7 preavisos de maltrato
Dominación, humillación, amenaza latente... Los comportamientos de algunos hombres con respecto a sus compañeras son el preludio de agresiones físicas. Aprender a identificarlos puede ser vital para la víctima.
A menudo, las actitudes de algunos hombres con su pareja anuncian la futura violencia física. Identificarlas puede ser vital para la víctima.
La violencia de género, una de las grandes lacras de nuestra sociedad, siempre viene precedida de una serie de señales de alarma. Porque antes de llegar a la agresión física, el maltratador ha ido estableciendo las bases de una relación sexista, de dominación. Los golpes y las palizas son el colofón a actos previos también inadmisibles en el mundo moderno, pero que muchas veces no son tenidos en cuenta como malos presagios. A continuación, se exponen algunas de las conductas que debemos considerar como indicios de futura violencia machista, que el año pasado se cobró 53 vidas en nuestro país.
1 CULPABILIZACIÓN.
Día a día, el maltratador consigue convencer a su compañera de que es responsable de todo lo malo que sucede. De ese modo, la víctima va adquiriendo progresivamente la creencia de que sus defectos justifican los arrebatos de ira del agresor, según los expertos.
Una de las tácticas habituales de este tipo de acoso emocional es el llamado doble vínculo: cualquier comportamiento tiene castigo. Por ejemplo, si ella le da un beso, él se quejará de que es demasiado empalagosa, y cuando no lo hace, de que se muestra fría.
2 AISLAMIENTO.
El agresor logra dejar sola a la mujer desde el punto de vista emocional. Es un boicot que se va instalando poco a poco: entre los miembros de la familia, los amigos, los compañeros de trabajo…
Al maltratador le cae mal todo el entorno de su compañera, y va así introduciendo excusas para que ella se aleje de las personas que lo forman. Cualquier intento de quedar con amistades o parientes se frustra siempre por problemas que se imponen como razones objetivas. Así, la víctima deja de relacionarse con aquellos que la podrían ayudar cuando se produzca el primer episodio de violencia.
3 VISIÓN ÚNICA.
Desde el estilo de vida hasta el manejo del dinero, pasando por el disfrute del ocio o la sexualidad, todos los asuntos cotidianos se juzgan desde un solo punto de vista: el del hombre. Este impone sus criterios a través de un lenguaje caracterizado por expresiones impersonales y absolutistas, como “las cosas se hacen así” o “hay que pensar como yo”.
Poco a poco, el miembro masculino de la pareja consigue implantar la sensación de que él tiene la verdad absoluta, y cualquier desviación se considera una aberración.
4 DICTADURA CASERA.
Antes de serlo, el agresor ha logrado que la vida de pareja gire en torno a él. Sus estados de ánimo determinan el día a día: cuando viene enfadado, todo se paraliza para no incrementar su enfado; y si viene contento, su compañera respira aliviada.
Pero también es el fiel de la balanza en las relaciones externas: el maltratador tiende a caer muy bien o muy mal a los demás, exhibe comportamientos exagerados y consigue que la actividad social de la pareja bascule alrededor de esos extremos.
5 INTIMIDACIÓN.
La pareja solo funciona cuando ella acepta con sumisión lo establecido por él. Cualquier mínimo desacuerdo genera una tensión exacerbada: aunque la víctima intente hablar con calma y explicar su postura, la reacción del futuro agresor la intimida. A la postre, eso produce una sensación latente de amenaza.
Al final se imponen los tabúes: asuntos de los que no se puede hablar porque él ha impuesto una especie de leydelsilencio sobre ellos. El juicio crítico de la otra persona queda anulado.
6 DENIGRACIÓN.
El maltratador siempre busca satisfacer sus inmensas ansias de poder. Por eso controla cada detalle de la vida de la mujer: cómo tiene que vestirse, con quién tiene que relacionarse, de qué manera debe hacer su trabajo, etcétera. Y con el fin de imponer esa hegemonía, utiliza a menudo la humillación: minusvalora continuamente el criterio de la víctima para que dude sobre su capacidad de tomar decisiones. La pone en evidencia delante de familiares y amigos, se ríe de sus opiniones o la desautoriza delante de los hijos.
7 LA LEY DEL MIEDO.
Antes incluso de recibir la primera agresión física, el sentimiento preponderante es el temor. La relación que en un principio se basaba en el amor acaba girando hacia el miedo.
La víctima siente que es imposible la negociación y que solo hay una estrategia posible: el acatamiento. Su mente se dedica a intentar adivinar continuamente qué es lo quiere la otra persona –el maltratador pocas veces manifiesta sus necesidades o sentimientos: los impone mediante actos–, porque teme las represalias si su compañero se siente frustrado. Imagina las posibles acciones que este puede perpetrar y monta toda una vida donde el único objetivo es evitar esas reacciones que la atemorizan.