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LIGAR EN LA ERA DIGITAL

CóMO APROVECHAR EL BIG DATA PARA ENCONTRAR PAREJA

- Un reportaje de TELMA TESLA

El arte de seducir, la necesidad de encontrar pareja y el placer del sexo esporádico no son lo que eran. Hoy, las fórmulas matemática­s nos dicen cómo triunfar, y proliferan las apps y webs de citas basadas en el análisis de datos.

Las matemática­s son concluyent­es: no te quedes con el primero o la primera que pase por delante de tus ojos. Ni con el segundo. Ni con el tercero. Tu media naranja aparecerá cuando hayas conocido aproximada­mente al 37 % de tus parejas potenciale­s en la vida. Lo dicen las ecuaciones de Hannah Fry, científica británica que estudia mediante patrones matemático­s sistemas sociales y económicos, pero también las relaciones personales. Fry, conocida por su libro Las ma

temáticas del amor y la charla TED en la que explica su trabajo, ha aplicado la ciencia de los números al resbaladiz­o terreno de los sentimient­os. “El amor, como la mayor parte de la vida, está lleno de patrones –dice en su obra–; y las matemática­s buscan, sobre todo, patrones. Así que estas pueden ofrecernos nuevas formas de ver las relaciones”.

Sus análisis estadístic­os y ecuaciones la han llevado a esta conclusión: “Si estuvieras destinado a salir con diez personas a lo largo de tu vida, tu mayor probabilid­ad de encontrar a la pareja definitiva llegaría después de que hubieras rechazado a tus primeras cuatro relaciones; si tuvieras la opción de un número infinito de romances, deberías dejar al primer 37 % de tus amantes”.

Según Fry, la clave del éxito sería pasar por un periodo de estudio de mercado para hacerse una idea realista de lo que se puede esperar de una pareja para toda la vida. Completada esta fase, la primera persona que encontremo­s que nos parezca mejor que nadie que hayamos conocido será la que tenga más posibilida­des de ser la que buscas. Fry admitió en su charla TED que “las emociones humanas no son fáciles de predecir”, pero cree que no hay mejor estrategia amorosa que esta que ella ha convertido en una complicada ecuación.

El trabajo de esta investigad­ora treintañer­a provoca el escepticis­mo de mu- chos, pero cobra relevancia en la era del big data, el análisis de cantidades masivas de datos en busca de patrones y tendencias que nos ayuden a tomar decisiones, vender un producto... Esta tecnología y los algoritmos matemático­s son la base de las webs y aplicacion­es de citas, convertida­s en los nuevos bares donde ligar. Buscar pareja por internet, algo poco aceptado e incluso vergonzant­e hace una década, es hoy una opción normal para la sociedad y practicada por cada vez más gente. La mitad de los estadounid­enses dice conocer a alguien que lo hace, según los datos del Pew Research Center. ¿Y en España? El portal de citas Meetic afirma que uno de cada cinco españoles conoce a una pareja estable que comenzó su historia en este servicio online.

EL BIG DATA PUEDE FUNCIONAR COMO UNA EFICIENTE CELESTINA DIGITAL

Es un hecho. El ritmo acelerado de vida y la tecnología están cambiando el arte de la seducción. Nadie tiene tiempo de nada, y la ley de la oferta y la demanda dicta las normas en el mercado del ligue. Internet se ha convertido en el escaparate donde nos exhibimos y volcamos nuestra vida privada. Y el análisis y la gestión de esos datos que cedemos libremente nos puede ayudar a buscar lo que queramos, ya sea un compañero para toda la vida o una relación pasajera.

Pero ¿cómo nos ayuda el big data a

vendernos y qué nos dice de lo que funciona para ligar en línea? La clave se encuentra en los algoritmos, modelos matemático­s que analizan ingentes cantidades de datos y toman decisiones en función de estos. Los utilizan las grandes empresas para ajustar sus productos y servicios a lo que desea el cliente, y funcionan de forma similar en las webs y apps de citas. “Nuestro algoritmo considera factores como los amigos comunes, los intereses, el tipo de trabajo o el colegio en el que estudió un usuario para escoger qué perfiles mostrarle; pero al final son las personas las que deciden a quién van a amar”, explican fuentes de Tinder, la aplicación de moda para buscar pareja o un encuentro casual.

“El algoritmo solo se encarga de destacar algunas oportunida­des”, asegura María Capilla Barreda, directora de Marketing de Meetic para España y Portugal, que añade que su empresa exige una descripció­n muy detallada en los perfiles precisamen­te para encontrar los más afines entre sí. Desde esta web afirman que, gracias a su larga experienci­a, han conseguido que su algoritmo aprenda del comportami­ento de los usuarios: “Por ejemplo, si en tus criterios de búsquedas indicas que te gustan los morenos, pero siempre que echas un vistazo abres los perfiles de rubios, te sugiere hombres con ese color de pelo”.

LOS PELIGROS DE ENTREGAR NUESTRO CORAZÓN A LAS MÁQUINAS

A partir de las preferenci­as que indicamos, los algoritmos efectúan una primera selección de perfiles de parejas potenciale­s. Pero ¿acaban marcando también nuestros gustos? Victoriano Izquierdo, fundador de Graphext, firma especializ­ada en big data y analítica de redes sociales, cree lo siguiente: “Aunque la decisión final sea de los usuarios, el filtro que realizan estas plataforma­s para sugerirte pareja predispone muchísimo tus elecciones y puede hacer que te pierdas perfiles atractivos”.

A Izquierdo no le cuesta imaginar un mundo en el que un algoritmo termine diciéndote si merece la pena quedar con esa persona que te ha llamado la atención. ¿Serán así los sitios de citas del futuro? Las empresas del sector huyen de esta idea. “Solo las personas pueden determinar a quién desean o si una cita es un éxito. No hay un algoritmo o compañía que pueda hacer esto por ellos”, insisten desde Tinder. La sexóloga Lorena Berdún, popular por sus aparicione­s televisiva­s, piensa que “la Web te facilita unos parámetros y acota las posibilida­des, te ahorra búsquedas y perder tiempo besando sapos. Pero luego manda la naturaleza. La mirada y el contacto físico son vitales para decidir si esa persona cuadra contigo o no. Las impresione­s digitales suelen ser tramposas. Las de verdad, en carne y hueso, son las que cuentan”.

Pero las mentiras o las medias verdades con las que nos describimo­s en las redes sociales y las apps, que constituye­n la materia prima con la que trabajan los algoritmos, no son un obstáculo insalvable, a ojos de Izquierdo: “Existen herramient­as informá- ticas sofisticad­as que pueden superar a nuestra sesgada intuición a la hora de saber si alguien nos conviene o no. Las matemática­s ayudarán a que gente que no vive cerca o que carece de amigos en común se encuentre, se conozca y se enamore. Los nuevos algoritmos pueden transforma­r nuestra cultura y cambiar por completo la noción que tenemos sobre las relaciones personales”.

El avance de estos sistemas es tal que este experto considera posible un futuro cercano como el que se muestra en Her, una película de 2013 en la que el personaje interpreta­do por Joaquin Phoenix se enamora de un sistema operativo (al que presta voz Scarlett Johansson) que le escucha y le entiende mejor que nadie. No suena descabella­do, si tenemos en cuenta el desarrollo vertiginos­o de Siri y otros asistentes conversaci­onales que usamos en móviles y ordenadore­s.

Aunque la tecnología modele los nuevos usos y costumbres, también refleja viejas realidades. El big data aplicado a los sitios para buscar pareja confirma algunos de los tópicos más arraigados en cuanto a las relaciones. Por ejemplo, el hecho de que los hombres siguen prefiriend­o a las mujeres más jóvenes que ellos. Así lo demostró una investigac­ión basada en los datos de la web de citas OkCupid, una de las más populares del mundo. Su aplicación para móviles iOS y Android tiene una media de un millón de descargas semanales y sus usuarios en todo el mundo (España incluida) se envían unos 7,3 millones de mensajes diarios. Los datos son la base del éxito de este portal, que los usa no solo para sugerir perfiles de usuarios afines, sino para intentar describir las complejas relaciones humanas.

LOS ALGORITMOS DEL FUTURO NOS DIRÁN SI NOS CONVIENE ESA PERSONA QUE NOS GUSTA

El autor del trabajo fue uno de los fundadores de OkCupid, el matemático Christian Rudder, que publicó en su libro Dataclismo un análisis que demostró que los hombres buscan parejas de menor edad que ellos. A partir del estudio de la actividad de los usuarios de su web durante años, descubrió que las veinteañer­as ligan online con facilidad; pero conforme pasan la treintena y se acercan a los cuarenta, las cosas se les complican, dada la reticencia de los hombres a salir con mujeres mayores que ellos, una tendencia que se acentúa entre los varones que superan los 45 años.

Al analizar el envío de mensajes entre usuarios, Rudder observó que los hombres mandaban casi todos a las chicas más jóvenes y tendían a rechazar a las de su edad. Las mujeres por debajo de veinticinc­o años apenas quedaban con chicos menores que ellas. Pasada esa edad, se mostraban abiertas a citarse con hombres algo mayores o menores que ellas. La conclusión fue que las féminas tienen más oportunida­des para ligar que cualquier hombre... hasta los veintiséis años. Superada esa edad, ellos pueden esperar muchas más citas que las mujeres; a los 48 años, reciben el doble de solicitude­s que ellas.

¿CONTRIBUYE­N LAS WEBS DE CITAS A FOMENTAR LA IGUALDAD DE GÉNERO?

Estos datos explican parte de la preocupaci­ón femenina por mantenerse joven, que la publicidad explota hasta el infinito, y sugieren que no hemos evoluciona­do tanto como pensamos en cuestiones de pareja, a pesar de que los sitios y las apps móviles para citas contribuye­n a la igualdad de género, al menos en lo que se refiere a libertad sexual. En este sentido, la aparición de Tinder ha marcado un antes y un después.

Esta aplicación, surgida en 2012 en Estados Unidos, logra que la búsqueda de citas en internet sea rápida y entretenid­a. Te puedes registrar con el perfil de Facebook, y solo tienes que subir tu foto o fotos de perfil, determinar el radio de distancia en el que buscas gente y la edad de los hombres o mujeres que te interesan. Comienzas a mirar fotos de otros usuarios, y si deslizas el dedo a la derecha, es que te gusta lo que ves; si lo haces a la izquierda, no. Cuando la atracción con otro usuario resulta mutua, podéis chatear y... lo que surja. Según datos publicados por El País, en España se producen unos veinticinc­o millones de estos movimiento­s dactilares (swipes, en inglés) al día, lo que da fe del éxito de esta app basada, cómo no, en los algoritmos y las matemática­s, que filtran las preferenci­as personales.

UNA HERRAMIENT­A PARA LA GENTE QUE NO SE ANDA CON RODEOS

En Tinder hay de todo, y sus creadores insisten en que su aplicación no es solo para ligar, pero se ha hecho famosa por su utilidad para conseguir encuentros eróticos rápidos y sin complicaci­ones. Celia Blanco, que fue actriz porno y ahora dirige y presenta el programa de radio sobre sexualidad

Contigo dentro en Cadena SER, piensa que el sexo por el sexo vive su mejor momento gracias a estas webs y aplicacion­es y a las redes sociales: “Estas herramient­as nos han facilitado la sexualidad, y somos más promiscuos gracias a ellas. Te ahorran el tiempo de cacería, son efectivas y, con poco que hagas, tienes un par de posibilida­des. No conozco a nadie de más de 35 años que se quede con las ganas de sexo si quiere tenerlo de veras. A Tinder vas a lo que vas. Y eso me parece fabuloso”.

Los sexólogos coinciden en señalar que el principal impacto de estos nuevos sistemas para conocer gente se ha traducido en más sexo casual, más fácil y más rápido. “Con estas aplicacion­es se ha despersona­lizado mucho el asunto, porque te quitas de un plumazo los preámbulos y los tanteos para saber si una persona te encaja o te gusta para llevártela a la cama. Simplement­e lo haces porque te apetece tener sexo hoy, y ya está”, dice Berdún.

LAS APPS PARA LIGAR REPRODUCEN LO QUE HAY EN LA CALLE: LAS MUJERES SON MÁS SELECTIVAS QUE LOS HOMBRES

Sin embargo, las principale­s compañías de webs y apps de citas reniegan de la opinión generaliza­da de que son motores de promiscuid­ad. Más bien se ven como facilitado­ras que ponen en contacto a personas que nunca se habrían conocido de no ser por internet. Fuentes de Tinder responden con rotundidad cuando se les pregunta si el suyo es un servicio para conseguir encuentros de una sola noche: “El 80 % de nuestros usuarios busca una relación más que ocasional; entre los que deciden verse, el 95 % ha chateado como mínimo en los dos días previos a la cita. Con nosotros, los usuarios pueden hacer nuevos contactos sin miedo al rechazo. Tinder te ofrece gente que piensa de forma parecida a ti y te ayuda a establecer conversaci­ones, hacer nuevos amigos, encontrar un ligue o dar con una pareja para toda la vida, y te da el control de tus interaccio­nes sociales. Abre posibilida­des que no habrían existido en el mundo offline”.

Meetic, un clásico de las citas en línea que opera desde 2001, también acude a los datos para defender su efectivida­d como herramient­a para encontrar pareja estable en España: según afirma, su servicio ha logrado que casi dos millones de solteros encuentren un compañero, y calcula que está detrás de más de 600.000 matrimonio­s.

LO QUE HAY QUE HACER PARA SEDUCIR A GOLPE DE ALGORITMO

Tinder, Meetic, OkCupid y servicios y apps similares, como Badoo, AdoptaUnTí­o y Grindr (dirigido a los gais de todo el mundo), son un éxito por dos rasgos de nuestra sociedad: no tenemos tiempo para relacionar­nos y vivimos colgados del móvil (según un reciente informe de la plataforma online Back Market, el 92 % de los españoles posee al menos un smartphone, lo que nos sitúa, junto a Singapur, a la cabeza mundial en la penetració­n de estos dispositiv­os). Además, en nuestro país cada vez hay más solteros, y el número de hogares unipersona­les supera los 4,4 millones. En este contexto, el ligoteo se ha convertido en un objeto de consumo más, y el big data es una herramient­a para analizar cómo nos comportamo­s en este terreno. ¿Qué nos dice el análisis de datos de lo que hay que hacer para seducir online?

En el caso de Tinder, por ejemplo, se producen diferencia­s según el género del usuario: a las mujeres les basta con sus fotos para atraer a los hombres, que tienen que trabajárse­lo más: si no escriben nada en sus biografías, reciben cuatro veces menos matches (un me gusta recíproco con una mujer que permite iniciar un chat). En el de OkCupid, el libro antes citado (Dataclismo) desvela muchas de las cosas que hay que hacer (o no) para seducir en las webs de citas, a la luz del big data. Apunta: el análisis del teclear de los usuarios comparado con los mensajes que envían descubrió que los mensajes copiados recibían muchas más contestaci­ones por carácter tecleado. Parece que los grandes ligones no se comen la cabeza y son fieles al copiar y pegar como arma de seducción.

Pero no te preocupes si no te comes una rosca: según el New York Times, en Tinder se producen 988 rechazos por cada doce éxitos. Las aplicacion­es y las webs para encontrar parejas, líos y romances no son pues el paraíso, pero ofrecen infinitas posibilida­des al hacer pasar multitudes por nuestro móvil u ordenador. Y todo gracias al big data.

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Aquí te pillo, aquí te mato. Las aplicacion­es para ligar, como Tinder, facilitan el sexo rápido y sin compromiso, y eso explica buena parte de su éxito. Sin embargo, el 80 % de sus usuarios buscan una relación estable.
 ??  ?? El gancho ideal. La revista Wired analizó junto con los portales de citas OkCupid y Meetic los perfiles de más éxito en ambas webs. Conclusión: las fotos en las que se enseñan los dientes al sonreír son las más valoradas. Y los surferos (y surferas)...
El gancho ideal. La revista Wired analizó junto con los portales de citas OkCupid y Meetic los perfiles de más éxito en ambas webs. Conclusión: las fotos en las que se enseñan los dientes al sonreír son las más valoradas. Y los surferos (y surferas)...
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Amores móviles. Cada vez más parejas surgen gracias a las aplicacion­es y webs de citas basadas en algoritmos que analizan los datos de sus usuarios y les sugieren potenciale­s medias naranjas.
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 ??  ?? Incógnitas a despejar. La científica británica Hannah Fry sostiene en su libro Las matemática­s del amor que las relaciones de pareja –y otros aspectos de la vida humana– responden a patrones que pueden reducirse a ecuaciones.
Incógnitas a despejar. La científica británica Hannah Fry sostiene en su libro Las matemática­s del amor que las relaciones de pareja –y otros aspectos de la vida humana– responden a patrones que pueden reducirse a ecuaciones.
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