¿ Tu jefe es un psicópata?
La incertidumbre creada por la crisis económica ha encumbrado a este tipo de directivo, cruel y sin empatía, capaz de todo para lograr sus objetivos. Te contamos cómo soportar el ambiente asfixiante de presión laboral al que somete a sus empleados.
La incertidumbre creada por la crisis económica ha encumbrado a un tipo de directivos carentes de escrúpulos y empatía, capaces de todo para lograr sus objetivos. Te enseñamos a identificarlos y a tratar con ellos sin enfermar en el intento.
En 2016, la prensa se hizo eco de un notable caso judicial: por primera vez, varios altos cargos de una gran empresa –France Telecom– podían ser juzgados por su conducta amoral. La Fiscalía de París había abierto diligencias para decidir la responsabilidad de algunos de ellos en la ola de suicidios de empleados de la compañía entre 2006 y 2009. Los directivos encausados habían emprendido en 2005 una política brutal de reestructuraciones: suprimieron 22.000 puestos de trabajo y desplazaron de sus ciudades a 10.000 trabajadores. Las condiciones llegaron a ser tan crueles que, en tres años, más de cincuenta se quitaron la vida.
La crisis económica ha potenciado la figura del jefe psicópata, aquel a quien no le tiembla el pulso a la hora de despedir a empleados con décadas de entrega a la empresa para generar beneficios sustanciosos a los inversores. En muchos ámbitos de la sociedad –la política, el mundo del arte, la salud o la abogacía– se promueve esta forma de ser, y la recesión ha acentuado la tendencia.
Clive Boddy, profesor de la universidad inglesa de Middlesex, explica en su teoría de la psicopatía corporativa que el ambiente de crisis creó una continua rotación de empleados y convirtió a las empresas en caldo de cultivo para estos personajes. Los psicópatas, como los depredadores en el mundo animal, necesitan cambiar de escenario cada poco tiempo, porque en cuanto son detectados su potencial decae. En un mercado inestable y cambiante, campan a sus anchas.
DIRECTIVOS FRAUDULENTOS QUE ENGAÑAN A LOS TRABAJADORES
El caso de la corporación estadounidense Enron es paradigmático. Su presidente, Kenneth L. Lay, fue capaz de convencer en charlas multitudinarias a sus trabajadores de que compraran acciones mientras iba y venía de su despacho para ver cómo se desplomaba su precio en la bolsa. Lay ya había cometido un fraude similar en otra empresa que fue destapado en su día, pero eso no le impidió continuar con sus tácticas fraudulentas.
Según Boddy, en tiempos de crisis económica los directivos se fichan para despedir a empleados o exprimirlos a tope. Estos jerarcas narcisistas carentes de empatía que solo piensan en aumentar sus ingresos y sus bonos lo asumen sin arrepentimiento. Eso es lo que ocurrió en France Telecom. Didier Lombard, el principal CEO investigado, había aterrizado en la compañía en 2005 y estuvo en el cargo hasta 2010. Su política fue crear un clima laboral de presión asfixiante. Se dice que en una de las primeras reuniones afirmó: “Voy a hacer que la gente se vaya de una manera o de otra, por la puerta o por la ventana”. La frase fue premonitoria, porque esta última vía fue la que escogieron algunos trabajadores para suicidarse.
Según la lista de características del jefe psicópata elaborada por Robert Hare (ver recuadro de la izquierda), se trata de personas incapaces de ponerse en la piel de los demás y que pueden tomar decisiones frías basadas en objetivos materiales. Sus afectos son superficiales: tienen un trato agradable ideal para conectar en las primeras impresiones, pero no se entregan nunca. Caen bien a muchos, pero no se casan con nadie, una combinación perfecta para los negocios.
Además, son narcisistas y creen que las normas morales están hechas para los de- más: infringir la ley es lícito si es útil para sus objetivos. No se sienten culpables cuando hacen sufrir a otros para lograr sus fines y cuentan con un arma clave: una ira que asusta a sus subordinados.
Lo normal es considerar los rasgos descritos por Hare como moralmente insanos, pero es evidente que pueden ser útiles para una organización durante un tiempo. Por eso, tantas empresas dan cancha –poder, fama, prestigio y riqueza– a estos individuos fríos, iracundos, maquiavélicos, competitivos y prepotentes.
En 2010, el propio Hare y el psicólogo Paul Babiak presentaron un estudio hecho entre más de doscientos directivos de grandes empresas. El resultado reveló que el 4% de ellos muestran tendencias psicópatas, cuatro veces más que en el resto de ocupaciones profesionales. En su libro Snakes in Suits: When Psychopaths Go to Work (Serpientes con corbata: cuando los psicópatas van a la oficina), Hare y Babiak recordaban que la cultura popular tiene demasiado asimilado el estereotipo del psicópata como asesino en serie.
Así es, ejemplos como Hannibal Lecter y Dexter ayudan a estar alerta contra esos individuos. Pero estamos más desprote- gidos contra alguien que en una entrevista de trabajo finge ser encantador, eficaz, resolutivo e inteligente. El mismo Dexter hablaba de esa capacidad en el primer capítulo de la serie: “Muchas de las interacciones humanas son falsas. Yo siento que finjo siempre y que finjo muy bien”. Cuesta asimilar que tras esa máscara de jefe ideal capaz de sacar a la empresa de un atolladero se esconde un psicópata. Se le suele ver como a un ejecutivo abnegado que no tiene más remedio que afrontar despidos por el bien de todos.
UN NAZI QUE CUMPLIÓ CON SU DEBER: EXTERMINAR A LOS JUDÍOS
En Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, la escritora Hannah Arendt analizó la personalidad de ese oficial nazi responsable de la muerte de miles de personas en campos de concentración. Durante el juicio en el que se le condenó, Adolf Eichmann se presentó como un directivo eficaz que ejecutaba las ordenes de sus superiores con mano firme. Estaba sorprendido por las acusaciones, porque él se había limitado a “cumplir con su deber”. Algo
SUS AFECTOS SON FRÍVOLOS. CAEN BIEN DE INICIO PERO NO SE CASAN CON NADIE