Los nuevos monstruos de Edison
Algunos muñecos parlantes que reconocen lo que dicen los niños y conversan con ellos graban las charlas y las envían a terceros, que las aprovechan comercialmente.
Una de las obsesiones de Thomas Edison fue hacer una muñeca parlante. La que finalmente produjo en abril de 1890 le costó gran parte de su fortuna y estuvo a punto de arruinar su carrera. Sus pequeños monstruos, como las bautizó el inventor, medían poco más de medio metro y pesaban casi dos kilos. Tenían cara de porcelana y brazos de madera, incrustados en un torso metálico con una especie de colador que hacía de altavoz.
El pecho de la muñeca escon
día una versión en miniatura del fonógrafo que Edison había inventado tres años antes. Era un cilindro con forma de anillo que almacenaba el sonido en un surco en espiral. Al girar la manivela que tenía en la espalda, una aguja hacía sonar nanas grabadas por niñas. Pero la muñeca fue un fracaso comercial. Era pesada y cara, y las versiones mecánicas de las nanas infantiles aterraban a los pequeños.
Los bisnietos de los mons
truos de Edison mantienen conversaciones cada vez más complejas, a menudo a través de aplicaciones que se conectan a internet. Los niños del siglo XXI están acostumbrados a hablar con sus muñecos y a que estos les contesten. Pero, donde los primeros juguetes parlanchines repetían frases tranquilizadoras de manera aleatoria, como “dame un beso” o “cámbiame el pañal”, los modernos escuchan atentamente lo que dicen sus dueños y lo procesan con sistemas de reconocimiento de voz para contestarles de manera apropiada. Al parecer, algunos de estos ingenios hacen algo más: grabar esas charlas. Las organizaciones de consumidores señalan que las muñecas Cayla y Hello Barbie y el robot i-QUE presentan fallos de seguridad, lo que, por ejemplo, permite compartir las conversaciones con terceros para su explotación comercial. Otros, como los CloudPets, las suben a servidores que las dejan a disposición de cualquiera. En muchos casos, estas se usan para introducir marcas y productos en la vida de los niños. Además, existe la posibilidad de que alguien se conecte a través de los muñecos para hablar con los más pequeños cuando están solos. Los nuevos juguetes parlantes ya no asustan a los niños con rimas inquietantes, sino que los seducen con voces ajenas. Hasta que no prohíban su venta como ha hecho Alemania con la muñeca Cayla, es importante sacar a todos esos monstruos de su habitación.