El tamaño sí importa
La tensión superficial, esa propiedad de los líquidos que hace que se comporten como si su superficie estuviera encerrada en una lámina elástica, es una bendición para ciertos insectos, como los zapateros, que caminan sobre el agua. Sin embargo, puede suponer un quebradero de cabeza para los físicos que pretenden generar microburbujas. “Es como inflar globos extremadamente pequeños. Como sabe bien cualquier niño, cuanto menor es su tamaño, más trabajo cuesta”, explica el experto en mecánica de flui- dos Alfonso M. Gañán. Pues bien, las presiones necesarias para inflar una microburbuja son enormes, mientras que el volumen de gas requerido para ello es ínfimo. Combinar ambos aspectos se convierte casi en misión imposible a partir de cierto tamaño.
UNA IDEA GENIAL. En los años noventa, Gañán ideó y patentó un método basado en la generación de puntos de succión ínfimos. Se denomina Flow Focusing y consiste en obligar al líquido a pasar a través de un orificio, tubo o ranura de descarga e introdu- cir una corriente de gas muy pequeña cerca de la misma. Este procedimiento ha generado miles y miles de trabajos científicos publicados en revistas de todo el mundo y una infinidad de aplicaciones tecnológicas.
“En la actualidad, estamos trabajando en métodos que combinan diferentes efectos mecánicos en un mismo punto o zona muy localizada para garantizar la formación en el líquido de cúspides, unas superficies microscópicas puntiagudas que actúen como boquillas para inflar las microburbujas”, adelanta este investigador de la Universidad de Sevilla.