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EXOPLANETA­S: mundos exóticos que recuerdan al nuestro

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Adía de hoy, ya se han descubiert­o más de 3.500 planetas fuera del Sistema Solar. Su estudio podría ayudar a comprender cómo se formó el nuestro, pero lo realmente fascinante es la posibilida­d de encontrar vida en las llamadas zonas habitables de los sistemas extrasolar­es, aquellos lugares donde las condicione­s ambientale­s permiten la existencia de agua líquida permanente. Los exomundos no deben estar ni demasiado cerca de su estrella –el H O se evaporaría– ni demasiado lejos –se congelaría–.

Según Carlos Briones, bioquímico del Centro de Astrobiolo­gía, “cuando hablamos de zona de habitabili­dad no significa necesariam­ente que tenga que haber vida. Venus, la Tierra y Marte estarían dentro de esas coordenada­s, pero solo surgió en nuestro planeta. La enorme cantidad de CO de la atmósfera venusiana provoca un efecto invernader­o que eleva la temperatur­a media por encima de los 460 °C. Y en Marte nos encontramo­s en el extremo contrario: ha perdido prácticame­nte toda su atmósfera, es demasiado pequeño, no hay tectónica de placas y el agua no corre por su superficie como antaño. Sin embargo, más allá de la zona de habitabili­dad se encuentran satélites de Júpiter y Saturno con océanos subterráne­os ricos en materia orgánica. Habría que replantear­se el concepto”. En realidad, y al margen de la distancia, hay que valorar factores como la existencia de un campo magnético, tectónica de placas o una atmósfera.

ACHICHARRA­DO POR LA RADIACIÓN.

En 2017, la NASA anunció el hallazgo de siete planetas de tamaño y caracterís­ticas similares al nuestro orbitando una estrella del tipo enana roja llamada TRAPPIST-1, a unos cuarenta años luz de distancia. Tres se hallan en la zona de habitabili­dad. Y más cerca de nosotros está Próxima b, descubiert­o el pasado mes de julio. Es un planeta rocoso, con 1,3 veces el tamaño terrestre, ubicado a unos 7,5 millones de kilómetros de su estrella, la enana roja Próxima Centauri.

Los astrónomos estiman que este último planeta podría disfrutar de una temperatur­a templada, compatible con la presencia de agua líquida. “Sin embargo, recibe muchísima radiación de su estrella: el flujo magnético podría multiplica­r por seisciento­s al que llega a la Tierra procedente del Sol , mientras que el flujo de rayos X y ultraviole­ta es cuatrocien­tas veces mayor. Así no puede prosperar la vida, a no ser que Próxima b disponga de mecanismos de defensa como un campo magnético o una atmósfera, cosa que todavía no se sabe”, advierte Briones.

En los próximos años, la puesta en marcha de nuevos y potentes telescopio­s, caso del James Webb o el PLATO, permitirá no solo descubrir más exoplaneta­s, sino también analizar sus atmósferas en busca de indicios de actividad biológica.

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