Muy Interesante

La galleta explosiva

No es tan difícil provocar una reacción química espectacul­ar. Basta con unas pastillas para la afonía, una gotita de ácido sulfúrico y unas humildes galletas.

- POR DANI JIMÉNEZ @CIENCIADEL­DANI

Nuestro cuerpo obtiene la energía de los alimentos gracias a diversos procesos químicos que se producen en los órganos del sistema digestivo. No hay nada explosivo en esta aventura metabólica, ejecutada por las enzimas asistidas por los microbios que colonizan nuestro intestino. Pero sí que lo hay en nuestro experiment­o del mes. Extraeremo­s la energía de una galleta, sin proceso digestivo que valga. Aprovechar­emos una reacción química exotérmica que generará una roja llama.

Los dos protagonis­tas de nuestro químico affaire son fáciles de conseguir: pastillas de clorato potásico de las que tomamos cuando tenemos la garganta irritada, y la sacarosa (azúcar común) que lleva cualquier galleta que se precie.

La molécula de sacarosa está formada por dos azúcares más simples, la glucosa y la fructosa. El clorato potásico nos interesa porque se utiliza en artefactos pirotécnic­os; cohetes, petardos y bengalas llevan este producto químico en su interior. Además, es un gran oxidante. ¿Qué significa esto? Que en las reacciones químicas de reduccióno­xidación gana electrones con gran velocidad. Por su parte, la sacarosa es un buen reductor, es decir, que pierde electrones al oxidarse. Al unir las dos sustancias ponemos los cimientos de una reacción de reduccióno­xidación a la que solo le falta un activador. En nuestro caso será el ácido sulfúrico.

EL FUEGO MÁS DULCE. Al lanzar una gotita de este ácido sobre la mezcla de clorato y galleta bien triturada, aquel reacciona con el azúcar y lo deshidrata, un proceso en el que se desprende mucha energía en forma de calor, lo que supone el punto de partida del espectácul­o. El calor crece, la reacción se acelera y una bonita llama rojiza corona el proceso.

Hay millones de reacciones químicas diferentes. Solo hace falta que los reactivos encajen, como una llave en su cerradura. La sacarosa y el clorato así lo hacen. Los químicos son los cerrajeros del mundo atómico y molecular. Encontrar la llave adecuada no siempre resulta fácil, pero probar y probar puede ser delicioso.

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