Echa la culpa de tu pereza a...
Si tus amigos, tu familia o tu jefe te acusan de ser un vago, aquí tienes cinco excusas creíbles.
... TU COCO
Las personas más diligentes liberan una mayor cantidad de dopamina –el neurotransmisor del placer– en zonas encefálicas relacionadas con la motivación, concretamente el estriado y la corteza prefrontal ventro-medial.
En contraste, los empleados gandules tienen altos niveles de esta molécula en una zona cerebral implicada en las emociones y en la percepción del riesgo: la ínsula anterior. Y eso hace que trabajen poco incluso si esa
flojera implica una reducción de ingresos.
... GPS
Si cada vez que hay que buscar una ruta echamos mano de Google Maps o de un GPS, el hipocampo sale perdiendo. Según se podía leer en Nature-Communications, esta zona del cerebro deja de estimularse, se atrofia y se vuelve vaga cuando recurrimos una y otra vez a tecnologías de navegación para movernos por las ciudades.
... TUS GENES
Puede que te parezca increíble, pero la pereza se puede heredar. Basta con que tus progenitores te leguen cierta mutación de un gen llamado SLC35D3 para que carezcas de motivación a la hora de realizar cualquier tipo de actividad física. Se explica porque, con esta variante haragana del gen, los circuitos cerebrales de dopamina se reducen. Y sus portadores no experimentan ese placer que hace que a los entusiastas del ejercicio les cueste tanto dejar de hacer deporte.
... LA COMIDA BASURA
Atiborrarte de hamburguesas, pizzas, patatas fritas, helados y, en general, alimentos procesados no solo te vuelve obeso, sino también perezoso. Según una investigación de la Universidad de California (EE. UU.), la comida basura genera fatiga mental y apatía.
“La obesidad inducida por la dieta es una de las causas, en lugar de un efecto, de la flojera”, aseguran los científicos.
... LOS TELÉFONOS MÓVILES
De acuerdo con un estudio de la Universidad de Washington (EE. UU.), tendemos a usar los teléfonos inteligentes como una extensión de nuestra mente. Esto sería positivo si no fuera porque, a la larga, nuestras neuronas trabajan menos. La holgazanería de pensamiento nos pasa factura, y el cerebro envejece peor.