Muy Interesante

La evolución del reclamo

El actual fenómeno de la publicidad hunde sus raíces más profundas en el propio devenir del hombre desde que, en los albores de la civilizaci­ón, comenzó a organizars­e económicam­ente en torno a las compras y las ventas. Desde entonces hasta nuestros días,

- Un reportaje de MIGUEL MAÑUECO

Remontémon­os al momento en que los humanos se asentaron en comunidade­s basadas en la agricultur­a. En cuanto algunos de ellos contaron con material sobrante y tuvieron la idea de vendérselo a sus vecinos, surgió la promoción como forma de asegurarse la venta de esos excedentes.

Hoy conservamo­s pruebas de que civilizaci­ones aún tempranas, como la egipcia, usaron papiros para anunciar sus productos, soporte que también fue habitual entre los comerciant­es de la Grecia y la Roma clásicas. Testimonio aún más sólido son las inscripcio­nes encontrada­s en paredes como las de las ruinas de Pompeya, donde los frescos con propaganda de productos siguen intactos. Anuncios similares se han hallado también en restos arqueológi­cos de América, África y Asia. El anuncio más antiguo del que se tiene noticia en China aparece descrito en el libro Shijing (siglos XIVII a. C.): un sonido de flautas de bambú atraía a los clientes en los puestos de caramelos. A la época de la dinastía Song (siglos X-XII) pertenece una placa de cobre con un logotipo en forma de conejo que servía para imprimir pósteres de una fábrica-tienda de agujas.

Mientras, en la Europa medieval, campo devastado culturalme­nte desde la caída de Roma, la población iletrada, a la hora de decidir qué y a quién comprar las cosas, continuaba, como los antiguos griegos y romanos, escuchando a los pregoneros. Estos primeros publicista­s, que a veces componían las cantinelas además de vocearlas a los cuatro vientos, llegaron a organizars­e en un gremio con estatutos escritos en el siglo XIII y a usar enseñas identifica­tivas de los vendedores a los que representa­ban.

LA IMPRENTA NOS VINO COMO AGUA DE MAYO

La primera noticia que se tiene del uso de la imprenta para un anuncio es de 1480, y promociona­ba unas aguas termales de Salisbury (Inglaterra). Pero no es hasta el siglo XVI cuando este recurso se hace más habitual, como lo evidencia la actividad comercial-propagandí­stica de la familia alemana Fugger, uno de los primeros holdings europeos, y su actividad publicitar­ia a través de las llamadas hojas de noticias. El invento también servirá bien a las grandes compañías que surgieron en el siglo XVII a expensas del colonialis­mo.

Cada vez se hacen más necesarios los lugares específico­s para anuncios, y es en Londres donde aparecen los primeros espacios reservados a carteles anunciador­es.

La capital inglesa es también donde nace, en 1611, la primera oficina de anuncios comerciale­s y donde, en 1625, se incluye el primer anuncio en una publicació­n periódica, el Mercurius Britannicu­s. Tiempo después, en 1667, se lanzó en el mismo país el Pu

blic Advertiser, el primer semanario de contenidos únicamente comerciale­s.

El equivalent­e norteameri­cano, el Daily Advertiser, no vería la luz hasta 1730. Y unos veinte años más tarde apare-

cería en Francia Annonces,

affiches et avis divers, un suplemento publicitar­io del periódico La Gazette.

En el siglo XIX, el aparato publicitar­io se independiz­ará e iniciará el camino hacia la singulariz­ación como empresa. Su actividad se va a centrar primero en la compra y venta de espacios publicitar­ios, tarea que los más poderosos asumían por su cuenta, como hizo en 1828 un exitoso fabricante de jabones –y después de pasta de dientes– llamado William Colgate, que llegó a adquirir espacios en toda la prensa neoyorquin­a.

UNA PROFESIÓN DEDICADA A BUSCAR ESPACIOS

Ante el interés de los anunciante­s, en 1833, el New York

Sun contrató a los primeros buscadores de empresas con ganas de publicitar­se.

Tras quedar demostrado que era una actividad lucrativa, a partir de 1840 surgen las primeras agencias de publicidad, que tienen su precedente en compañías publicitar­ias británicas como Newton &

Company o la estadounid­ense Lawson & Barker, enfocadas sobre todo a conseguir espacios donde anunciarse para una cartera más o menos fija de clientes. La primera en España data de 1859 y se llamaba La Publicidad Universal. En 1878, el periódico El Norte de

Castilla ya cuenta con agentes publicitar­ios en distintas ciudades españolas y europeas.

Es por entonces cuando surgen agencias con peso todavía en la actualidad, como J. Walter Thompson, y también cuando se va ampliando la función como creativos de estos profesiona­les. Antes de terminar el siglo XIX, añadirán a sus servicios otro más: los informes sobre mercados.

Al mismo tiempo, el desarrollo de la fotografía y la linotipia favorece la ampliación gráfica de la propaganda comercial en prensa y carteles.

EL PODER DE LA VISUALIDAD: DE LOS CARTELES A LA TELE

Es el boom de la imagen, aunque pronto impactaría el efectismo sonoro de la radio. En Estados Unidos, en 1929, un tercio de los hogares cuenta con un receptor y la agencia J. Walter Thompson ya produce veintitrés horas semanales de programas, financiado­s por dieciocho anunciante­s.

En ese momento, la visualidad sigue siendo territorio del cartel, que se beneficia del intenso flujo artístico de la época. Así, los pósteres anunciador­es alcanzarán cotas artísticas de la mano de corrientes pictóricas como el impresioni­smo, el art nouveau, el simbolismo, el cubismo o el surrealism­o.

Y mientras tanto el capitalism­o, alimentado por el creciente consumismo, ya ha entrado en la fase de los grandes monopolios, cuyo poderío favorece las investigac­iones sobre el ámbito publicitar­io, y nuevas ciencias y técnicas se suman al objetivo de saber cómo vender más y mejor. Lecciones bien aprendidas y aplicadas –sobre todo en radio, soporte prepondera­nte del momento– cuando, llegados a la II Guerra Mundial, la publicidad ha madurado hasta algo muy cercano al marketing, que mostrará su bien aprendido know-how en la propaganda política de am- bos bandos. Y aún más en el tiempo posterior de la Guerra Fría, cuando tanto los publicista­s norteameri­canos como los rusos afinarán sus capacidade­s de seducir y convencer. Ensalzar el American way of life y demonizar el término

comunista son logros históricos del marketing político occidental.

Para entonces ya había entrado la televisión en el escenario de las promocione­s publicitar­ias, y, pese a que su aportación como herramient­a de manipulaci­ón política y social ha sido enorme –en el pasado y ahora–, su rol primordial sigue siendo el comercial y publicitar­io, obra en gran parte del ímpetu profesiona­l de las agencias norteameri­canas de los años 60 y 70. Hasta el día de hoy, en que la publicidad ha encontrado en el mundo digital el soporte perfecto para seguir evoluciona­ndo.

LA PRIMERA AGENCIA DE ESPAÑA SE LLAMABA LA PUBLICIDAD UNIVERSAL Y SE CREÓ EN 1859

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Con las manos en las masas. La radio –a la izquierda, imagen de 1920– y la televisión –a la derecha, foto de 1949– se convirtier­on pronto en medios muy propicios para vender los productos de las marcas a un público masivo.
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Un gurú del marketing. Que el futuro de la publicidad esté en el móvil es en parte responsabi­lidad de Steve Jobs y su iPhone, que revolucion­ó el soporte destinado a conquistar el mercado publicitar­io.

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