Tsunamis del cambio climático
El pasado 17 de junio, una ola de aproximadamente cien metros de altura arrasó el remoto poblado de Nuugaatsiaq, en la costa noroccidental de Groenlandia. Además de la magnitud del tsunami, también llamó la atención su origen: porque en vez de un seísmo convencional, lo había provocado un deslizamiento de tierras, que ocasionó un temblor de 4,1 grados en la escala de Richter. Los científicos desplazados a la zona corroboraron que un gran volumen de rocas se había desplomado desde una altitud de 1.000 metros sobre el litoral del fiordo Karrat.
Como alertan los geólogos, este fenómeno infrecuente será más común a medida que auemente el calentamiento global, pues al derretirse el hielo –mezclado con la tierra en los glaciares de las regiones frías–, el suelo se vuelve más inestable. La idea es crear modelos computacionales en 3D para anticiparse al desastre y evacuar las poblaciones.