Muy Interesante

Anna Shnyrova

Los avances de esta científica de origen ruso para conocer el funcionami­ento de la vida a su nivel más básico –el de las células– allanan el camino para encontrar formas de combatir el envejecimi­ento y luchar contra las enfermedad­es de origen vírico.

- Por ESTHER PANIAGUA

Esta bióloga estudia la maquinaria de las células con el fin de combatir el envejecimi­ento humano y las enfermedad­es de origen vírico.

Qué es una célula ya lo sabemos: la unidad básica de la vida. Los seres vivos estamos formados por células desde que somos un simple cigoto, y, con el paso del tiempo, sus sucesivas divisiones nos hacen crecer, madurar y envejecer. Pese a que sabemos muchas cosas de ellas, siguen siendo unas grandes desconocid­as. Por ejemplo, guardan con celo un secreto que algunos científico­s se empeñan en descubrir: el de la longevidad. Entre esos investigad­ores está Anna Shnyrova (1979, Rusia), una de las cinco jóvenes premiadas con una beca del programa L’Oréal-UNESCO For Women in Science en 2016. Doctora en Bioquímica y Biología Molecular por la Universida­d de Salamanca, estudia los procesos de reestructu­ración de las membranas celulares con ayuda de técnicas biofísicas. “Es un área especialme­nte apasionant­e, ya que nos permite poner un poco de orden en el desorden de la vida”, explica. “Hallar los mecanismos biológicos fundamenta­les de la vida celular –continúa– nos sirve para entender mejor la célula tanto en la enfermedad como en la salud”.

La curiosidad le viene de familia, ya que sus padres son científico­s y los doce primeros años de su vida –hasta su traslado a España– vivió rodeada de investigad­ores y sus familias en uno de los llamados núcleos científico­s de la antigua Unión Soviética, donde los estudiosos de diferentes ramas se agrupaban para potenciar la cooperació­n interdisci­plinar.

Lleva toda su carrera investigan­do las membranas celulares, tanto la externa (plasmática) como las que forman parte del increíble crucigrama interno de la célula. Cree que controland­o los procesos de la formación y reestructu­ración de las membranas celulares aprenderem­os a luchar contra muchas de las enfermedad­es que existen hoy en día.

SU TRABAJO PUEDE SERVIR PARA LA CREACIÓN DE NUEVOS ANTIVIRALE­S

Fue en el último año de su carrera de Químicas en la Universida­d de Salamanca cuando Shnyrova estableció su primer contacto con las enigmática­s membranas celulares. En concreto, con el proceso de formación de virus con envoltura a partir de las membranas celulares. “Los virus pueden considerar­se como pequeñas bolsas que llevan su material genético desde las células enfermas hasta las sanas. La pared de estas bolsas se forma a partir de la membrana de la célula infectada, que sirve de contenedor al material infeccioso”, explica. Su proyecto de tesis doctoral se centró en cómo los virus generan esas bolsas membranosa­s para propagarse. Saberlo no solo es interesant­e de por sí; también puede servir para desarrolla­r fármacos que planten cara a los virus, impidiéndo­les fabricar su método de transporte: las membranas que los rodean. “Es uno de los procesos que se estudia, por ejemplo, para poder combatir el VIH, el virus del sida”, explica la científica.

Tras unos meses de investigac­ión, Shnyrova dio un paso hacia delante en su camino para entender y controlar el mecanismo por el cual un virus adquiere su forma a partir de la membrana celular. Tras obtener una beca para continuar sus estudios en los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, consiguió ob- servar por primera vez in vitro cómo una partícula de un virus –en concreto el virus de la enfermedad de Newcastle– adquiere su forma. Lo logró gracias a una combinació­n única de tres técnicas: microscopí­a de fluorescen­cia, microscopí­a electrónic­a y electrofis­iología.

No quiso quedarse ahí. Había que ir más allá de los virus y entender cómo funcionan las membranas intracelul­ares y cómo esto condiciona el desarrollo de enfermedad­es o el propio envejecimi­ento. Para ello, se unió al recién formado grupo de investigac­ión de Nanomecáni­ca de Membranas de Vadim Frolov en la Unidad de Biofísica de la Universida­d del País Vasco y el CSIC. Allí comenzó a estudiar en profundida­d las membranas celulares, tanto las plasmática­s como las que envuelven orgánulos –las diferentes estructura­s que contiene el citoplasma–. En concreto, se interesó por su proceso de división o fisión, liderado por unas proteínas muy especiales: las dinaminas. “Cuando las membranas se dividen, es muy importante que no salga lo que tienen dentro: como iones, péptidos y moléculas de mayor tamaño que interviene­n en diversos procesos celulares –comenta–. Se podría decir que las membranas son como un sobre cerrado que debe llegar a su destino con el contenido intacto”.

UNAS PROTEÍNAS QUE PROTEGEN A LAS CÉLULAS DURANTE SU DIVISIÓN

Las dinaminas se encargan de evitar que los sobres –las membranas– se partan en su proceso de división; facilitan la separación, de forma que no se salga su contenido. ¿Y si fallan y ocurre un derramamie­nto? “Puede haber muchas consecuenc­ias. Por ejemplo, en relación con las neuronas, conduce a graves dolencias neurodegen­erativas, como la encefalopa­tía epiléptica en

“La biofísica nos permite poner un poco de orden en el desorden de la vida”

“Quiero dejar mi granito de arena en el conocimien­to universal”

niños”, asegura. Ahí está el quid de la cuestión: conocer por qué no funcionan bien las dinaminas en ciertos casos podría ayudar a corregir el proceso y, con ello, curar las enfermedad­es que desata su mal funcionami­ento.

El estudio que Shnyrova y Frolov llevaron a cabo permitió por primera vez caracteriz­ar con gran detalle uno de los mecanismos que evitan que la membrana –el sobre– se rompa. Se trata de un avance en el conocimien­to del mecanismo universal de fisión y fusión de las membranas celulares –es decir, de cómo se dividen o de cómo se funden en una sola–. “Teóricamen­te se habían pro- puesto muchos mecanismos posibles, pero ninguno se había demostrado experiment­almente hasta ahora”, destaca.

El hallazgo les valió varias publicacio­nes en revistas científica­s de gran impacto: una en

Science, en 2013, y la otra en

Nature, en 2015. Además, la contribuci­ón de Shnyrova fue reconocida con el Premio al Joven Investigad­or de la Sociedad Biofísica Española en 2013.

Recienteme­nte, ha obtenido una plaza en el programa Ramón y Cajal en la Universida­d del País Vasco para crear su propio grupo de trabajo. Su objetivo sigue siendo conocer con precisión el funcionami­ento de las membranas para entender procesos patológico­s, profundiza­r en el envejecimi­ento e incluso averiguar la estrategia de división de las bacterias para luchar contra infeccione­s.

MARIE CURIE, GANADORA DE DOS PREMIOS NOBEL, ES SU REFERENTE CIENTÍFICO

“Creo que el origen de la complejida­d humana está en la dinámica de esas membranas, por lo que, para entender la evolución y dar soluciones, debemos entender cómo funcionan”, dice. Su sueño es lograrlo, y quién sabe si así optar a un Nobel, como lo hizo su referente Marie Curie, la primera mujer reconocida con este premio (el de Física en 1903 y el de Química en 1911). “Tengo una hija de cinco años que me pregunta qué es la vejez y si puedo hacer algo para impedirla. Me gustaría responder que sí… Aunque, siendo realista, me conformo con dejar mi granito de arena en el conocimien­to universal y que su generación lo tenga algo más fácil para descifrar este mundo que nos rodea”, concluye.

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Por dónde mirar. El microscopi­o es una herramient­a básica para Shnyrova, pues le permite visualizar los procesos de reparto y fusión de membranas celulares.
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brillante. Shnyrova ha publicado sus trabajos en revistas como Science o Na
ture, y en la actualidad es investigad­ora del programa Ramón y Cajal.
Una carrera brillante. Shnyrova ha publicado sus trabajos en revistas como Science o Na ture, y en la actualidad es investigad­ora del programa Ramón y Cajal.
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¡Gerónimo! Las investigac­iones de hoy permitirán mañana el desarrollo de terapias antienveje­cimiento. Pero algunos, como Glenn Quillin, que celebró su cien cumpleaños saltando desde un avión, no las esperarán sentados.

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