CUÁNDO DEBES COMPRARTE UN COCHE ELÉCTRICO
Moverse con uno de estos vehículos ha dejado de ser un sueño. ¿Qué obstáculos impiden que se conviertan ya en los amos de calles y carreteras?
En películas de ciencia ficción como Desafío total (1990), Gattaca (1997) y Yo, robot (2004), los vehículos eléctricos eran el método habitual de transporte. Hoy son una realidad en nuestras calles, pero todavía no están tan extendidos como en el cine.
Las cifras lo confirman. En España, en los nueve primeros meses de 2017, se matricularon 7.948 vehículos eléctricos puros e híbridos enchufables, según la Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico (AEDIVE). El número incluye turismos, motos, autobuses y otros tipos de medios de transporte, y contrasta con los cerca de 900.000 turismos solo de combustión matriculados en el mismo periodo, como recoge la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac).
Aun así, la tendencia de las ventas del transporte eléctrico resulta positiva. “Son cada vez más las personas que quie- ren apostar por el vehículo eléctrico y que lo hacen convencidas de sus ventajas medioambientales, para la calidad del aire, para la salud e incluso para el bolsillo”, destaca Arturo Pérez de Lucía, director gerente de AEDIVE.
La principal barrera para que aumenten las ventas de estos modelos es el precio. En España los vehículos eléctricos de pequeño tamaño son un 24 % más caros que los tradicionales, porcentaje que se sitúa en el 5 % si hablamos de monovolúmenes y todoterrenos, de acuerdo con estimaciones recogidas en el informe Un modelo de transporte descarbonizado para España en 2050, de la firma auditora Deloitte. En los últimos años, el Gobierno ha planteado diferentes planes de ayudas directas, como el Movea 2017, pero son iniciativas insuficientes a juicio de los expertos. “El vehículo eléctrico precisa todavía del impulso de las Administraciones para reducir el diferencial en el precio de compra con
los tradicionales vehículos de combustión”, afirma Pérez de Lucía.
Según el informe de Deloitte, para cumplir con las recomendaciones medioambientales de la Unión Europea, en 2020 deberían estar circulando en España 300.000 vehículos eléctricos –sumando los cien por cien eléctricos y los híbridos enchufables–, algo que parece difícil lograr. “Visto el actual ritmo de matriculaciones, se nos antoja casi imposible que, en solo tres años, se llegue a tal cantidad de vehículos eléctricos matriculados en España”, sostiene Adolfo Randulfe, portavoz de Anfac.
El pasado junio, el Gobierno activó el Movea 2017, un plan de incentivos con unos fondos de 14,26 millones de euros para fomentar la compra de vehículos con combustibles alternativos, con ayudas a partir de 500 euros para turismos y furgonetas; de 5.000 para microbuses y camionetas; y de 18.000 para autobuses y camiones. Para motocicletas, la cuantía iba de 1.500 a 2.000 euros. Además, los puntos de venta que quisieran unirse al plan debían aplicar un descuento adicional mínimo de mil euros en todos los vehículos excepto cuadriciclos (150 euros) y motos (sin descuento). El 3 de agosto se abrió la tramitación a través de la web movea2017.es, y el presupuesto se agotó en dos días. “El Gobierno quiere apostar por este tipo de movilidad, pero los recursos no son suficientes”, dice Raúl Morales, director de Comunicación de la Federación de Asociaciones de Concesionarios de la Automoción (Faconauto).
Contando Movea 2017, desde 2009 los planes de incentivos para la compra de estos vehículos en España suman unos 55 millones de euros, frente a los 1.200 millones destinados a la adquisición de transporte convencional. En Noruega y Holanda, gracias a las ayudas, en 2015 un turismo eléctrico era entre un 15 % y un 27 % más barato que uno tradicional. “En estos países se han mantenido durante mucho tiempo y de forma continuada los incentivos públicos a la adquisición”, compara Randulfe.
UNA AUTONOMÍA QUE CRECE, Y CRECE, Y CRECE
Además del coste de estos vehículos, lo que preocupa a los consumidores es su autonomía, es decir, el tiempo que pueden circular sin tener que parar para recargar la batería. De hecho, para los ciudadanos de España, Alemania, Francia, Rusia y Turquía, este es su principal obstáculo, según el informe El Observador Cetelem 2012. El coche eléctrico y los europeos.
Los vehículos eléctricos actuales ofrecen una autonomía de cien a doscientos kilómetros, si hablamos de los modelos más económicos, y de quinientos para los de alta gama, frente a los entre quinientos y novecientos kilómetros que tiene un coche tradicional. Esto supone que el conductor tenga que recargarlo entre cuatro y diez veces más que un vehículo de combustión.
Sin embargo, los expertos recalcan que para los traslados diarios, de cortas distancias, son más que suficientes. En Europa, el 82 % de los conductores recorre menos de cien kilómetros al día.
Los vehículos cien por cien eléctricos, cuya única fuente de energía es la electricidad, funcionan con baterías recargables. Estas están conectadas a un motor eléctrico enlazado con las ruedas.
LA GRAN ASIGNATURA PENDIENTE: INSTALAR UNA RED DE RECARGA LO BASTANTE AMPLIA
En los vehículos híbridos enchufables, la propulsión eléctrica puede estar asistida por un motor térmico –gasolina o diésel–, algo que también ocurre con los vehículos eléctricos de autonomía extendida. En este último caso, solo el motor eléctrico mueve las ruedas, mientras que el térmico sirve para recargar la batería cuando se agota. Ambos necesitan cargarse en la red eléctrica.
Hoy por hoy, la principal barrera que existe en España son los puntos de recarga. Hay alrededor de unos dos mil en funcionamiento, cifra que incluye los públicos y los privados, según datos de Electromaps. En Alemania, por ejemplo, la cifra es el doble. “Si los ciudadanos se animaran a comprar un vehículo eléctrico hoy, habría verdaderos problemas en su recarga a corto plazo”, asegura Emilio Hernández Chiva, ingeniero industrial y profesor del Departamento de Ingeniería de Proyectos y Construcción de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC).
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