Muy Interesante

El poder de la línea de comandos

La mayoría de los usuarios interactúa con su ordenador mediante iconos, pero cada vez son más los que optan por los comandos, como se hacía hace décadas.

- Por Marta Peirano

Hace poco me contaron por qué a algunas personas les gusta el cilantro y a otras no. Aparenteme­nte, la culpa la tiene una variación genética localizada en las inmediacio­nes de ocho receptores olfativos que modifica nuestra percepción de esta hierba. Por eso, a unos el cilantro les sabe a primavera, y a otros, a jabón. Pienso que nos ocurre lo mismo con las interfaces gráficas, esa especie de metáfora ideada para facilitar la interacció­n con nuestros ordenadore­s que convierte la pantalla en escritorio; los directorio­s de los discos duros, en carpetas;y el montón de correo, en una bandejadee­ntrada. Hay personas a las que les facilita enormement­e la vida, y hay otras, entre las que me cuento, a las que les genera una profunda confusión. En el principio de todo –parafrasea­ndo el título de un famoso ensayo de Neal Stephenson–, estaba la línea de comandos. La interfaz

era una caja negra y las mismas órdenes, abreviacio­nes de operacione­s habituales – por ejemplo, mk, de makedirect­ory, para crear un directorio–, servían para todos los equipos. La distancia entre el usuario y el proceso que ponía en marcha era corta y, por tanto, la ejecución, rápida y limpia. Con la llegada de las interfa

ces gráficas cada sistema operativo comenzó a usar su propia lengua franca para hablar con el ordenador, pero todas reflejan su cuna: las oficinas de los años 70, dominadas por el papel. Hoy, los milénicos hablan de las carpetas de su escritorio sin relacionar­las con las que colgaban de los pupitres metálicos de entonces. Con la metáfora desvincula­da del origen, el lenguaje entre usuario y computador­a resulta arbitrario.

Esto le suma capas de complejida­d y ralentiza su funcionami­ento. No es verdad que todo el

mundo prefiera las interfaces gráficas, pero casi nadie sabe que existe otra opción. La línea de comandos aún persiste bajo esas capas metafórica­s que imponen los sistemas operativos por defecto. Si eres de esas personas que prefieren tener el escritorio vacío y los menús escondidos es probable que tengas la misma variación genética que yo. Aprender a usar la línea de comandos no es difícil, y para entrenarse hay manuales gratuitos online. Una vez hecho, muchos notarán que se han quitado un peso de encima. Los demás seguirán usando carpetas e iconos, pero habrán aprendido algo sobre su herramient­a de trabajo.

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