El ranquin de los países más y menos dadivosos
La organización Charities Aid Foundation (CAF) elabora cada año un Índice Mundial de la Generosidad, donde clasifica el altruismo de las naciones en base a tres criterios: porcentaje de ciudadanos del país que han donado dinero; porcentaje que ha hecho servicios de voluntariado; y porcentaje que ha ayudado a alguien con quien no guardaba relación directa.
En los tres últimos años, el ganador ha sido Birmania, donde un 70 % de la gente ha cumplido alguna de esas tres premisas. El segundo es Estados Unidos, con un 61 %, y el tercero, Australia (60 %). España no va bien: ocupamos el puesto 79, con un descenso de 32 puntos respecto a la edición anterior. Aun así, el informe señala que, “por primera vez, más de la mitad de la población de 140 países declara haber ayudado a un extraño, el número de personas que hace voluntariado ha alcanzado un récord y la cifra de los que dan dinero también ha subido, aunque ligeramente”.
SUFRIMIENTO Y EMPATÍA. Al valorar los mecanismos que disparan el instinto de generosidad, Simon Ward, director de CAF, recuerda que Birmania y Norteamérica han sufrido catástrofes naturales en los últimos años. En su opinión, experimentar un desastre en carne propia nos hace más receptivos cuando afecta a otras personas. El terremoto de Lorca o el vertido del Prestige dispararon el altruismo en España. Pero el goteo de desgracias individuales y familiares que ha traído la crisis económica también ha aumentado el número de ayudas humildes, pero significativas. Porque la tragedia cotidiana impulsa la pequeña generosidad cotidiana.