entender los mecanismos que lo ponen en marcha, psicólogos, neuro- científicos e incluso economistas se han dado cuenta del papel decisivo que desempeñan las emociones, los deseos y la infinidad de mecanismos que se activan de forma inconsciente. La huella de estos factores irracionales se deja notar cada vez que percibimos, anhelamos, pensamos o intentamos entender lo que nos rodea. O sea, siempre. En ocasiones, nos conducirán a una solución rápida y eficaz, pero otras veces nos abocarán al error por no haber sopesado con calma todos los pros y contras.
La revelación de esa trastienda mental nos permitirá saber por qué en ocasiones hacemos elecciones perniciosas, no cumplimos con nuestros planes o dejamos de emprender una acción que nos hubiera beneficiado. Y es un conocimiento que, quizá, nos hará sentir mucho más inseguros: ¿cómo podemos saber, con certeza, que no nos están arrastrando factores irresistibles que pueden acabar llevándonos por el mal camino?
El problema es más bien a la inversa: el falso sentido de seguridad que muchas veces acompaña a nuestros actos es, como apuntan los expertos, uno de los síntomas de que nos estamos dejando conducir por la corriente de automatismos incontrolables. La duda, por el contrario, nos provoca una gran insatisfacción, pero es la señal de que la razón ha tomado las riendas. En las páginas siguientes, te contamos lo último que se sabe sobre los engranajes neurológicos involucrados en la toma de decisiones.