Muy Interesante

Catálogo radiactivo

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Según el psicólogo Bernardo Stamateas, autor del libro Gente tóxica (Zeta Bolsillo, 2013), existen varios perfiles de personas que nos hunden en la miseria. Si reconoces a alguna a tu alrededor, será mejor que marques distancias con ella, ¿o quieres ser fumador pasivo de sus malos humos?

El meteculpas. La culpa paraliza y es una de las estrategia­s más utilizadas para manipular. Frases como “con todo lo que he hecho por ti, ¿así me lo pagas?” o “sí, vete con tus amigas, ya me quedo yo aquí solo fregando los platos”.

El envidioso. No solo no se alegra de que te vaya bien, sino que le sienta como un tiro. Sentencias como “sí, muy bonito el ramo que te ha regalado tu novio. Seguro que tiene remordimie­ntos por algo que te ha hecho a escondidas”.

El descalific­ador. Siempre se puede encontrar algo negativo que decir sobre alguien. Frases como “¡excelente trabajo! Lástima que lo hayas entregado tarde”.

El agresivo. Insultar y atacar es su forma favorita de decir las cosas: “¿Cómo que no lo entiendes? Pareces idiota”.

El falso. Fingir lo que no es, otra estrategia para dominar y abusar de los demás, como el novio que alardea de estar muy enamorado mientras le es infiel a su pareja.

El psicópata. “Depredador­es de su propia especie”, tal y como los define Robert Hare, psicólogo criminalis­ta de la Universida­d de Columbia Británica (Canadá).

El mediocre. No solo no hacen bien su trabajo, sino que entorpecen el de los demás. Usan frases como: “Si copias y pegas el artículo de otra revista, acabarás antes”.

El chismoso. Su valía personal es tan diminuta que tienen que combatir el aburrimien­to ensuciando la reputación de los demás. Usan sentencias de este estilo: “No se lo digas a nadie, pero me he enterado de que menganito...”.

El manipulado­r. Conoce bien tus puntos débiles y, de forma instintiva, sabe manejarte como una marioneta para conseguir sus propósitos. Emplean frases como “¿es que no le importan a usted los niños que se mueren de hambre?” para conseguir que te hagas socio de una ONG.

El quejica. Pocas cosas tan agobiantes como convivir con alguien que solo sabe quejarse. Hacen comentario­s de este tipo: “La comida está sosa..., pero la sal me da hipertensi­ón”.

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