El amanecer de la tecnología
Para muchos paleoantropólogos, la clave de nuestro éxito evolutivo reside en la capacidad de fabricar utensilios. Pero ¿es una habilidad exclusiva del género humano? Nuevos hallazgos apuntan a que otros homínidos más primitivos construyeron con piedras la
La capacidad de fabricar herramientas quizá no sea un rasgo exclusivo del género humano. Nuevos hallazgos apuntan a que homínidos más antiguos también se valían de útiles de piedra.
Durante décadas, la fabricación y el uso de herramientas se atribuyó a una habilidad exclusiva del linaje humano. Tal creencia se forjó en la garganta de Olduvai (Tanzania), donde entre 1935 y 1959 Louis y Mary Leakey –un matrimonio de prehistoriadores británicos– hallaron los utensilios líticos más antiguos conocidos hasta entonces. Eran simples lascas extraídas de la roca, que los Leakey englobaron en la categoría de industria olduvayense. A falta en aquel momento de restos fósiles anatómicos, sus artesanos debían de ser, según pensaban, hombres muy primitivos.
Finalmente, en 1959 Mary Leakey halló un cráneo de hominino al que clasificaron como OH 5. Hay que recordar que se llama homininos a los homínidos que caminan erguidos, es decir todos las especies del género Homo, como nosotros, y algunos de nuestros ancestros de locomoción bípeda, como los parántropos y los australopitecos. El ejemplar en cuestión no tenía aspecto humano: resultó ser un Pa
ranthropus boisei, especie de hace 1,8 millones de años caracterizada por sus enormes dientes molares, el rostro plano con pómulos muy anchos y capacidad craneal de 530 cm3 (cc). Que un ser tan arcaico fuera el fabricante de las herramientas olduvayenses desconcertó a los Leakey, quienes consideraban a los parántropos y australopitecos linajes evolutivos ajenos a los humanos.
Pero al año siguiente encontraron restos de otro hominino –el OH 7– con parietales más grandes y mandíbula y dientes distintos a los de los australopitecos conocidos. Su edad era como la del parántropo, esto es, 1,8 millones de años, pero el cráneo era mayor: 674 cc. Esto bastó para que los Leakey y su equipo se olvidaran de OH 5 y propusieran en 1964 una nueva especie humana extinta: Homo habilis.
LEAKEY VIO EN EL ‘HOMO HABILIS’ A NUESTRO ANCESTRO MÁS REMOTO Y AL HACEDOR DE UTENSILIOS UN GRAN DESCUBRIMIENTO EN EL CAUCE DEL GONA
Había dos razones básicas para considerar a OH 7 como
Homo: su encéfalo superior al de australopitecos y parántropos y su capacidad de fabricar herramientas. Homo habilis se erigía así en nuestro antepasado remoto, pues para Leakey el concepto de ser humano estaba ligado a una capacidad cerebral que estimó por encima de los 600 cc. Homininos con menos encéfalo –y por tanto una inteligencia menor– no podían crear algo tan sofisticado como la industria olduvayense.
La factura humana de los útiles líticos se vio apoyada por nuevos hallazgos hechos en los setenta por el equipo de Richard Leakey –hijo de Louis y Mary– en Koobi Fora, en la orilla este del lago Turkana (Kenia). En 1972, uno de sus colaboradores, Bernard Ngeneo encontró un cráneo fósil bastante completo: el KNM-ER 1470. Tenía 700 cc y parecía pertenecer a un humano arcaico de hace 2,9 millones de años capaz de fabricar útiles. Pero en los ochenta, un estudio más completo del cráneo, que sirvió para nombrar a una nueva especie – Homo rudolfensis, coloquialmente Rudy–, fijó su edad en 1,9 millones de años.
Pronto aparecieron más sorpresas, esta vez en Etiopía. Desde 1973, la Expedición Internacional para la Investigación de Afar buscaba restos de nuestros ancestros en la aldea de Hadar, al norte del río Awash. Aquí fue donde el paleoantropólogo es- tadounidense Donald Johanson encontró en 1974 el esqueleto parcial de la famosa Lucy, clasificada en la especie Australopithecus afarensis, de unos 3,2 millones de años.
También en esa zona, la arqueóloga alemana Gudrun Corvinus (ver recuadro pág. 64) empezó a explorar y cartografiar los depósitos fluviales y areniscas de la formación Hadar. En 1974 su prospección se extendió hacia la margen este del río Kada Gona, un amplio cauce seco donde descubrió varias lascas completas hechas de basalto. Pero Corvinus renunció a continuar en las siguientes campañas por discrepancias con miembros del equipo, incluido Johanson, y su ausencia fue cubierta por la francesa Hélène Roche en 1976.
Ese mismo año, Roche y el geólogo Jean-Jacques Tiercelin se toparon con varios yacimientos de herramientas líticas en los niveles superiores de Gona. Los llamaron Kada Gona 2-34. Los investigadores franceses recuperaron lascas y núcleos –masas pétreas, como bloques de piedra o utensilios en proceso– que encajaban con la industria olduvayense. La edad de estas herramientas apuntaba a ¡2,6 millones de años! En aquel momento pasaron a ser las más antiguas del mundo.
Roche planeó excavar a fondo el sitio, pero Johanson se adelantó. En enero de 1977 fue a Hadar con Jack Harris, un arqueólogo de Berkeley a quien puso a trabajar en Kada Gona. Harris dio con dos concentraciones de útiles líticos y huesos fosilizados. Uno de los yacimientos aportó diecinueve utensilios y cinco fragmentos óseos, entre ellos un molar de elefante. Este nuevo espacio arqueológico se llamó West Gona.
Por entonces, Johanson creía que algunos de los homininos hallados en Hadar pertenecían al género Homo, lo cual daba sentido a la presencia de herramientas tan antiguas. Si había útiles de 2,6 millones de años, sus autores serían los descendientes de los fósiles de Homo
AHÍ HAY UTENSILIOS, PERO FALTAN SUS FABRICANTES
LA GUERRA CIVIL EN ETIOPÍA RETRASÓ LAS EXCAVACIONES
que creía haber encontrado en la zona. Pero esos supuestos humanos eran al menos medio millón de años más antiguos que los materiales. Y ni en Kada Gona ni en West Gona había indicios de homininos.
Johanson aspiraba a hacer en Gona una excavación exhaustiva, pero no disponía de tiempo ni recursos, y sus comentarios sobre la rivalidad con los arqueólogos franceses en su libro El primer antepasado del
hombre (1982) obligaron a los responsables del Congreso Panafricano de Prehistoria de ese año a tomar una decisión salomónica: las orillas del río demarcarían la frontera arqueológica; así, los norteamericanos solo excavarían en West Gona y los franceses en Kada Gona. Pero la inestable situación política en Etiopía –dictadura y guerra civil– impidió excavar a los extranjeros entre 1982 y 1989.
Entonces Johanson se puso a estudiar los homininos fósiles que había reunido en sus campañas en Hadar con ayuda del paleoantropólogo Tim White. Su conclusión fue que en la re- gión había una sola especie a la que se llamó Australopithecus
afarensis. Lucy y los suyos no eran humanos. Y si todos los
afarensis de Hadar tenían de 3 a 3,4 millones de años, ¿quiénes fueron los artesanos de 2,6 millones de años que habían hecho las herramientas de Gona?
Según Johanson, eran obra de los primeros representantes de
Homo cuando estaban evolucionando desde el linaje de A.
afarensis. El estadounidense coincidía con los Leakey en que solo los humanos tenían la habilidad de fabricar herramientas líticas. La idea era arriesgada, pues en 1981 aún no se había hallado ningún Homo fósil de 2,6 millones de años. UNA MANDÍBULA CON ASPECTO HUMANO
Entonces Johanson creó el Instituto de Orígenes Humanos (IHO) en Berkeley (California), y en 1990 obtuvo permiso para hacer varias campañas de trabajo de campo en Hadar. En la de 1994, dos miembros de su equipo encontraron en el yacimiento A. L. 666 un maxilar superior de características humanas. El espécimen –A. L. 6661– tenía 2,3 millones de años. En su momento, fue el fósil de
Homo más antiguo conocido, aunque no se ha llegado a precisar su especie concreta.
Además, en A. L. 666 aparecieron lascas y núcleos líticos olduvayenses. Johanson concluyó que era la asociación más anti-
LOS YACIMIENTOS ETÍOPES DE ENTRE 2 Y 3 MILLONES DE AÑOS ERAN EL OBJETIVO PRINCIPAL
gua entre un fósil de hominino y utensilios de piedra, y reforzaba la hipótesis de Homo como el fabricante de herramientas. Cierto es que Gona era más antiguo y podía inferirse que los útiles allí presentes los habría confeccionado algún humano incluso un poco más viejo. La cuestión sería encontrarlo. Los depósitos sedimentarios etíopes de entre 2 y 3 millones de años (rango temporal que abarca parte del Plioceno) se convirtieron en objetivo primordial para los paleoantropólogos con permiso para trabajar en el país.
Uno de estos equipos, el Proyecto Paleontológico del Awash Medio, tutelado por White, halló en 1996 en la península de Bouri, a 96 km de Gona, dos restos de bóvido con marcas de cortes y golpes. Estaban en una unidad litoestratigrá- fica que los geólogos llamaron Miembro Hata; en su interior hay una toba volcánica de hace 2,5 millones de años. Los fósiles eran una tibia (BOU-VP-11/14) con impactos de un percutor probablemente hechos para extraer el tuétano; y la mandíbula (BOU-VP-12/11) de un alcefalino (del tipo de los ñus) con marcas de descarnación hechas por una herramienta lítica para quizá cortar la lengua del animal. No había muchos útiles, apenas algunos núcleos y lascas aislados de factura olduvayense, pero suficientes para probar que los homininos arcaicos que rondaban por Bouri usaban herramientas de piedra.
En Hata se halló además a BOU-VP 12/130, un australopiteco de 2,5 millones de años al que se llamó Australopithecus garhi. Sus restos consistían en un maxilar y partes del cráneo. Sus dientes caninos son más anchos que los de los australopitecinos conocidos. Los premolares son también enormes y algo ovalados. Era pues un hominino medio millón de años más joven que los afarensis más modernos, pero con una dentadura mucho mayor.
El cerebro del garhi es pequeño (450 cc), similar al del afarensis y ligeramente superior al de los chimpancés. Además del cráneo, había restos de huesos largos: fémur y húmero izquierdos, y cúbito y radio derechos. Dado que se encontraron en otro yacimiento cercano –el BOU-VP-12/1A-G– un año antes del hallazgo del cráneo, el equipo de White no asoció en principio a este con los huesos, pero luego cambiaron de idea.
En un artículo en Science en 1999 señalaban que la longitud del fémur era similar a la del de los humanos modernos, pero
EL ESQUELETO EVOLUCIONÓ DE FORMA ESCALONADA
los huesos del antebrazo eran demasiado largos –como los de los grandes simios actuales– comparados con los nuestros. Según sus autores, los fósiles de Bouri demostraban que las proporciones humanas evolucionaron de forma escalonada, con un alargamiento de las piernas antes de que los antebrazos se acortaran. De ahí sugerían que
garhi era un posible antepasado de los primeros Homo. Y aunque no era posible identificar al 100% a los fabricantes de las herramientas líticas, incidían en que el único hominino hallado en Hata era el Australopithecus
garhi, que podía ser el tallador de las piezas.
Charles Darwin sugirió que la razón por la cual los humanos tenemos caninos pequeños fue que el disponer de armas eliminó la necesidad de colmillos. En la misma línea, el antropólogo estadounidense Sherwood Washburn argumentó que los caninos de los primeros homininos se redujeron por el temprano empleo de herramientas.
De hecho, la anchura de sus dientes era de 10 mm a 11 mm, mayor que la de los nuestros, aunque menor que la de los chimpancés. Siguiendo esta argumentación, a medida que se ampliara el uso de herramientas con el paso del tiempo los colmillos se irían acortando. Pero la paradoja es que los caninos del único maxilar encontrado de
A. garhi, que era un potencial fabricante de herramientas, mi- den casi 13 mm, más que todos los Homo arcaicos. Así que la propuesta darwinista de Washburn no se cumple. La razón del gran aparato dental del A. garhi quizá tenga que ver con adaptaciones masticatorias.
En todo caso, lo que se puede deducir de los restos hallados en Bouri no sintoniza bien con la asociación entre Homo y la fabricación de útiles, algo que confirmaron nuevos descubri- mientos en el yacimiento etíope de Dikika. Este es famoso por el esqueleto casi entero de una joven de la especie A. afaren
sis. Catalogada como DIK-1-1, los medios la llamaron la hija de Lucy. Pero este paleositio contenía más sorpresas. En 2009 el equipo de investigación allí presente empezó a recoger fósiles en el río Andedo, en el oeste de Gona, donde la erosión había sacado a la luz un enclave geológico de entre 3,42 y 3,24 millones de años llamado Sidi Hakoma. Era perfecto para buscar congéneres de Lucy y recabar datos sobre la fauna y el medio en que vivían los afarensis.
En el yacimiento DIK-55 se hallaron dos fragmentos óseos: parte de una costilla de un animal del tamaño de un búfalo (DIK-55-2) y un trozo de fémur de una criatura similar a un antílope (DIK-55-3). Ambos presentaban marcas de corte y percusión efectuados con útiles líticos, según los arqueólogos liderados por Shannon McPherron. Estaban debajo de un nivel calcáreo datado en 3,39 millones de años. Así pues, los fósiles de Dikika indicaban que ya se usaban herramientas de piedra y se comía carne y tuétano de animales ¡800.000 años antes que en Gona y Bouri!
DEJÓ DE SER NECESARIO TENER DIENTES AFILADOS CARNÍVOROS HACE MÁS DE TRES MILLONES DE AÑOS
El problema era que en el yacimiento DIK-55 no se halló ningún resto de herramienta, ni siquiera rocas de filo cortante. McPherron propuso que se debía al paisaje que había hace 3,39 millones de años en la zona, cuando el río Awash desembocaba en un lago, por lo que habría pocas rocas adecuadas para fabricar utensilios. Además, de acuerdo con este arqueólogo, en sus inicios la fabricación de útiles pétreos fue de baja intensidad: se extraía solo una o dos lascas por núcleo, por lo que no debieron de quedar muchos restos. Pero teniendo en cuenta que DIK-55 está a menos de 300 metros del lugar donde se halló a la hija de Lucy, la asociación entre los huesos descuartizados y A. afarensis resulta obvia.
Por otro lado, el único hominino del valle bajo del Awash de 3,39 millones de años es A. afa
rensis –hay otra especie, Australopithecus deyiremeda, pero de 3,5 millones de años–. Para McPherron, era factible que los australopitecos fueran capaces de trocear cadáveres de grandes animales en Dikika hace 3,4 millones de años, aunque no fueran consumados fabricantes de herramientas. Pero no todo el mundo estuvo de acuerdo con esas conclusiones.
Según el equipo liderado por Manuel Domínguez-Rodrigo, del Departamento de Prehistoria de la Universidad Complutense de Madrid, faltaban pruebas fiables para corroborarlas. En zooarqueología, señales diversas del daño ocurrido al material óseo pueden parecer similares o casi iguales entre sí aunque las hayan producido agentes diferentes, algunos ajenos a la acción de instrumentos líticos. Por ejemplo, las afiladas pezuñas de animales herbívoros que accidentalmente pisan los huesos de un cadáver en superficie dejan unas trazas – trampling marks o marcas de pisoteo– que se parecen mu- cho a los cortes hechos con un útil, sobre todo si el sustrato es granuloso. Asimismo, los carroñeros cuando roen un hueso producen unos surcos lineales que pueden parecer tallados con herramientas.
El equipo de DomínguezRodrigo publicó en 2010 un trabajo refutatorio en PNAS donde mostraba fotografías de huesos modernos que habían sido pisoteados experimentalmente en suelos pedregosos. Pues bien, presentaban surcos y estrías que se parecían sospechosamente a varias señales que el equipo de Dikika había identificado como cortes con utensilios líticos.
Para los investigadores españoles, no existían pruebas fiables de descuartizamiento en las piezas DIK-55-2 y DIK-55– 3, aunque reconocían que algunos cortes en uno de los huesos tenían todas las características de los efectuados con un instrumento de piedra. Pero según Domínguez-Rodrigo, un par de signos en un hueso, sin un contexto arqueológico adecuado ni presencia de herramientas, no bastaba para asumir que los congéneres de Lucy pudieran desmembrar a un animal con útiles líticos.
En su opinión, las mejores pruebas de descuartizamiento por parte de homininos estaban en Gona y Bouri hace 2,6 y 2,5 millones de años, respectivamente. También pensaba que estos tempranos comedores de carne pertenecían a una especie más avanzada que A. afarensis. ¿Cuál podría ser? El estudio no citaba nombres, pero el único hominino hallado en Bouri es, como hemos visto, el A. garhi, con sus enormes dientes y sus proporciones mitad humanas mitad simiescas.
En suma, los hallazgos en Dikika no impresionaron a Domínguez-Rodrigo, conocedor de los yacimientos del actual Proyecto de Investigación Paleoantropológica de Gona (GPRP), que comprende un área de más de 500 km2 e incluye los ríos Kada Gona, Ounda Gona, Busidima y Absole. Allí hay fósiles y depósitos con útiles que abarcan un espacio temporal de entre 6 y 0,5 millones de años. Las prospecciones arqueológicas se han centrado en sedimentos con una edad
MARCAS DE PEZUÑAS QUE PARECEN CUCHILLADAS SEGÚN DARWIN, EL LLEVÓ A UNA REDUCCIÓN EN EL TAMAÑO DE LOS COLMILLOS DISPONER DE LA MAYOR COLECCIÓN DE HERRAMIENTAS DE PIEDRA
LA HIPÓTESIS DE LA SABANA Y LOS CAMBIOS CLIMÁTICOS LA CAZA Y EL CARROÑEO DE UNGULADOS YA SE PRACTICABA HACE 2,6 MILLONES DE AÑOS ¿Y POR QUÉ NO LOS CONGÉNERES DE LUCY?
cercana a los 2,6 millones de años, que corresponde con el final del Plioceno. Entre 1992 y 1994 se excavaron los yacimientos EG10 y EG12 en la margen este del río Gona. Se obtuvieron más de tres mil herramientas, el mayor conjunto hasta el momento, aunque no se encontraron demasiados huesos ni se vio una asociación clara entre restos de fauna y útiles líticos.
Los resultados fueron mejores en OGS-6 y OGS-7, situados en la margen meridional del río Ounda Gona y excavados en el año 2000. Había un hueso calcáneo de la pata de un équido con marcas de corte reconocibles a simple vista, de 2,6 millones de años, lo que lo hacía el ejemplar con señales de este tipo más antiguo de Gona. Tenía dos incisiones en una tuberosidad o prominencia y otras dos cerca del borde lateral que llamaron la atención de Domín- guez-Rodrigo. El investigador español consideró que habían sido producidas por homininos de esa época al intentar despellejar al animal y tratar de filetear la pieza de carne adherida al hueso en cuestión.
Este dato, unido a la información obtenida en otros yacimientos de Gona, ha llevado al equipo del GPRP a concluir que nuestros ancestros de hace 2,6 millones de años usaban las herramientas más antiguas del mundo para descuartizar cadáveres de animales, eviscerarlos y obtener su carne. Es decir, que la caza y el carroñeo de grandes ungulados formaba parte de la vida de los homininos de aquel tiempo. Pero, como ocurría en el caso de Dikika, esa conclusión requiere más pruebas a partir de una excavación exhaustiva y sistemática del lugar para poder ser validada.
En un estudio adicional sobre los pólenes presentes en dos yacimientos de Gona, el equipo del GPRP, basándose en investigaciones sobre el clima, la aparición de Homo y el empleo de útiles de piedra hace 2,6-2,5 millones de años, dejaba entrever que el hominino al que se refería Domínguez-Rodrigo podía ser del género Homo. Y no es una opinión aislada.
Para los paleontólogos René Bobe y Kay Behrensmeyer, el uso de útiles empezó gracias a la variedad de climas y entornos de la época. Las herramientas habrían facilitado la adquisición de recursos en hábitats abiertos como son las sabanas. Esta idea, conocida como hipótesis de la sabana, vincula los cambios climáticos del final del Plioceno (hace 2,6 millones de años) con la aparición del género Homo y las primeras herramientas, y sería plausible si no supiéramos ahora que los humanos surgieron 200.000 años antes.
El ejemplar más antiguo co- nocido fue encontrado en 2013 en la región de Ledi-Geraru, a unos 30 km de Hadar. Se trata de la mitad izquierda de una mandíbula (LD 350-1) de unos 2,8 millones de años. Es decir, que hubo un linaje humano muy primitivo cuyos representantes precedieron en 200.000 años a los útiles de Gona.
Es difícil imaginar que un ser tan arcaico como el de LediGeraru tuviera un cerebro significativamente mayor que el de los australopitecos de su tiempo. Pero si con su escasa masa cerebral podía fabricar herramientas, no parece descabellado pensar que los australopitecos u otros homininos de 2,8 millones de años de antigüedad con encéfalos similares las produjeran también. Habrá que esperar a encontrar restos craneales de este Homo arcaico para saberlo.
En medio de esta profusión de yacimientos de unos 2,6 millones de años, Dikika, con sus 3,4 millones, parecía reclamar un lugar propio en la prehistoria africana, y se lo dio la antropóloga estadounidense Jessica Thompson en un estudio publicado en el Journal of Human
Evolution de 2015. Tras examinar más de cuatro mil huesos de los mismos depósitos de donde procedían los fragmentos de búfalo (DIK-55-2) y antílope (DIK55-3), y de depósitos cercanos, compararon las marcas halladas en diversos fósiles con otras de pisoteo efectuadas experimentalmente y con las de los polémicos DIK-55-2 y DIK-55-3.
Thompson vio que los granos de arena del yacimiento DIK-55 eran redondeados y no del tipo angular y cortante que puede
producir estrías en un hueso pisoteado. El análisis mostraba también que las marcas en los dos huesos en cuestión no fueron causadas por pisoteo. Se parecen a las hechas por descuartizamiento. Esto implica que los australopitecos como Lucy pudieron consumir carne usando elementos líticos. Tanto la forma de su dentadura como estudios geoquímicos de la última ingesta indican que la carne y grasa de ungulados era un recurso accesible para ellos.
Pero el hito que ha cambiado nuestras ideas sobre el desarrollo tecnológico de los homininos primitivos ha sido el descubrimiento de útiles tallados de hace 3,3 millones de años en el yacimiento de Lomekwi 3 (LOM3), situado en el lado oeste del lago Turkana, en el norte de Kenia. Entre 2011 y 2015, miembros del Proyecto Arqueológico del Turkana Occidental (WTAP), comandados por Sonia Harmand y su marido Jason Lewis, de la Universidad Stony Brook en Nueva York, han hallado en LOM3 decenas de herramientas líticas, núcleos y restos fósiles.
El análisis del material sugiere que los primitivos talladores emplearon básicamente dos técnicas: la de percutor pasivo, en la que el artífice sostiene el núcleo con ambas manos y lo golpea hacia abajo contra una piedra que hace de yunque; y la bipolar, en la que estabiliza el núcleo con una mano y lo golpea con un percutor en la otra (ver recuadro en la página de la derecha). Estos procedimientos apenas se daban en el olduvayense, cuyos hacedores de herramientas superaban en ejecución sensomotora, control de gestos y, en definitiva, en maestría a los de LOM3. En opinión de Lewis y Harmand, la manufactura de los rudimentarios utensilios de LOM3 no requería de las habilidades de los humanos para manipular objetos.
Con el descubrimiento de Lomekwi 3 se sitúan los orígenes del tallado lítico medio millón de años antes del primer fósil del género Homo. Por sus características, tales herramientas llevaron a los paleo arqueólogos a englobarlas en un nuevo complejo tecnológico al que llamaron lomekwiense. Pero ¿quiénes fueron sus artesanos?
Las únicas especies de homininos conocidas en la región del Turkana con 3,3 millones de antigüedad son los afarensis y el Kenyanthropus platyops. Ya hemos hablado de los primeros. En cuanto a Kenyanthropus, este género se conoce por un cráneo muy fragmentado (KNMWT 40000) hallado en 1999. Este hominino presenta molares pequeños y una cara plana, caracteres que recuerdan a algunos humanos primitivos, como el Homo rudolfensis. Pero según Bill Kimbel, de la Universidad de Arizona, no cabe hablar de parentesco entre Kenyanthropus y H. rudolfensis, pues los separan 1,5 millones de años. Tampoco tenemos una medida fiable del volumen cerebral del primero, pues el cráneo encontrado está muy deformado, pero probablemente no difiera mucho de los australopitecos de su época.
De todo esto se deduce que la idea de Homo como único fabricante de herramientas líticas no parece realista. El cerebro de los homininos del este de África de hace 3,3 millones solo sobrepasaba ligeramente al de los grandes simios actuales, pero era suficiente para construir útiles rudimentarios de piedra.
Sabemos que un factor clave de la evolución cerebral de los primates es el hiperaumento
PALEO R REVOLUCIÓN JUNTO AL LAGO TURKANA NO ERA UN GRAN CEREBRO PERO VALÍA PARA FABRICAR
del hemisferio prefrontal izquierdo, que es máximo en los humanos. El lenguaje, el empleo de herramientas, la planificación y la coordinación de acciones hacia elevados objetivos y el procesamiento de la información social están asociados con asimetrías en el córtex prefrontal, motor y parietal.
Según Lewis y Harmand, la técnica de percutor pasivo, en la que ambos brazos ejecutan el mismo movimiento, requiere menos lateralización en el control motor de las extremidades superiores que el necesario para tallar a mano alzada. Y la técnica bipolar es más parecida a la que usan los chimpancés para partir nueces que a la percusión a mano alzada de las herramientas olduvayenses. Lewis y Harmand sugieren que las dos técnicas que usaron los talladores de LOM3 implican menos asimetría en el córtex motor y prefrontal que en los humanos modernos, pero más que en los grandes simios actuales.
Es posible entonces que el origen del tallado de utensilios estuviera unido a un aumento de las asimetrías del córtex cerebral y sus capacidades cognitivas y físicas, como el que sufrie- ron los australopitecinos, y no al drástico incremento en el tamaño encefálico que se observa en el género Homo de menos de 2 millones de años de antigüedad, como el H. rudolfensis.
A unos 100 metros del yacimiento de LOM3 se encontró un depósito de conglomerados. Había bloques de todos los tamaños, pero los homininos del lugar eligieron siempre los más grandes y pesados. En algunos núcleos hay abruptas roturas causadas por desplazamientos al impactar o por la calidad de las piedras empleadas (basaltos y fonolitas). También debió de influir la dificultad de los talladores para calcular el momento de extraer la lasca manteniendo la pieza en ángulo con la plataforma. Probablemente su capacidad sensomotora no estaba suficientemente desarrollada como para golpear con precisión.
Los útiles de Lomekwi 3 fueron fabricados y depositados en un lugar con vegetación de tipo C3, formada por plantas con el mecanismo fotosintético más básico, propias de ambientes húmedos y templados. Esto sugiere que los artesanos de LOM3 no vivieron en un hábitat abierto de sabana, sino en un área más bien boscosa.
Como hemos dicho, la idea dominante hasta el descubrimiento de LOM3 mantenía que el objetivo principal de la industria lítica era obtener lascas de filo agudo para cortar carne, pero ningún elemento animal recuperado en LOM3 muestra marcas de corte. ¿Entonces para qué eran las herramientas?
No puede descartarse que se usaran para la carne, pues incluso en un entorno boscoso podría haber cadáveres dejados en los árboles por leopardos, por ejemplo. Pero dado el gran tamaño de las piedras y las marcas de percusión en las lascas, es también probable que se usaran para procesar comida vegetal, como sabemos por el comportamiento de chimpancés y monos capuchinos.
Quizá el primer tallado de útiles líticos por parte de los homininos del Plioceno fuera un proceso natural a partir de conductas preexistentes de golpeo con rocas, y no una búsqueda directa de lascas con bordes cortantes. En todo caso, podemos concluir que el espécimen que inventó las herramientas fue un australopitecino: quizá un Australopithecus afarensis, un Kenyanthropus platyops o quién sabe. Antes de la aparición de los humanos, nuestros ancestros ya sabían fabricarlas y usarlas para la vida diaria.
CUESTIÓN DE ASIMETRÍA Y NO DE TAMAÑO A LOS PIONEROS LES FALTABA CAPACIDAD SENSOMOTORA PARA TALLAR CON PRECISIÓN QUIZÁ TODO EMPEZÓ EN UNA ZONA TEMPLADA Y BOSCOSA