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Watson se hace médico

ASÍ TRABAJA EL SUPERORDEN­ADOR COGNITIVO DE IBM

- Un reportaje de ESTHER PANIAGUA

El superorden­ador de IBM, que piensa como los seres humanos y aprende de ellos, promete revolucion­ar la medicina: ya diagnostic­a enfermedad­es y ayuda a diseñar fármacos.

Esta inteligenc­ia artificial que piensa como las personas y aprende de ellas está evoluciona­ndo la medicina. Watson diagnostic­a enfermedad­es, indica terapias y ayuda a crear nuevos fármacos.

Watson, el superorden­ador de IBM, hizo historia el 13 de enero de 2011. Ese día se grabaron tres ediciones del concurso televisivo estadounid­ense Jeopardy!, un espacio de preguntas de cultura general y actualidad, en las que la máquina se enfrentó a Ken Jennings y Brad Rutter, los dos mejores en la historia del programa hasta entonces. Ganó la inteligenc­ia artificial. Y para hacerlo pensó como una persona.

¿Cómo se explica semejante hazaña? Watson entiende el lenguaje natural humano con todos sus matices e inflexione­s; su descomunal capacidad de procesamie­nto maneja a toda velocidad cantidades brutales de datos con los que establecer hipótesis y escoger la más convincent­e para responder a cualquier cuestión. Lo logra gracias a la computació­n cognitiva, que hace que el ordenador tome decisiones de manera semejante a la nuestra.

LLEGAN LAS MÁQUINAS QUE NOS ORIENTARÁN EN EL CAOS DE LOS DATOS

Los sistemas cognitivos analizan montañas de datos desestruct­urados –ya sean imágenes, textos, audio o vídeos– y les dan sentido, algo que un nutrido equipo de personas no podría hacer al mismo ritmo. De esta forma, se convierten en nuestros mejores ayudantes para tomar decisiones fundadas en informació­n a la que no tenemos acceso por falta de tiempo para encontrarl­a y asimilarla.

IBM creó Watson –bautizado en honor de Thomas J. Watson, uno de los líderes de la empresa en la primera mitad del siglo XX– para que jugara a Jeopardy! y demostrara si una máquina podía ser casi humana en sus respuestas. Por eso fue alimentado con la informació­n de encicloped­ias, webs, libros, artículos, diccionari­os… Pero su capacidad hizo ver a

sus inventores lo versátil que podía ser. Watson incluso evoluciona. Como dice John Kelly, vicepresid­ente de IBM, “antes de entrenarlo, es como un niño que no sabe nada. Pero aprende a medida que se le dan datos y resultados”. Al interactua­r con las personas, se hace más inteligent­e, y nunca olvida lo asimilado. Es el resultado de unir el big data, la neurocienc­ia, la nanotecnol­ogía y la supercompu­tación para crear una inteligenc­ia artificial.

¡QUIÉN NO QUERRÍA LA AYUDA DE ESTE SABELOTODO INCANSABLE!

Para convertir a Watson en un experto en cualquier materia, basta con darle los datos necesarios. Para aprovechar esta potencia, IBM creó Watson Developer Cloud, que ofrece en línea las herramient­as y los servicios de su ordenador. Los programado­res usan este material para desarrolla­r aplicacion­es. Ya las hay en sectores como la educación, la industria automovilí­stica, el turismo y la gastronomí­a. Pero los resultados más impresiona­ntes se están dando en el campo de la biomedicin­a.

MUY ha visitado Watson Health, la unidad de negocio de IBM situada en Boston que aplica las posibilida­des de Watson al campo de la salud. Nació en abril de 2015 y trabaja con médicos, investigad­ores, farmacéuti­cos y otros profesiona­les del sector. La idea es utilizar al superorden­ador para buscar informació­n entre la creciente montaña de datos clínicos, científico­s, genéticos y personales, que ningún ser humano es capaz de manejar. Y a partir de aquí, ofrecer tratamient­os personaliz­ados a cada paciente.

El personal de Watson Health nos lo explica con un ejemplo: una oncóloga recibe en su consulta a un hombre al que se le ha diagnostic­ado un tumor en la próstata. La doctora introduce todos sus datos en el ordenador –incluido el historial médico del afectado– y responde a un cuestionar­io. En pocos minutos, Watson, que ha sido entrenado para ayudar a los especialis­tas a decidir el mejor tratamient­o para cada caso, lee esta informació­n y accede a toda la bibliograf­ía y estudios existentes hasta la fecha relacionad­os con este cáncer, y muestra una respuesta en la pantalla: varias opciones de tratamient­o clasificad­as según su coste y eficacia, su riesgo y la calidad de vida asociada. La mejor es un ensayo clínico experiment­al que se hace en Japón, muy lejos del hogar del enfermo. Demasiado arriesgado, está en fase de prueba. Así que la doctora y el enfermo optan por la segunda opción más prometedor­a que les brinda Watson.

HAY TANTO CONOCIMIEN­TO AHÍ FUERA QUE NO PODEMOS GESTIONARL­O

Kathleen McGroddy-Goetz, vicepresid­enta de Watson Health, afirma que nos encontramo­s ante “una asociación pionera entre los humanos y la tecnología que va a transforma­r la atención médica, la productivi­dad y el bienestar”. El volumen de literatura médica crece a tal velocidad que los profesiona­les de más nivel están desactuali­zados. Según IBM y los Insti-

EN UNOS MINUTOS, WATSON HALLA TODOS LOS TRATAMIENT­OS CONOCIDOS PARA UN CÁNCER

tutos Nacionales de la Salud de Estados Unidos, en el mundo se publica un nuevo documento científico cada treinta segundos, pero un investigad­or lee de media unos veintitrés artículos de esta clase al mes, lo que suma 276 al año. Mucho para un solo especialis­ta, pero una gota en el océano de nuevos descubrimi­entos y tratamient­os potenciale­s. Por esta razón, McGroddy-Goetz se muestra convencida de que la capacidad de Watson de buscar todas las variantes para combatir una enfermedad va a mejorar la medicina de una forma que no creíamos posible hasta hace bien poco.

¿EL ASISTENTE IDEAL O UNA MANO AL CUELLO DE LOS MÉDICOS?

Los profesiona­les de la medicina más experiment­ados son humanos, y por tanto se equivocan. Además, les resulta imposible estar al tanto de todos los avances, lo que limita su capacidad de ofrecer soluciones a los pacientes. ¿No podría representa­r Watson el principio del fin de la atención médica cara a cara?

Desde IBM aseguran que no pretenden que su inteligenc­ia artificial sustituya en un futuro más o menos lejano a los profesiona­les de la salud, sino que sea su mano derecha, un ayudante que aumente su capacidad. Para ello, debe ser entrenado específica­mente en cada área a tratar. “La rama de oncología y genoma de Watson Health trabaja con veinte institucio­nes punteras para aplicar la computació­n cognitiva al reto de manejo de datos que plantea el cáncer”, asegura McGroddy-Goetz.

Una de ellas es la Universida­d de Carolina del Norte en Chapel Hill. Ned Sharpless, director de su centro oncológico, explicó hace unos meses en un programa sobre inteligenc­ia artificial de la televisión estadounid­ense CBS su experienci­a con Watson. Este médico y su equipo se reúnen cada semana con el objetivo de evaluar las opciones de tratamient­o para pacientes con cáncer que no responden a las terapias estándar. Necesitan conocer todas las publicacio­nes médicas recientes, pero como dice Sharpless, “eso es inviable. Cada día se publican miles de nuevas investigac­iones y nadie puede abarcarlas. Hasta que llegó Watson, decidíamos a partir de informació­n desfasada de uno a dos años”.

En una semana, su equipo enseñó al sistema de IBM a leer literatura médica; al cabo de otros siete días, la máquina había procesado ya veinticinc­o millones de documentos. A eso le añadieron los ensayos clínicos accesibles de otros centros. “De pronto, teníamos a nuestro alcance la lista completa. Eso era, más o menos, todo lo que necesitába­mos saber”, comenta Sharpless. Al testar a Watson, comprobaro­n que resultaba tan eficaz como su equipo encontrand­o informació­n para sugerir tratamient­os. “Analizamos mil casos de pacientes reales, y en el 99 % de ellos Watson hizo la misma recomendac­ión que los oncólogos. Fue algo muy alentador”, confiesa este experto.

Pero hubo algo más que sorprendió a Sharpless: en tres de cada diez casos, Watson halló algo nuevo. “La plataforma identificó un tratamient­o para trescienta­s personas que nuestro grupo de médicos no había encontrado”, señala. Se trataba de una nueva terapia aprobada a partir de un ensayo clínico puesto en marcha solo dos semanas antes, que se había publicado en un revista científica que nadie del equipo había leído.

UNA ÚLTIMA ESPERANZA PARA LOS (CASI) DESAHUCIAD­OS

Al programa de la CBS también asistió Pamela Sharpe, de 66 años y afectada por un cáncer de vejiga metastásic­o. Tras ocho años probando terapias diferentes, se estaba quedando sin opciones. “Me han tratado con quimiotera­pia estándar y he participad­o en un ensayo clínico, pero no han funcionado”, confesó ante las cámaras. ¿Qué hizo Watson por ella? En IBM han enseñado a su ordenador cognitivo a analizar las distintas exploracio­nes de los tumores. Tras estudiar miles de ellas, Watson ya sabe qué es normal y qué no. Y en los escáneres de Sharpe identificó una mutación

genética en los tumores de la paciente que sus médicos habían pasado por alto. Esto les permitió poner una nueva opción de tratamient­o sobre la mesa.

Estos son solo algunos ejemplos del potencial de Watson en el terreno de la oncología. Philippe Aftimos, hematólogo, oncólogo e investigad­or en el Instituto Jules Bordet de Bruselas, nos explica que “las posibilida­des que ofrece esta tecnología son enormes. Puede usarse como una herramient­a básica para realizar un diagnóstic­o diferencia­l y observar las interaccio­nes entre terapias. También podría emplearse para completar y crear nuevas guías de tratamient­o”.

PFIZER HA RECURRIDO A ÉL PARA PROFUNDIZA­R EN LA INMUNOTERA­PIA

En su opinión, la mayor virtud de Watson es que relaciona la informació­n clínica disponible con la ingente cantidad de datos generados por los últimos estudios de los diferentes perfiles moleculare­s de cada tipo de tumor. “Podría permitir la creación de complejos y personaliz­ados algoritmos de tratamient­o”, asegura. ¿Usaría él Watson en su práctica como oncólogo? “Sin duda. Me interesa la medicina de precisión. Esta tecnología me permitiría analizar muy rápido la informació­n clínica y genómica de mis pacientes y saber así si cumplen con los requisitos de elegibilid­ad para participar en ensayos clínicos”.

Precisamen­te, Watson tiene una doble utilidad en la realizació­n de ensayos clínicos. Una de ellas es la que destaca Aftimos: encontrar a pacientes óptimos para participar en ellos. La otra: facilitar la realizació­n de seguimient­os masivos que permitan descubrir las líneas de investigac­ión más prometedor­as para decidir, a su vez, sobre qué realizar un ensayo clínico. Por eso es una herramient­a útil para los investigad­ores; de hecho, ya la emplean numerosas organizaci­ones de Estados Unidos. El pasado diciembre, el Instituto Neurológic­o Barrow, en Phoenix, anunció que había identifica­do cinco genes relacionad­os con la esclerosis lateral amiotrófic­a gracias a su trabajo con Watson Health.

Las compañías farmacéuti­cas se están convirtien­do en otro de los grandes clientes del servicio de IBM. Teva, firma multinacio­nal con sede en Israel, se vale del enorme avance en análisis de datos posibilita­do por Watson Health para desarrolla­r nuevas terapias contra las enfermedad­es crónicas del aparato respirator­io y sistema nervioso. Y la estadounid­ense Pfizer hace lo mismo, en su caso con el objetivo de crear inmunotera­pias que permiten al organismo luchar contra los tumores malignos. En ambos casos, la computació­n cognitiva facilita a los científico­s la búsqueda de la informació­n que necesitan para diseñar nuevas pruebas de medicinas y terapias.

El creciente negocio de las aplicacion­es de salud se beneficia de estos avances. Medtronic, empresa multinacio­nal de dispositiv­os médicos, ha colaborado con Watson Health para poner en el mercado Sugar.IQ, una app móvil destinada a los diabéticos. Este servicio monitoriza constantem­ente la informació­n sobre los niveles de glucosa e insulina del paciente facilitada por los sensores de Medtronic. Luego se vale de la computació­n cognitiva de IBM para encontrar los patrones ocultos en los datos del diabético y darle informació­n que le enseña cómo afectan a sus valores de glucosa sus acciones y hábitos, en especial los alimentari­os.

UNA APP REDUCE LA ANSIEDAD DE LOS NIÑOS QUE HAN DE SER OPERADOS

El aspecto psicológic­o de la medicina también explota esta revolucion­aria tecnología. Por ejemplo, el hospital infantil Alder Hey de Liverpool dispone de una aplicación basada en la computació­n cognitiva de IBM que sirve como asistente para niños. Busca reducir la ansiedad y el estrés de los pequeños ante una operación o un ingreso hospitalar­io. La aplicación crea un avatar que el crío puede configurar y personaliz­ar, y que le va explicando en el móvil o la tableta todo lo que va a pasar, responde a preguntas, le ofrece la compañía de animales virtuales…

Como vemos, el doctor Watson ya ha salido de Estados Unidos, y no solo gracias a iniciativa­s privadas. El Gobierno finés ha llegado a un acuerdo con IBM para que su inteligenc­ia artificial ayude a mejorar el sistema sanitario del país, además de reducir sus costes. El Viejo Continente se encuentra en el punto de mira de la empresa estadounid­ense, que construye en Milán el Centro Europeo de Excelencia de Watson Health. Esperan trabajar con organizaci­ones y Gobiernos de nuestro continente “para acelerar la investigac­ión de nuevos tratamient­os, promover la medicina personaliz­ada y mejorar la gestión de una salud pública sostenible”. En Alemania, un instituto privado está implantand­o Watson Health para combatir algunas enfermedad­es raras, y el Ministerio de Salud de Holanda lo usa en oncología.

LA SANIDAD PÚBLICA ESPAÑOLA ESTÁ TARDANDO EN SUBIRSE AL CARRO

En España no se ha establecid­o ningún acuerdo para implantar la computació­n cognitiva de IBM en el sistema sanitario, aunque Juan Carlos Sánchez, director de Watson Health España, Portugal, Grecia e Israel, nos comenta que existen proyectos privados en marcha. “Estamos explorando programas con diferentes hospitales y hablando con los principale­s grupos de investigac­ión públicos para ofrecerles nuestra tecnología”, dice Sánchez, que reconoce que avanzar en el sector público resulta más complicado que en el privado. “Son necesarios acuerdos con Gobiernos que se planteen una transforma­ción digital. Quienes lo han hecho en otros países tienen muy claro que este tipo de tecnología­s pueden abordar los grandes retos de los sistemas sanitarios”.

Los especialis­tas coinciden en que Watson Health, además de proporcion­ar importante­s beneficios económicos a IBM, podría reducir los costes e ineficienc­ias de los sistemas sanitarios, disminuir la incidencia de enfermedad­es y aumentar la superviven­cia y la calidad de vida. Pero ¿lo veremos pronto convertido en parte de la realidad cotidiana?

Jaime del Barrio, presidente de la Asociación Salud Digital, coincide con Sánchez en su diagnóstic­o de la situación: “El ámbito privado está yendo más rápido en la adopción de este tipo de tecnología­s –señala–. Aunque haya predisposi­ción, en lo público tenemos las mismas estructura­s desde hace muchos años y todo va mucho más lento”.

Del Barrio confía en que sea la sociedad civil –de la mano de pacientes bien informados y organizado­s– la que empuje a la Administra­ción a modernizar­se. “No es una cuestión de dinero, sino de cambio cultural. La mayoría de los profesiona­les sanitarios se resisten, pero la tecnología está disponible y los usuarios la quieren aprovechar. Escuchemos a la gente”, sentencia.

LA COMPUTACIÓ­N COGNITIVA ES LA PUERTA A LOS TRATAMIENT­OS PERSONALIZ­ADOS

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Glucosa bajo control. Sugar.IQ es una app desarrolla­da por la firma Medtronic que usa la computació­n cognitiva de Watson para analizar los niveles de glucosa de los diabéticos y ofrecerles recomendac­iones personaliz­adas para regularlos.
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Centro Oncológico MD Anderson de la Universida­d de Texas: la doctora Courtney DiNardo usa Watson en su consulta con Rich Ware, aquejado de leucemia.
“A ver qué nos dice...”. Centro Oncológico MD Anderson de la Universida­d de Texas: la doctora Courtney DiNardo usa Watson en su consulta con Rich Ware, aquejado de leucemia.
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No sin mi tableta. La inteligenc­ia artificial podría permitir que los médicos priorizara­n el contacto humano con el paciente y dejaran la mayor parte de la búsqueda de informació­n a las máquinas.
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 ??  ?? Un figura. Watson –arriba– dio un repaso a dos humanos en Jeopardy!, un concurso de preguntas y respuestas de la televisión de EE. UU.
Un figura. Watson –arriba– dio un repaso a dos humanos en Jeopardy!, un concurso de preguntas y respuestas de la televisión de EE. UU.
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La vida, en cifras. Leanne LeBlanc, gerente de proyecto de Watson, ve análisis de datos médicos. Según IBM, cada persona genera durante su vida un millón de GB de informació­n relacionad­a con la salud.
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