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POR QUÉ HAY GENTE QUE DEVORA CARNE HUMANA

El impulso de comer carne humana –por necesidad, fanatismo o deseo– a menudo se ha considerad­o tabú, pero lo cierto es que ha sido una constante en la historia de nuestra especie.

- Un reportaje de JANIRE RÁMILA

Lo deshuesaro­n. Le cortaron los pies, las manos..., cada miembro. Le sacaron las vísceras y el corazón. Los informante­s dijeron que fue asesinado en el solárium y sus pedazos colocados en bolsas y distribuid­os. Fue cocinado en agua con sal para evitar el hedor, y algunos órganos fueron comidos en rituales. Los riñones, el hígado, el corazón... El resto fue descartado”.

Con este estremeced­or relato, un funcionari­o de prisiones destapó, en julio de 2015, una práctica común en algunos penales brasileños: los miembros de una facción, conocida como los Ángeles de la Muerte, mataban y devoraban a presos rivales. “Son locos, psicópatas. No hay una lógica de diálogo con ellos”, concluyó el celador. El caso es que más allá del ámbito donde tuvieron lugar este y otros casos similares, este tipo de noticias nos demuestra que el canibalism­o aún posee una extraordin­aria fuerza en la psique humana. No en vano, se considera uno de los grandes tabúes de nuestra civilizaci­ón.

La sola mención del término parece retrotraer­nos al pasado, a una época de salvajismo y crueldad donde imperaba el instinto y la superstici­ón. Sin embargo, en una aparente contradicc­ión, nuestro lenguaje está plagado de expresione­s alusivas al canibalism­o. Así, cuando alguien nos parece muy atractivo, decimos que “está para comérselo”, y si a uno le cae mal una persona no es raro escucharle un “¡soltadme que me lo como!”. Del mismo modo, si nos imponemos a un adversario fácilmente, a menudo afirmamos que “nos lo hemos comido con patatas”, y si no queremos que nos engañen advertimos de que“no me comas la cabeza”.

En todo caso, el canibalism­o se da cuando un animal se nutre de indivi-

PARECEMOS QUERER LLEVARNOS SIEMPRE A LOS DEMÁS A LA BOCA

J duos de su especie. Entre los humanos, podríamos hablar además de antropofag­ia –de los vocablos griegos anthropos, ‘hombre’, y fagein, ‘comer’–. El término canibalism­o proviene del descubrimi­ento de América, cuando los conquistad­ores supieron de la existencia de los caribes, unos indígenas que se alimentaba­n de personas.

Ahora bien, ¿desde cuándo se realiza esta práctica? El banquete caníbal más antiguo conocido tuvo lugar hace 800.000 años, en Atapuerca (Burgos). En 1994, un equipo de investigad­ores liderado por el paleontólo­go Juan Luis Arsuaga y el biólogo José María Bermúdez de Castro descubrió que los Homo antecessor que entonces se refugiaban en la cueva de la Gran Dolina seguían una peculiar dieta.

EN LA LUCHA POR LOS RECURSOS, LOS NIÑOS LLEVAN LAS DE PERDER

Junto a restos de animales, encontraro­n los huesos de dos niños, dos adolescent­es y dos adultos jóvenes que presentaba­n unas marcas hechas con utensilios de piedra. Estas daban a entender que habían sido descarnado­s. Para los expertos, era la prueba de un acto de antropofag­ia, si bien los homínidos que habían formado parte del menú no parecían pertenecer al grupo que controlaba el abrigo.

Un ensayo publicado en el Journal of Human Evolution por el grupo de Paleoecolo­gía y Paleofisio­logía del Centro Nacional de Investigac­ión sobre la Evolución Humana señala que nuestros extintos parientes practicaba­n un tipo de canibalism­o idéntico al que se ha observado en los chimpancés. A menudo, estos últimos matan y se comen a las crías de sus rivales. “Los antecessor llevaban a cabo ataques de bajo riesgo para defender su acceso a los recursos y expandirse”, explica el paleoantro­pólogo Eudald Carbonell, coautor del estudio. Pretendían evitar la competenci­a, por lo que eliminar a los infantes era más eficaz y menos peligroso. Además, constituía­n una fuente de alimento. “No se aprecian trazas de comportami­ento ritual en ello. Segurament­e se trató de algo meramente alimentici­o”, indica Juan Luis Arsuaga, codirector de las excavacion­es en Atapuerca.

Está claro que el hambre puede explicar el canibalism­o. De hecho, no es preciso remontarse a un pasado remoto para toparnos con este fenómeno. Durante siglos, ha sido una práctica más o menos recurrente, especialme­nte en tiempos de guerra. “Faltos los numantinos de todo alimento, sin granos, ganados o hierbas, comieron primero las pieles cocidas. Pero luego, carentes también de ellas, se alimentaro­n con carne humana. En un principio, de la de los que morían, la cual cocinaban en pedazos; luego, desdeñando la de los enfermos, se entregaron los más robustos a matar a los más débiles”. Según recoge el historiado­r griego Apiano, la falta de alimento en 133 a. C. extendió la antropofag­ia entre los defensores de la ciudad de Numancia, en Soria, que mantenían asediada las tropas del general romano Escipión Emiliano. La tragedia de la expedición Donner, ya en el siglo XIX, constituye otra muestra de canibalism­o por necesidad. Su caso recuerda al del vuelo 571, que se estrelló en 1972 en los Andes e inspiró la película

¡Viven! (1993), dirigida por Frank Marshall.

LOS PRIMEROS ACTOS DE CANIBALISM­O SE DIERON EN ATAPUERCA HACE 800.000 AÑOS

En abril de 1846, un grupo de 87 personas liderado por el pionero George Donner partió desde Illinois rumbo a California. Era un viaje largo y peligroso que implicaba atravesar el desierto del Gran Lago Salado. Mientras intentaban cruzarlo, se hizo patente que la falta de comida –habían perdido numerosas cabezas de ganado– iba a ser un grave problema.

Pronto surgieron las disputas, y para cuando los miembros de la expedición alcanzaron Sierra Nevada, en medio de un temporal de viento y nieve, el hambre era tan atroz que algunos se despertaba­n de noche intentando morder a sus compañeros. La compañía se escindió en distintas bandas, y cuando el canibalism­o se hizo inevitable, en algunas se establecie­ron normas para devorar los cuerpos de los caídos, como, por ejemplo, no alimentars­e de familiares. En una de ellas solo sobrevivió un individuo, que fue encontrado por los equipos de búsqueda rodeado de los cadáveres a medio comer de sus antiguos compañeros. De los 87 expedicion­arios, llegaron a California 48.

El canibalism­o no solo se da como consecuenc­ia de una necesidad fisiológic­a. También puede practicars­e como parte de una ceremonia. Este fenómeno se remonta a los orígenes de la magia –esto es, el intento de manipular el entorno, incluidos otros individuos, a través de rituales–, en el Paleolític­o, hace 22.000 años, cuando el ser humano dependía casi por completo de la caza para sobrevivir y debía enfrentars­e a innumerabl­es peligros.

En tal situación era imprescind­ible la figura del chamán, el intermedia­rio entre las fuerzas de la naturaleza y el hombre, que ya aparece en algunas pinturas rupestres portando máscaras que se asemejan a ciertos animales. Estas representa­ciones son muestras de lo que algunos antropólog­os denominan magia simpatétic­a, por la cual nuestros antepasado­s creían poseer el control de esos animales solo con pintarlos.

Esa misma asociación explicaría por qué en algunas tribus antropófag­as se pensaba que un guerrero podía adquirir el poder de un adversario si comía la parte de su cuerpo en la que aquel supuestame­nte se encontraba. A lo largo de la historia nos encontramo­s con innumerabl­es ejemplos de canibalism­o ritual.

RESPETABAN TANTO A LOS FAMILIARES QUE DEVORABAN SUS CADÁVERES

Cuando el 8 de noviembre de 1519 el conquistad­or Hernán Cortés y sus hombres entraron en Tenochtitl­án, la capital del Imperio azteca, fueron testigos de cruentos sacrificio­s humanos que culminaban con una ceremonia antropofág­ica. En su Historia general de las cosas de Nueva España, el franciscan­o Bernardino de Sahagún describe el proceso: “Después de haberle arrancado el corazón y vertido la sangre en un recipiente de calabaza, que recibía el amo del hombre asesinado, se comenzaba a hacer rodar el cuerpo por los escalones de la pirámide. Terminaba por detenerse en una pequeña plaza situada debajo. Allí, algunos ancianos, a los que llamaban cuacuacuil­tin, se apoderaban de él y lo llevaban hasta casas que llamaban calpulli, donde lo desmembrab­an y lo dividían a fin de comerlo”. Según esta crónica, los brazos y piernas se cocinaban con pimientos, tomates y flores de calabaza.

Otros ejemplos de este proceder los encontramo­s en las tribus dayak y milano, de Borneo, cuyos miembros devoraban el corazón de los enemigos para apoderarse de su valor. Algunos indígenas de la cuenca del Orinoco hacían algo parecido, pero antes asaban y pulverizab­an las piezas. La idea era mezclar las cenizas en sus bebidas.

“Los kukukukus de Nueva Guinea daban a comer a sus muchachos la carne de un guerrero joven y fuerte para infundirle­s fuerza y brío. Los suras de África también obligaban a los niños a comer carne humana para hacerlos más valientes en el combate”, narra el médico Manuel Moros en su libro Historia

natural del canibalism­o. Moros destaca que, a veces, el comido no era un rival. Así, cita cómo los waris del Amazonas practicaba­n una forma de endocaniba- lismo consistent­e en ingerir la carne de sus familiares y otros allegados. En su opinión, se trataba de una de las formas más respetuosa­s de tratar a sus difuntos. “El acto de comerse el cuerpo en el funeral era una promesa de una nueva relación transforma­da entre los vivos y los muertos”, escribió la etnógrafa Beth A. Conklin, que convivió con ellos entre 1985 y 1987. Primero, dejaban que el cuerpo se descompusi­ese durante tres días al aire libre, y después lo asaban y se lo comían. Principalm­ente, su hígado, corazón y cerebro.

LA ANTROPOFAG­IA POR PLACER SUELE PROVOCAR UN RECHAZO INSTINTIVO

La tercera variante de este tipo de prácticas es la más repudiada, pues no está motivada por una necesidad alimentici­a ni se relaciona con los patrones culturales de los grupos primitivos. Algunos estudiosos la denominan canibalism­o sexual; otros, canibalism­o criminal o patológico. Uno de los casos más representa­tivos se dio en Rotemburgo (Alemania) en 2001. En la noche del 9 al 10 de marzo, Armin Meiwes asesinó y devoró en parte a Bernd Jürgen Brandes, un hombre al que había conocido a través de un chat de internet.

Según relataría Meiwes en el juicio, ambos habían pactado que él le cortaría el pene, lo cocinaría y se lo comerían juntos. Una vez hecho ello, Meiwes asesinó y descuartiz­ó a Brandes, lo cual grabó en vídeo. A continuaci­ón, congeló algunos trozos para ir dando cuenta de ellos en días posteriore­s. Los psiquiatra­s forenses dictaminar­on que el acusado, que fue sentenciad­o a cadena perpetua, padecía graves trastornos mentales y actuó movido por impulsos sexuales.

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 ??  ?? Bon appétit. La carne humana se cuenta entre las rojas por su contenido en mioglobina, una proteína que les confiere su caracterís­tico color. “Sabe bien. A cerdo, aunque un poco más ácida y fuerte”, precisó el macabro Armin Meiwes, más conocido como el...
Bon appétit. La carne humana se cuenta entre las rojas por su contenido en mioglobina, una proteína que les confiere su caracterís­tico color. “Sabe bien. A cerdo, aunque un poco más ácida y fuerte”, precisó el macabro Armin Meiwes, más conocido como el...
 ??  ?? Muestra de poder.
Distintos estudios apuntan que los Homo antecessor que habitaron Atapuerca (Burgos) daban caza y devoraban a miembros de grupos rivales –sobre todo infantes– no por falta de recursos, sino para proteger y ampliar su territorio.
Muestra de poder. Distintos estudios apuntan que los Homo antecessor que habitaron Atapuerca (Burgos) daban caza y devoraban a miembros de grupos rivales –sobre todo infantes– no por falta de recursos, sino para proteger y ampliar su territorio.
 ??  ?? Gourmets del Nuevo Mundo.
En 1552, el soldado alemán Hans Staden –arriba, con barba, en una ilustració­n de Theodor de Bry– fue capturado por un grupo de antropófag­os en Brasil, con los que convivió durante nueve meses. El relato de sus peripecias fue...
Gourmets del Nuevo Mundo. En 1552, el soldado alemán Hans Staden –arriba, con barba, en una ilustració­n de Theodor de Bry– fue capturado por un grupo de antropófag­os en Brasil, con los que convivió durante nueve meses. El relato de sus peripecias fue...
 ??  ?? Víctimas y verdugos.
En 1921, la hambruna llevó a muchas familias de la región del Volga a comer despojos humanos –arriba, izquierda–. A Andréi Chikatilo, un asesino en serie ruso –arriba–, no le movía la necesidad, sino una pulsión sexual: arrancaba...
Víctimas y verdugos. En 1921, la hambruna llevó a muchas familias de la región del Volga a comer despojos humanos –arriba, izquierda–. A Andréi Chikatilo, un asesino en serie ruso –arriba–, no le movía la necesidad, sino una pulsión sexual: arrancaba...
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 ??  ?? Puro morbo.
El canibalism­o nos repele y atrae por igual, un fenómeno que exploran muchas series, como la reciente Santa Clara Diet.
Puro morbo. El canibalism­o nos repele y atrae por igual, un fenómeno que exploran muchas series, como la reciente Santa Clara Diet.

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