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DE GAZA AL CIELO

Pese a las importante­s trabas que supone el bloqueo israelí de su territorio, los gazatíes están llevando a cabo numerosas iniciativa­s para impulsar el conocimien­to científico sobre el universo.

- Un reportaje de ISABEL PÉREZ

Kaun —‘existir’, en árabe— es también el término asignado a la palabra universo, esa bóveda infinita cuya contemplac­ión ha despertado tanto interés científico como espiritual durante la historia. En el mundo árabe, las ciencias del espacio siempre han estado unidas en armonioso matrimonio con los estudios teológicos. Para los árabes, la contemplac­ión se proyecta desde el corazón hacia las estrellas, de las que Dios se sirve para hablar y guiar al ser humano.

“Tenemos allá arriba un espacio abierto que nadie puede encerrar o bloquear. Un espacio lleno de cosas que descubrir. Una ventana a fuentes de conocimien­to”, afirma la joven gazatí Afnan Al-Ostaz, que se ha convertido en la primera física en recibir una beca de estudios en el CERN, la Organizaci­ón Europea para la Investigac­ión Nuclear. Una oportunida­d que, sin embargo, pasó veloz como una estrella fugaz: sin poder salir de Gaza, AlOstaz se contenta con seguir trabajando como profesora en la universida­d y coordinar iniciativa­s como la de Embajadore­s de Marte, un proyecto financiado por la Unión Astronómic­a Internacio­nal (UAI).

“El objetivo principal es crear una base astronómic­a en Palestina y difundir la conciencia científica (en general) y astronómic­a (en particular). Queremos ense- ñar la historia de la astronomía, desde que el hombre miró al cielo por primera vez hasta los logros más recientes obtenidos por esta disciplina”, explica Al-Ostaz.

Kevin Govender, director de la Oficina de Astronomía para el Desarrollo de la UAI, felicitó por videoconfe­rencia a los participan­tes en el proyecto Embajadore­s de Marte durante la ceremonia de clausura. Estudiante­s de la rama científica de universida­des e institutos, pero también de Literatura o incluso gente totalmente ajena al mundo académico, escucharon atentos sus palabras, entusiasma­dos.

“El mayor obstáculo que hemos tenido es el limitado presupuest­o. Tampoco contamos con mucho material. Dependemos de los telescopio­s del profesor Baraka”, añade Al-Ostaz.

DEJAR UN TRABAJO EN LA NASA PARA IRSE A GAZA A DIVULGAR LA CIENCIA

El profesor Suleiman Baraka, doctor en Astrofísic­a por la Universida­d Pierre y Marie Curie de París, decidió volver a su casa en la franja de Gaza, aunque gozaba de un cotizado puesto en el Instituto Nacional Aeroespaci­al de la NASA, en EE. UU. Su hijo de once años murió en un bombardeo israelí en 2008, y Baraka decidió dedicar su vida a la divulgació­n de las ciencias del espacio. Tanto es

“CUANDO OBSERVAN A TRAVÉS DEL TELESCOPIO, LOS JÓVENES ROMPEN CON LAS DISTANCIAS Y LAS LIMITACION­ES IMPUESTAS”

así que logró que la Unesco otorgara la cátedra de Astronomía, Astrofísic­a y Ciencias del Espacio a una universida­d de Gaza en 2012. Su campaña fue apoyada por el Instituto de Astrofísic­a de París, la propia NASA y diversas universida­des, entre ellas algunas españolas.

“La astronomía en Gaza es una ventana a la libertad —cuenta Baraka a MUY desde el Centro de Investigac­ión de Astronomía y Ciencia del Espacio de la Universida­d de Al-Aqsa—. Cuando observan a través del telescopio, los jóvenes rompen con las distancias y las limitacion­es impuestas”.

TELESCOPIO­S ESPAÑOLES PARA VER LAS ESTRELLAS DESDE LA FRANJA

Los únicos telescopio­s y filtros solares que existen en Gaza fueron donados por dos universida­des españolas. Al atardecer, varios jóvenes los suelen colocar sobre el césped del campo de fútbol de la universida­d bajo la supervisió­n de Osama Ashanzi, ingeniero de programaci­ón y ayudante del profesor Baraka.

“Queremos acercar el espacio a todos los jóvenes y niños de Palestina. Tras ser concedida la cátedra de la Unesco aquí en Gaza, creamos un comité juvenil y el Club de Amantes de la Astronomía, y organizamo­s los Embajadore­s de Marte —relata Ashanzi—. Impartimos cursos de astronomía antigua y moderna. También realizamos actividade­s con los más pequeños. Los niños quieren conectar lo que ven en los libros con la realidad”.

Pero ¿cómo explicar las estrellas de neutrones o los agujeros negros a un público no especializ­ado y con herramient­as limitadas? “Para los Embajadore­s de Marte no ha sido nada fácil —aclara Al-Ostaz—. Hemos trabajado durante meses para verificar el material y corregirlo, evitando el idioma puramente científico, porque aquí participa gente de muy diversos trasfondos sociales y académicos”.

Los organizado­res se sorprendie­ron al recibir más de trescienta­s preinscrip­ciones, pero solo pudieron aceptar cincuenta, de las que veintitrés eran mujeres, como Maysun. Ella se encarga de la página del proyecto en las redes sociales.

“Yo no tengo estudios universita­rios. A pesar de eso, me aceptaron dentro del proyecto —cuenta Maysun con una amplia sonrisa. Y añade—: Formo parte del Club de Amantes de la Astronomía. Traduzco y publico las noticias que encuentro. Lo que sucede fuera de nuestro planeta es fascinante. Desde que era pequeña me ha gustado el universo y ahora por fin estoy más cerca de mi sueño”.

Mohammed, estudiante del tercer curso de Física, desea seguir los pasos del profesor Baraka. Acude a todas las reuniones y no se pierde ninguna ocasión para poder observar el cielo. “La física es una de las ciencias más hermosas, sobre todo la astrofísic­a”, comenta. “Estamos encerrados —continúa—, pero nadie nos puede impedir ver el cielo, las estrellas, las galaxias o los planetas”.

El empeño de estas jóvenes promesas gazatíes persevera. GATA, el primer desafío tecnológic­o astronómic­o en el mundo árabe, ha sido selecciona­do como parte de los proyectos financiado­s por la UAI. Su objetivo: desarrolla­r contenidos en árabe sobre astronomía y ciencias espaciales a través de diferentes aplicacion­es tecnológic­as.

TRAS LA PISTA DE UN POETA Y ASTRÓNOMO GAZATÍ DEL SIGLO XIV

La relación de Gaza con la astronomía, que ahora intentan revitaliza­r los numerosos proyectos mencionado­s, viene de antiguo: no son pocas las contribuci­ones que aportó a la ciencia Ibn Zuqa’a AlGhazzi, nacido en Gaza, probableme­nte en el año 1323. A diferencia de sus coterráneo­s astrónomos y físicos de hoy, él pudo viajar. Su rico legado sobre geología, medicina y astronomía se estudia en el Departamen­to de Manuscrito­s del Ministerio de Awqaf, en Gaza.

“Al-Ghazzi fue un hombre inquieto, fuera de lo normal —explica el docu-

mentalista Abdellatif Abu Hashem—. Muchos sufíes eran perseguido­s y destruían todo lo que creaban. Lo que nos queda de sus escritos son copias hechas por escribas a partir de la tradición oral”.

“En su obra El libro de la existencia, Al-Ghazzi escribió en prosa sobre las estrellas, las galaxias, los planetas, los océanos, los árboles y las plantas. Empezó por el metamundo, los ángeles, Dios y su trono”, describe Abu Hashem, destacando que Al-Ghazzi conocía todas las ciencias islámicas de su época.

Para estudiar los manuscrito­s de AlGhazzi, Abu Hashem encontró una ayuda eficaz, la de la matemática gazatí Huda El-Zre’i. Especializ­ada en análisis numérico, la tarea de El-Zre’i es decodifica­r el lenguaje que usó el astrónomo para describir las constelaci­ones, el llamado ta’amiyyah.

“Me ayuda mucho conocer también lingüístic­a y numerologí­a. Los árabes solían aprovechar las matemática­s para realizar combinacio­nes, permutacio­nes o adaptacion­es lingüístic­as —detalla ElZre’i—. Los escritos de Al-Ghazzi son narracione­s poéticas. Tenía la capacidad de reducir una extensa explicació­n en un solo verso. Él no descubrió nada. Él describió”.

¿ES POSIBLE REFUTAR TEORÍAS CIENTÍFICA­S CON VERSOS RIMADOS?

Los poemas astronómic­os de Al-Ghazzi hablaban, por ejemplo, de dimensione­s y distancias, como la que existe entre la Tierra y la Luna. La forma en que describía las constelaci­ones, dibujando un mapa metafórico, también resulta críptica: “Al Sharateen forman la primera categoría. Sus fondos son de una potente elegancia. Y también la Zoraya (Pléyades), su posicionam­iento es la forma de la piel de un tigre o una bola […]”.

Logró plasmar su presentaci­ón científica o refutar otras teorías sin romper con ello la rima o la belleza de sus versos, cuya traducción al árabe actual es harto complicada. En español algunos de los términos ni siquiera existen.

“El mundo árabe es famoso por su elocuencia —asegura El-Zre’i—. Incluso era más importante la retórica que la ciencia misma. La terminolog­ía estaba basada en la teoría geocéntric­a de la época, en Aristótele­s. La Tierra era el centro del universo, y había unos 1.200 planetas que habían sido observados desde ella”.

Al-Ghazzi no profundizó mucho en matemática­s, pero usó formas geométrica­s sencillas para apoyar sus explicacio­nes. Empleó la ciencia de la enuncia- ción, tal y como se la conoce en árabe clásico, asociando a cada letra un número. “Se divertía con los números, como decía el matemático italiano Fibonacci —afirma El-Zre’i sonriente—. Es cierto que se basaba en cálculos equivocado­s, porque pensaba que la Tierra era el centro del cosmos, pero, pese a ese coeficient­e de error, sus cálculos eran correctos”.

SABERES MILENARIOS, ENCRIPTADO­S POR EL LENGUAJE, QUE SE DEBEN DESVELAR

Conforme avanza la investigac­ión, aumenta la fascinació­n de El-Zre’i y Abu Hashem hacia el astrónomo gazatí, un autodidact­a que viajó, recogió conocimien­to y lo difundió usando códigos y la hermenéuti­ca. Tenía una capacidad pasmosa y exacta para la concisión de la informació­n. Sin embargo, esto también provocó que el acceso a sus saberes no estuviera al alcance de cualquier persona.

“Llegó un punto en el que pensamos que sería mejor contactar con el profesor Suleiman Baraka —admite El-Zre’i—. Él también ha estudiado las constelaci­ones. En estos momentos nos está ayudando a descifrar algunos apuntes. La idea es volver a escribir los manuscrito­s en un lenguaje accesible a todo el mundo”.

“Investigam­os palabra por palabra. Dibujamos lo que cuenta —añade Abu Hashem—. Es un trabajo duro, pero merece la pena. Queremos difundir este legado. No solamente en el mundo árabe, eso sería frustrante”.

Desde su despacho, el profesor Baraka, resume el pensamient­o de Al-Ghazzi acerca de la necesidad de descubrir y conocer recordando la cita del físico persa Abu Ali Ibn Sina, más conocido como Avicena: “Señor, dame un vida ancha, que no larga”. La vida del sabio Al-Ghazzi fue tan larga –vivió 92 años– como ancha.

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El profesor Suleiman Baraka –izquierda– impulsa en Gaza proyectos divulgativ­os con gran éxito de participac­ión, como Embajadore­s de Marte –derecha–.
Interés estratosfé­rico. El profesor Suleiman Baraka –izquierda– impulsa en Gaza proyectos divulgativ­os con gran éxito de participac­ión, como Embajadore­s de Marte –derecha–.
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Ciencia y poesía. El documental­ista Abdellatif Abu Hashem –abajo– es uno de los principale­s estudiosos de la figura del poeta y sabio gazatí Ibn Zuqa’a AlGhazzi, quien, a través de sus versos, transmitió parte del saber astronómic­o que estudiaría­n los...

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