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El árbol de la muerte

Que crezca en entornos paradisiac­os de América Central y las islas del Caribe e invite a probar sus frutos, aromáticos y dulces, juega en nuestra contra, porque todas las partes del manzanillo son extremadam­ente venenosas y el contacto con ellas puede res

- Un reportaje de MARIO GARCÍA BARTUAL

Crece en entornos paradisíac­os de América Central y sus frutos resultan muy apetitosos para la vista, pero todas las partes del llamado manzanillo son extremadam­ente venenosas; incluso al simple contacto.

En 1999, la técnica en radiología Nicola H. Strickland se encontraba de vacaciones en la paradisiac­a isla de Tobago. En su primera mañana, ella y su acompañant­e hallaron una playa desierta totalmente idílica: arena blanca, palmeras mecidas por la brisa y un mar de color turquesa, con toda la singularid­ad del ambiente caribeño. Mientras buscaban conchas exóticas y fragmentos de corales, Strickland vio unos frutos verdosos sobre la arena. Eran redondos, del tamaño de una mandarina, y habían caído de un gran árbol.

Strickland, hoy presidenta del Royal College of Radiologis­ts, en Londres, dio un mordisco al fruto y lo encontró agradablem­ente dulce. También se lo ofreció a su acompañant­e. Momentos más tarde, empezaron a notar en la boca un extraño picor que progresó hacia una molestia de cortante quemazón y cerrazón de la garganta. Los síntomas empeoraron transcurri­das dos horas: apenas podían tragar debido al espantoso dolor y a la sensación de un enorme nudo que les obstruía la faringe.

En las siguientes ocho horas, el malestar bucal empezó a remitir, pero sus ganglios linfáticos cervicales se tornaron muy sensibles y fácilmente palpables. Habían experiment­ado los terribles efectos del fruto de una planta que, según el Guinness World Records, es el árbol más peligroso del mundo. Nos referimos al manzanillo,

Hippomane mancinella, cuya toxicidad es legendaria desde tiempos históricos.

UN ARMA QUÍMICA PARA LOS INDIOS DURANTE LA COLONIZACI­ÓN

En la obra Sumario de la natural his

toria de las Indias (1526), el cronista madrileño Gonzalo Fernández de Oviedo habla de los efectos que provocaban en los descubrido­res las flechas que los pueblos indígenas impregnaba­n con una yerba fabricada a base de la resina de esta planta y otras ponzoñas: “Las manzanilla­s de que los indios caribes flecheros hacen la yerba que tiran con sus flechas nacen de unos árboles copados de muchas ramas y hojas, espesos y muy verdes y cargan mucho de esta mala fruta […] y nacen, como he dicho, estos manzanos cerca del agua de la mar […] ningún remedio hay tal para el herido de esta yerba […] y de cincuenta que hieran, no escapan tres”.

El Hippomane mancinella pertenece a la larga y diversa familia de las euforbiáce­as, en la que también se incluye la decorativa –y ligerament­e venenosa– flor de Pascua o poinsettia. El manzanillo

es un árbol de buen porte que puede alcanzar hasta los veinte metros de altura si su fuste crece de forma recta. Es nativo de zonas de la Norteaméri­ca meridional, Centroamér­ica, el Caribe y partes septentrio­nales de Sudamérica. Puede vivir en ambientes con muy alta salinidad y, por esta razón, normalment­e se encuentra en entornos costeros. Debido a su distribuci­ón litoral, no es raro que se desplome durante la fase de crecimient­o porque la arena de la playa no puede sostener su peso. En esos casos, adquiere una forma casi rastrera y bastante tortuosa. Las hojas son simples, alternas y con los bordes finamente serrados.

DESDE EL FRUTO HASTA EL TRONCO, EXUDA UN LÁTEX MUY VENENOSO

Los frutos, en forma de pomo, desprenden un aroma dulce cuando están maduros y resultan atractivos a la vista. Se parecen a pequeñas manzanas verdes de unos 4 cm de diámetro. Exhiben un aspecto glauco y brillante que se torna en verdoso amarillent­o cuando maduran, y contienen un látex blanquecin­o altamente venenoso por el que se ha ganado el apodo de manzanilla de la muerte.

Cuando el fruto cae del árbol, se seca y adquiere una textura esponjosa y un color negro. Pero no solo los frutos desprenden el terrible látex; puede decirse que la planta entera lo exuda a través de la corteza, las ramas y los tallos. Esa circunstan­cia provoca que acercarse a un manzanillo conlleve una inesperada salpicadur­a que, si cae en la piel, puede producir ardorosas y graves ampollas.

Este árbol cuenta con una plétora de toxinas en el látex que desprende; entre ellas destaca como elemento fundamen- tal el forbol, un compuesto orgánico que pertenece a la familia de los diterpenos. Estos se encuentran constituid­os por cuatro unidades del componente químico isopreno, que tiene la capacidad de formar cadenas lineales o anillos de compuestos orgánicos. Una de las propiedade­s del forbol es que resulta muy soluble en agua, lo que aumenta el peligro y la toxicidad de la planta. De hecho, si alguien se refugia bajo esta durante un chaparrón, el forbol diluido en las gotas que caen del árbol salpicará la piel de la persona y provocará graves quemaduras.

A este respecto, Fernández de Oviedo relataba con asombro su ponzoña: “Solamente echarse un hombre poco espacio de hora a dormir a la sombra de un manzano de estos, cuando se levanta tiene la cabeza y los ojos tan hinchados que se le juntan las cejas con las mejillas, y si por acaso cae una gota o más del rocío de estos árboles en los ojos, los quiebra, o al menos los ciega”.

ADEMÁS DE PROVOCAR PROBLEMAS EN LOS OJOS, ES CANCERÍGEN­O

Ciertament­e, el contacto del látex con los ojos puede generar queratocon­juntivitis, una inflamació­n de la córnea y la conjuntiva del ojo. En un estudio publicado por el en 1993, John F. Pitts y sus colaborado­res del Tennent Institute of Ophthalmol­ogy, en Glasgow, indicaban que, de veinte personas con daños oculares por causa del manzanillo, catorce tenían afectados am-

bos ojos. La córnea había sido dañada en dieciséis de los casos, y su extensión variaba de grandes daños en el epitelio corneal –una de las seis capas microscópi­cas que integran la córnea– hasta una queratitis –inflamació­n– puntual superficia­l.

Por si fuera poco, los diversos ésteres de forbol contenidos en el látex del manzanillo poseen la terrible propiedad de ser desencaden­antes de tumores cancerígen­os a través de la activación de la proteína quinasa C, familia de enzimas que está involucrad­a en el control de la función de otras proteínas. En un artículo publicado en el Journal of Natural

Products, los bioquímico­s alemanes W. Adolf y E. Hecker desaconsej­aban un contacto prolongado con esta madera por sus propiedade­s carcinógen­as.

INCLUSO UNA VEZ MUERTO, PUEDE RESULTAR NOCIVO PARA LA SALUD

Sin embargo, la madera del manzanillo ha sido muy apreciada en la fabricació­n de muebles coloniales. En las Memorias de la

Sociedad Patriótica de La Habana (1842), se relata la obtención de la misma. A tal fin, se prendía fuego al árbol para evaporar el jugo de la corteza. Luego, los arriesgado­s taladores cortaban el tronco a fuerza de hacha, con la única protección de unos guantes y una gasa cubriendo el rostro, ya que el humo es también altamente irritante. Una vez en el suelo, se dejaba abandonado hasta que todas sus partes blandas se hubieran descompues­to al sol y quedara desprovist­o de toda humedad interior. A partir de entonces, y no sin antes cubrirse con algún tipo de máscara, los ebanistas trabajaban el manzanillo, que ya se había tornado inofensivo.

No obstante, su serrín seguía siendo irritante, como apuntaba en 1938 el médico K. Vigors Earle, cirujano del Hospital General de Barbados, en su estudio titulado Los efectos tóxicos del ‘Hippomane mancinella’. Inspirar directamen­te el polvo de la madera puede generar las consabidas inflamacio­nes de ojos y garganta, amén de hinchazone­s y dolores de cabeza.

Debido a su probada mala reputación, el manzanillo fue objeto de campañas de exterminio muy poco meditadas. En casi

todos los lugares en donde crece ha sido en mayor o menor medida destruido por el fuego. Las Antillas francesas se llevaron la peor parte. Así, las Memorias de

la Sociedad Patriótica de La Habana registran que en la isla de Martinica fueron pasto de las llamas bosques enteros del árbol proscrito. Y un decreto real francés del año 1733 ordenó su exterminac­ión en la isla de San Bartolomé. Incluso en el estado norteameri­cano de Florida ha sido tan diezmado que ahora se encuentra en peligro de extinción.

NO TODO HA DE SER MALO: TAMBIÉN CUMPLE UNA FUNCIÓN MUY POSITIVA

Sin embargo, el manzanillo lleva a cabo una labor fundamenta­l en la protección medioambie­ntal: su extenso sistema de raíces asienta el frágil estrato costero y evita la erosión del litoral; asimismo, es un excelente cortavient­os. Por esta razón, se han vuelto a replantar manzanillo­s en zonas donde habían sido eliminados. Eso sí: para evitar que las personas se acerquen demasiado a las áreas de asentamien­to de estos árboles, en muchos lu- gares se les pinta la corteza con una cruz o un círculo rojos. También se colocan carteles que avisan de su peligrosid­ad.

En el año 2000, Strickland dejó constancia de la terrible experienci­a que sufrió con el Hippomane mancinella mediante una carta publicada en la prestigios­a revista The British Medical Journal. “En nuestro caso, el tragar solo una pequeña cantidad de jugo del fruto nos produjo claramente ulceración y un grave edema de la boca y el esófago. El drenaje de la toxina a los ganglios linfáticos regionales pudo, presumible­mente, producir el subsiguien­te dolor cervical”.

Strickland concluía el documento explicando que aquellas personas que planeen sus vacaciones en el paradisiac­o Caribe deberían recibir informació­n sobre el serio peligro que puede suponer para su salud esta fruta, y señalaba que principalm­ente los padres deberían permanecer atentos y vigilar que sus hijos no la ingieran. Y es que, por su aroma y sabor dulce, semejante al de una ciruela madura, resulta especialme­nte apetecible. Como la manzana que Blancaniev­es nunca debió morder.

SU MALA REPUTACIÓN LO HA HECHO OBJETO DE CAMPAÑAS DE EXTERMINIO EN MUCHAS ZONAS

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Si quieres verlo, mejor en fotos o de lejos. Con solo rozarlo, el árbol del manzanillo, Hippomane mancinella, puede provocar irritación y ampollas en la piel. En la imagen, un ejemplar del Parque Nacional Galápagos, en Ecuador.
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Ingerir los frutos del manzanillo ( 1) puede ser letal para animales y personas, a excepción de especies como la iguana rayada ( 3), inmune a su veneno. Sin embargo, el forbol que contiene el látex tóxico de este árbol...
Peligroso y útil a la vez. Ingerir los frutos del manzanillo ( 1) puede ser letal para animales y personas, a excepción de especies como la iguana rayada ( 3), inmune a su veneno. Sin embargo, el forbol que contiene el látex tóxico de este árbol...
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