La barbilla, un misterio prominente
El Homo sapiens es el único animal con esa peculiaridad en el rostro, a la que los científicos no le han logrado hallar una explicación evolutiva. Te contamos las últimas hipótesis.
¿Para qué sirve esta peculiaridad del rostro privativa de los Homo sapiens? Los científicos todavía no lo han averiguado, pero no dejan de producir curiosas teorías explicativas.
Cada año, los alumnos de la asignatura de Paleontología que el profesor Juan Luis Arsuaga imparte en la Universidad Complutense de Madrid tienen que contestar una pregunta: ¿cuáles son los caracteres distintivos del ser humano? “El cerebro, el lenguaje y la inteligencia siempre aparecen”, explica en el libro El sello indeleble, escrito junto con Manuel Martín-Loeches (editorial Debate). Anatómicamente, la mayoría está convencida de que los Homo sapiens somos únicos en haber desarrollado la postura erguida y el pulgar oponible, algo que en realidad otros homínidos –vivos y extinguidos– comparten con nosotros. Pocos piensan en características que sí son privativas de nuestra especie, como el cabello, que crece indefinidamente en la cabeza, o la barbilla. Tal vez no sea imprescindible, pero somos el único animal con mentón a excepción de los elefantes, si bien la estructura en estos es diferente. No está claro ni por qué lo tenemos ni para qué sirve, si es que tiene alguna utilidad.
SU AUSENCIA SIRVE PARA IDENTIFICAR FÓSILES DE NEANDERTALES
Ni siquiera los neandertales, la especie del género Homo que convivió con la nuestra hasta hace unos 28.000 años, contaban con esa protuberancia bajo la boca; como les sucede a otros homínidos, tenían la mandíbula inferior inclinada hacia dentro. De hecho, es una de las características clave para distinguirlos de nuestra estirpe cuando los paleontólogos se topan con restos fósiles.
El hecho de que sea algo tan exclusivo genera un gran interés entre los expertos en evolución. Varias hipótesis explicativas conviven con más o menos fuerza sin que, en la mayoría de los casos, sean necesariamente excluyentes. Sobre todo se manejan tres: que se trate de un atributo sexual, que surgiera para ayudar a la masticación o que tenga que ver con la facultad de hablar.
Lo que comparten estas teorías es que, de ser ciertas, ninguna