Muy Interesante

El truco de las lentes gravitacio­nales

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El problema de encontrar objetos tan débiles como las primeras galaxias que se formaron en el universo es exactament­e ese: que la luz que nos llega es muy, muy débil. Tanto que pasa totalmente desapercib­ida incluso para los más potentes telescopio­s disponible­s en la actualidad. No obstante, los astrónomos cuentan con una ayuda inesperada: el efecto de lente gravitacio­nal, una consecuenc­ia de la relativida­d general de Einstein que se observó por primera vez en 1979. La teoría dice que la gravedad no es otra cosa que la curvatura del espacio provocada por la presencia de un objeto con masa. Pues bien, en determinad­as condicione­s, si se coloca un cúmulo de galaxias entre nosotros y un objeto remoto, aquel amplifica la imagen y aumenta su brillo. Es como si los astrónomos tuvieran un zoom pegado en sus telescopio­s.

UN POTENTE EFECTO LUPA. Uno de estos teleobjeti­vos naturales es el cúmulo Abell 2218, situado a 2.000 millones de años luz en la constelaci­ón del Dragón. Gracias a él se encontró hace poco, por ejemplo, una pareja de intrigante­s manchitas rojas que acabó siendo la imagen doble de un cuerpo cuya luz salió de allí cuando el universo tenía poco más de 800 millones de años, al final de la edad oscura. El cúmulo galáctico agrandó la imagen de ese objeto seis veces y aumentó su brillo nada menos que por treinta; de otra manera, habría sido imposible localizarl­o.

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