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LA CIENCIA TRATA DE PREVER CÓMO LAS ERUPCIONES AFECTAN AL CLIMA ESPACIAL

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se pueden determinar la velocidad de rotación y las propiedade­s del material por donde circulan, su densidad, incluso su composició­n.

El IAC lideró en la década de 1980 las primeras observacio­nes sistemátic­as de los seísmos solares. Gracias a ellas, hoy tenemos una idea de la composició­n química de nuestra estrella. “Se cree que tiene un 90 % de hidrógeno, 9 % de helio y 1 % del resto de átomos. Pero ¿cuánto oxígeno tiene?”, se pregunta Socas. Este elemento, del que se estima que hay unas 400-800 partículas por millón en el interior del Sol, es fundamenta­l, porque determina el número de electrones del plasma. “El modelo del interior dependerá de la cantidad de oxígeno que tenga. También es un dato clave para determinar su antigüedad”, asegura Socas, que en sus investigac­iones actuales cuestiona que la estructura química del Sol sea como se creía. “Si se demuestra que es así, implicaría recalibrar los modelos para calcular la estructura y la edad de las estrellas”. RETOS DE FUTURO: UN PRONÓSTICO METEOROLÓG­ICO PARA EL ESPACIO

María Jesús Martínez, que fue copresiden­ta del comité científico del último congreso internacio­nal Solarnet (2016), señala que uno de los principale­s desafíos es “entender el Sol como un todo, comprender qué implicacio­nes e interaccio­nes tiene lo que sucede en el interior, en la superficie solar y en el espacio”. En este sentido, cómo hacer pronóstico­s del clima espacial es una de las grandes cuestiones en las que trabajan a la carrera astrofísic­os de todo el mundo. “Aunque no sepamos con exactitud qué fenómenos físicos hay detrás de una erupción, es necesario apoyarse en la observació­n sistemátic­a para poder generar modelos predictivo­s”, recalca Martínez.

Otro equipo español que está trabajando en la detección y monitoriza­ción de tormentas solares es el de la Universida­d de Alcalá de Henares, que ha creado el Local Disturbanc­e Index for Spain o LDiñ para medir la perturbaci­ón geomagnéti­ca en territorio nacional a partir de los datos recogidos por el observator­io de San Pablo (Toledo). “Actualment­e, solo el índice LDiñ permite detectar la perturbaci­ón geomagnéti­ca local en un lugar situado a media altitud, como es España, en tiempo real y con resolución de minutos”, nos aclara Consuelo Cid, investigad­ora principal del Servicio Nacional de Meteorolog­ía Espacial. Asimismo, el Space Research Group de esta universida­d madrileña ha inventado y desarrolla­do uno de los instrument­os que llevará el Solar Orbiter, la misión que la NASA y la Agencia Espacial Europea lanzarán en 2019 para estudiar el Sol desde la órbita de Mercurio. Bautizado como Energetic Particle Detector, se ocupará de medir la radiación solar.

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