Microorganismos muy escurridizos
En agosto de 1996, la NASA anunció que en un meteorito marciano recuperado en la Antártida un equipo de sus científicos había encontrado indicios de la existencia de vida primitiva en Marte. Aportaron cuatro pruebas: unos diminutos glóbulos de carbonato similares a los que dejan las bacterias terrestres; unos compuestos orgánicos llamados hidrocarburos policíclicos aromáticos, que se producen en procesos biológicos tales como la respiración, la fotosíntesis y la descomposición; unos aglomerados de magnetita con forma de lágrima muy parecidos a los que dejan las bacterias; y unas estructuras alargadas que parecían fósiles de estos microorganismos. La comunidad científica recibió con reticencia los datos y pronto buena parte de ella los descartó.
LA POLÉMICA SIGUE. En la actualidad, la presencia de magnetita sigue siendo el caballo de batalla entre quienes defienden que contiene rastros de actividad biológica y quienes niegan esta posibilidad.
Como efecto colateral de esta pelea intelectual, reapareció el fantasma de las Viking. Una vez más, se sucedieron las críticas a las conclusiones de la NASA sobre los famosos experimentos que estas habían llevado a cabo, hasta tal punto que algunos astrobiólogos, como Dirk Schulze-Makuch, de la Universidad Estatal de Washington, sostienen que realmente se ha encontrado vida en Marte. La misión ExoMars de la Agencia Espacial Europea y su homóloga rusa, que a partir de 2020 planean situar un róver en una región marciana que podría haber albergado gran cantidad de agua en el pasado, arrojará más luz sobre todo ello.