Leif Erikson conquista un rato el Oeste
Cada vez hay menos dudas de la presencia escandinava en territorio americano mucho antes de la llegada de Colón, como prueban los rastros hallados recientemente por arqueólogos en Terranova (Canadá). Las leyendas vikingas explican que el propio Erik el Rojo ( 950-1003) fue quien empujó a su prole a viajar más al oeste, después de oír los relatos del islandés Bjarni Herjólfsson, desviado por los vientos mientras intentaba llegar a su patria. El hijo de Erik, Leif Erikson, lideró una expedición que pasó el invierno del año 1000 en la isla de Terranova, un lugar más acogedor que Groenlandia por estar más al sur. Y había viñas, así que lo llamaron Vinland.
Pero a pesar de la idílica descripción del territorio, aparentemente cuajado de praderas y de parras, las cosas tampoco resultaron fáciles para los vikingos, que se vieron obligados a luchar constantemente con los nativos, a los que llamaban skraeling. Parece que eso acabó por persuadirlos de la imposibilidad de mantener un asentamiento estable. En el paraje de L’Anse aux Meadows –corrupción del nombre original francés L'Anse-auxMéduses (La Ensenada de las Medusas)–, situado en el norte de Terranova, se han encontrado los principales restos de asentamientos y herramientas para reparar barcos. La datación con carbono-14 indica que el lugar fue ocupado solo hasta 1020, apenas una veintena de años después del primer viaje. Fue una conquista aún más efímera que la de Groenlandia.