EL PLACER DE CONDUCIR
La aparición del Mazda CX-5 en 2012 fue un acontecimiento en todo el mundo. El coche recibió una excelente acogida por el dinamismo de su diseño, su conducción, su eficiencia medioambiental y su equipamiento de seguridad. Hasta la fecha, se han vendido 1,4 millones de unidades en 120 países. A partir de ese éxito inicial, la marca se ha propuesto crear coches que ofrezcan placer a quien se sienta al volante y al resto de ocupantes.
El nuevo CX-5 es el primer paso en ese camino que redefine todos los aspectos en tecnología y diseño de Mazda. Ahora, a la alegría que da interactuar con el vehículo, se une la comodidad. El CX-5 se ha transformado en un SUV dotado de una robustez refinada y un acabado moderno que lo acercan a la gama de los coches premium.
La identidad japonesa es palpable en el exterior, audaz y lujoso; y en el interior, que despierta sensaciones agradables. El nuevo color de carrocería, llamado Soul Red Crystal, acentúa los reflejos y la profundidad gracias a
una técnica especial de pintura. En el CX-5, coche y conductor son uno gracias a su comportamiento dinámico. Hay que destacar el sistema de desactivación de cilindros en la versión 2.5 para reducir el consumo, todo un acierto de la marca, así como la incorporación de nuevas tecnologías, como el G-Vectoring Control, que reparte el par de las ruedas para mejorar la conducción; y el Head-Up Display, que proyecta información sobre el parabrisas.
La evolución del modelo se ha potenciado notablemente con unos faros delanteros más estilizados. El cuidado patrón tridimensional de la malla de la parrilla en forma de ala confiere al nuevo Mazda CX-5 una presencia mucho más profunda, atrevida y deportiva. En general, el centro de gravedad está situado más bajo, y los anchos de vía delantero y trasero han crecido en 10 milímetros, lo que da a este vehículo un aire más poderoso. Como consecuencia, el Mazda CX-5 exhibe una imagen potente, con una planta firme, segura, sólida y estable desde cualquier ángulo que se mire.