Entra en funcionamiento el primer cajero automático
Estos ingenios, que al principio solo permitían retirar dinero cuando el banco estaba cerrado, hoy suplen muchas de las funciones de los cajeros humanos.
Nos estamos acostumbrando al vértigo del avance tecnológico. Hace medio siglo no existían los cajeros automáticos –en la actualidad, hay unos tres millones de ellos–, lo que no ha impedido que en este tiempo nos hayamos habituado, además, a las tarjetas de crédito, a la banca electrónica, a comprar por internet y a varios modos de pago sin ver el dinero. Tanto que hasta puede parecernos obsoleto aquel procedimiento en el que, por primera vez, se sustituía con máquinas a las personas que atendían en las ventanillas de caja que había en todos los bancos.
CLAVES DE CUATRO CIFRAS. Todo empezó un sábado de 1965, cuando el ingeniero John Shepherd-Barron, que vivía en el campo, se acercó hasta Londres para retirar dinero en su oficina bancaria. Llegó un mi- nuto tarde, con lo que tuvo que regresar y pedir al dueño de su garaje que le hiciera efectivo un cheque, para así tener dinero el fin de semana. Aquella misma noche se puso a pensar en una máquina que no tuviese horario de oficina, como no lo tenían las expendedoras de chocolatinas, chicles y caramelos, que facilitaban el producto con solo insertar una moneda y accionar una palanca.
Su idea era sustituir la moneda por una clave numérica. Según parece, Shepherd-Barron quería utilizar una de seis dígitos, pero su mujer le convenció de que una de cuatro sería más fácil de recordar, y así fue. Para no tener que revelar el sistema de decodificación del ingenio, se negó a patentar el invento.
GUERRA DE PATENTES. El primer cajero automático, que fabricó la empresa donde trabajaba –esta hacía máquinas para contar monedas–, entró en funcionamiento el 27 de junio de 1967 en una oficina de Barclays Bank, en Enfield (Londres). No funcionaba con tarjetas, sino con unos cheques impregnados en un compuesto radiactivo de carbono-14. El cajero pedía además el código de seguridad de cuatro cifras y daba un billete de diez libras esterlinas. En un principio se instalaron seis máquinas en otras tantas localidades de la periferia de la capital británica, y a pesar de algunos problemas iniciales de vandalismo, el invento supuso un gran éxito para Barclays. De manera independiente, el escocés James Goodfellow, que había desarrollado las tarjetas de plástico para este mismo fin y el número de identificación personal –el PIN–, reclamó también la paternidad del invento, pero el cajero de John ShepherdBarron fue el primero.
EL SUSTITUTO QUE VIENE. España ocupa hoy un lugar destacado en número de cajeros automáticos por habitante. El primero comenzó a funcionar en una sucursal del Banco Popular en Toledo, ya con tarjetas de plástico, en 1974. Las máquinas hoy prestan servicios que anteriormente desempeñaban personas. Los productos de la inteligencia artificial y la robótica no han hecho más que empezar, y el que puedan realizar cualquier trabajo es una cuestión de tiempo. Lo que está por ver es qué profesiones desaparecerán antes y cuáles después. No obstante, algo parecido sucede con las tecnologías, y ya son muchos los que creen que en un futuro próximo el móvil desplazará a los cajeros automáticos.