TIERRA: ¿cómo se volvió azul?
La canica azul es una icónica fotografía de la Tierra captada el 7 de diciembre de 1972 por la tripulación de la nave Apolo 17. A 45.000 kilómetros de distancia, su apariencia es, efectivamente, la de una pequeña bola de cristal, un mundo celeste entre remolinos de nubes. Los océanos cubren el 71% de la superficie, aunque el agua apenas supone el 0,02% de la masa total del planeta.
Durante su formación, la parte externa de la Tierra estuvo parcialmente fundida, a consecuencia de una lluvia incesante de agregaciones de gas y polvo –planetesimales– grandes como montañas. La mayor parte del agua presente en aquella prototierra y en los objetos que la impactaban habría escapado en forma de vapor y gas ionizado, pero una pequeña parte quedó atrapada en la roca. Posteriormente, hace 4.500 millones de años, un cuerpo del tamaño de Marte arrancó una gran nube de material que dio lugar a la Luna.
Aquel impacto tuvo que barrer buena parte de la atmósfera y eliminar casi todo el agua primordial. Entonces, ¿de dónde procede la que llena los océanos? Algunos datos apuntan a choques de asteroides ricos en minerales hidratados, mientras que otros sugieren un origen cometario. “Creo que hubo tantos aportes de planetesimales como de cometas y asteroides. A continuación se produjo la desgasificación del manto, y la Tierra, una vez formada, sufrió otro bombardeo, hace unos 3.800 millones de años. Por tanto, habría dos tipos de agua: una primaria y otra con el planeta ya hecho”, explica Jesús Martínez Frías, investigador del Instituto de Geociencias, en Madrid.
INFANCIA TURBULENTA. El deuterio, un isótopo del hidrógeno, ha arrojado luz a la cuestión. En los cometas analizados hasta hace siete años –procedentes de la lejana nube de Oort– , dicho átomo era dos veces más abundante que en el agua terrestre. Si esos grandes cuerpos celestes chocaron con nuestro planeta solo aportaron un pequeño porcentaje a los océanos.
De hecho, los astrónomos empezaron a sospechar que el agua vino, sobre todo, a lomos de asteroides. Pero en 2011, el observatorio espacial Herschel analizó el cometa Hartley-2, originario del cinturón de Kuiper, y demostró que la proporción deuterio/hidrógeno era muy similar a la del H O terrestre. El hallazgo sugiere que los cuerpos procedentes de esa región pudieron contribuir a la formación de los océanos.
Recientemente también han recaído sospechas sobre los planetas enanos, muy abundantes en las fases iniciales del Sistema Solar.