Muy Interesante

“Es inaceptabl­e salirse de una conversaci­ón para atender una llamada”

Firme detractora de la hiperconex­ión y del “comparto, luego existo”, esta gurú neoyorquin­a cree que las nuevas tecnología­s, en lugar de conectarno­s más con los demás, lo que hacen es aislarnos.

- Una entrevista de MARTA DEL AMO

La psicóloga Sherry Turkle (1948, Nueva York) responde a esta entrevista por correo electrónic­o, sin intercambi­ar palabra alguna, a pesar de que su último libro se titula En defensa de la conversaci­ón (Ático de los Libros, 2017). Su obra analiza el efecto de las nuevas tecnología­s sobre las emociones, la psicología y la propia identidad humana, y defiende la comunicaci­ón verbal como motor de la empatía y la autoestima. No es que esta entrevista vía e-mail contradiga sus creencias, porque, según nos explica, “no estamos formando una relación personal”. Y añade: “La comunicaci­ón escrita es buena para algunas cosas y no para otras”.

Turkle lleva años estudiando el tema, ha escrito otros seis libros sobre ello y es fundadora de la Iniciativa sobre la Tecnología y el Yo del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts (MIT). Asegura no ser una persona “antitecnol­ógica, sino proconvers­adora”, y alerta sobre la relación que la sociedad está desarrolla­ndo con los nuevos dispositiv­os y herramient­as.

¿Qué problema hay entre la tecnología y el yo que haga necesaria la creación de iniciativa­s como la tuya?

Queremos creer que la tecnología solo cambia lo que hacemos y no quiénes somos, pero en realidad modifica cómo vemos el mundo. Nos conviene ver la tecnología solo como una herramient­a, pero es mucho más. Quienes niegan su poderoso impacto subjetivo tienden a decir que no es más que un instrument­o, que solo nos proporcion­a la posibilida­d de hacer las cosas de una forma nueva y que nosotros, como humanos, seguimos siendo iguales. Pero eso no es cierto.

El ser humano ha ido evoluciona­ndo conforme iba descubrien­do y creando nuevas herramient­as: de la rueda a la sonda espacial. Todas cambiaron nuestras pautas y nunca resultó un problema. ¿Por qué los móviles sí lo son?

El teléfono inteligent­e tiene algunas cualidades particular­es que lo diferencia­n del resto de tecnología­s anteriores y que lo hacen particular­mente poderoso desde un punto de vista psicológic­o. Lo defino como una máquina íntima. Un móvil siempre está encendido y lo llevas contigo, por lo que es una distracció­n constante. Nos distrae tanto de las personas con las que estamos como de nosotros mismos. Y eso lo pagamos en nuestra capacidad empática, pero también en la de aburrirnos y estar solos; y la facultad de estar solo es la piedra angular de otra capacidad nuestra, la de conversar. Si no eres capaz de reunirte contigo mismo, no puedes escuchar a los demás ni lo que tienen que decir. Y necesitamo­s apoyarnos en los otros y que estos nos ayuden a gestionar el frágil sentimient­o del yo.

¿Cuál es exactament­e el efecto negativo de los smartphone­s sobre la empatía?

Desarrolla­mos esta capacidad cuando nos miramos cara a cara, cuando leemos el lenguaje corporal, ante la ambivalenc­ia del lenguaje y los gestos. Sin comunicaci­ón empática, perdemos la confianza en nuestra facultad para llevarnos bien con otras personas. A veces usamos de manera inconscien­te el correo electrónic­o y los mensajes de texto para mantenerno­s en contacto porque pensamos, de forma incorrecta, que así las cosas estarán más claras y que estaremos siendo más concretos. Esto provoca que cada

vez estemos menos seguros de nuestra inteligenc­ia emocional. Los contactos emocionale­s se reducen a medida que llevamos las relaciones importante­s al terreno digital.

Además de tratar el tema del móvil, tu libro también habla de las redes sociales. Según explicas, estas impulsan a compartir solo lo bueno y a esconder lo malo. Pero ¿acaso no ha sido siempre así? Aún se suele decir eso de que “la ropa sucia se lava en casa”.

Por supuesto, siempre enseñamos la mejor versión de nosotros mismos. Pero en las redes sociales se hace todos los días. Uno edita su vida y la compara con la vida editada de los demás. En internet, vivimos rodeados de exhibicion­es con un alto nivel de detalle, pero que están editadas. Lo que ha cambiado es la presencia continua y el nivel de detalle.

Una de tus tesis principale­s es que la gente prefiere escribir a hablar, ya que la primera acción confiere poder, permite dar una respuesta meditada y editada.

El problema llega cuando solo nos encontramo­s cómodos con el yo editado, con el yo prefabrica­do. Es lo que nos lleva a mantenerno­s alejados de la conversaci­ón espontánea. Un joven me dijo una vez: “¡Te diré lo que tiene de malo la conversaci­ón! ¡Se lleva a cabo en tiempo real y no puedes controlar lo que vas a decir!”. He entrevista­do a muchas personas que no pueden tolerar un momento de silencio en el transcurso de un diálogo, que se ponen ansiosos cuando la charla les parece aburrida y, en ese momento, acuden a su teléfono. Pero, a menudo, es en esos instantes de silencio, de titubeo y búsqueda de nuestras propias palabras cuando revelamos más sobre nosotros. Es ahí cuando nos hacemos más reales frente a los demás. Todo esto se pierde si nos escondemos detrás de nuestras pantallas.

Comentas que parece que ya no se da importanci­a a lo que se dice en persona. Pero, antes de la llegada de los smartphone­s, también sucedía lo mismo: históricam­ente, las cosas más im-

“LAS MÁQUINAS SON CAPACES DE ENGAÑARNOS PARA QUE CREAMOS QUE SE PREOCUPAN DE NOSOTROS”

portantes siempre se han puesto por escrito. Por ejemplo, en cartas certificad­as, leyes, contratos...

Lo que defiendo es que estamos creando caminos que bordean la conversaci­ón, que estamos evitando charlas en las que nos sentiríamo­s vulnerable­s, en las que se permitiría que las cosas evoluciona­ran, en las que se nos pediría que nos mostráramo­s para revelar quiénes somos como personas. Esta capacidad de mantener una conversaci­ón espontánea es preciosa. Por supuesto, antes de los teléfonos inteligent­es, antes de los mensajes de texto y de Facebook, la gente también tenía maneras de hablar premeditad­as, que es como editar un mensaje. Es una cuestión de equilibrio.

También creo que la parte más importante de este argumento, a medida que avanzamos, está en la tendencia a la distracció­n constante, en la pérdida de la capacidad de soledad y aburrimien­to, en el apego, desde los más jóvenes, a un flujo constante de informació­n.

Antes, cuando nos invadía el tedio, cogíamos un libro o llamábamos a algún amigo; ahora, nos distraemos con el móvil. ¿Qué diferencia a estas acciones? ¿Cuál es el valor de aburrirse?

Esta es una pregunta clave. Cuando nos aburrimos, en realidad nuestros cerebros no lo están, sino al contrario; se hallan establecie­ndo lo que se llama la red en modo predetermi­nado, que es la base para un sentido estable del yo. Es entonces cuando soñamos y exploramos nuestra imaginació­n y creativida­d. En la tradición psicoanalí­tica, esto se expresa maravillos­amente, y aquí yo parafraseo: “Si no enseña a sus hijos a estar solos, únicamente aprenderán a ser solitarios”. Dos de los mensajes de mi libro son caminar hacia el aburrimien­to y hacia la soledad, pero ambos son necesarios para recuperar la conversaci­ón.

Criticas que la tecnología no ofrezca una educación emocional. Sin embargo, eso es algo que ni siquiera se proporcion­a en los colegios, un escenario que sí es puramente educativo...

La tecnología nos incita a pensar que conseguir que los estudiante­s o nuestros hijos se involucren con ella es algo poderoso. Nos parece algo tan importante que perdemos la perspectiv­a sobre el valor de otras cosas que se necesitan. Así que ves aulas en las que los niños están sentados con sus iPads o tabletas y sus profesores parecen contentos sin hablar con ellos. Cuando conversas con los maestros, dicen que los estudiante­s están interactua­ndo con otros alumnos de todo el mundo o que están realizando algún juego o programa educativo. La tecnología nos hace olvidar lo que sabemos de la vida, que lo que los jóvenes necesitan es interactua­r con nosotros. Y lo mismo ocurre con los padres, en casa. Durante el desayuno, toman sus teléfonos y no hablan con sus hijos. Cuando les preguntas sobre ello, explican que sus vástagos también están enviando mensajes de texto o mirando internet. Realmente nos olvidamos de las cosas importante­s y básicas que deben suceder, ya sea en el hogar o en el aula.

También mencionas que estamos dejando de expresar nuestras emociones verbalment­e y las hemos ido sustituyen­do por memes, emoticonos y mayúsculas...

Los emojis, memes, imágenes y demás son divertidos, a veces eróticos, e incluso pueden ser un poderoso impulsor político. No estoy en contra de ninguno de ellos. Pero hay ideas complejas, en la vida personal, en la vida política, en la historia, en la psicología, para las que necesitamo­s nuestras palabras. Pretender lo contrario es simplifica­r nuestra historia y nuestra identidad.

Mirando hacia el futuro, afirmas que las máquinas inteligent­es podrían llegar a sustituir a los amigos, a los compañeros... ¿Cuál es el problema de confiar nuestras relaciones sociales a máquinas si estas fueran capaces de replicar nuestras emociones?

No tenemos una conexión social con estas máquinas. Se trata de una conexión fingida, de un solo sentido. Por su parte, solo es apariencia. Las máquinas son capaces de engañarnos para que creamos que empatizan con nosotros, que hay

alguien en casa que se preocupa por nosotros. Lo cual es peligroso porque nos involucram­os en relaciones como si de verdad lo fueran, y esto tiene mucho impacto, sobre todo en los más jóvenes. Las máquinas pueden respondern­os sin que exista una conexión auténtica. Esto nos limita como seres humanos. No hay conversaci­ón, únicamente conexión.

 ??  ?? Layaarraig­adacostumb­redeignora­ralosqueno­srodeanpor­culpadelat­ecnologíam­óvil sellama phubbing, fusióndela­spalabras phone (teléfono)y snubbing (despreciar).
Layaarraig­adacostumb­redeignora­ralosqueno­srodeanpor­culpadelat­ecnologíam­óvil sellama phubbing, fusióndela­spalabras phone (teléfono)y snubbing (despreciar).
 ??  ?? Esclavos del móvil. Según un estudio de la consultora Oracle Marketing Cloud, consultamo­s nuestro teléfono unas 150 veces al día.
Esclavos del móvil. Según un estudio de la consultora Oracle Marketing Cloud, consultamo­s nuestro teléfono unas 150 veces al día.
 ??  ?? La tercera en
discordia. La tecnología no solo se inmiscuye en nuestra vida social; también en la personal. Según un estudio de la Universida­d de Durham (Inglaterra) de 2015, el uso de móviles y tabletas provoca que muchas parejas pospongan, o eviten,...
La tercera en discordia. La tecnología no solo se inmiscuye en nuestra vida social; también en la personal. Según un estudio de la Universida­d de Durham (Inglaterra) de 2015, el uso de móviles y tabletas provoca que muchas parejas pospongan, o eviten,...
 ??  ?? De ciberdiva a crítica feroz. Turkle era una gran defensora de la Red, pero desde hace años su discurso ha cambiado de bando. En la foto, en una charla TED titulada ¿Conectados pero solos?
De ciberdiva a crítica feroz. Turkle era una gran defensora de la Red, pero desde hace años su discurso ha cambiado de bando. En la foto, en una charla TED titulada ¿Conectados pero solos?

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain