¿CONSEGUIREMOS AVERIGUAR DE QUÉ ESTÁ HECHO EL 95% DEL COSMOS?
El universo suele tener siempre guardado un as en la manga, dispuesto a jugarlo en el momento más desagradable. Ocurrió en 1997, cuando los astrónomos descubrieron algo que nadie se esperaba: todo indica que el cosmos experimenta una expansión acelerada. A los científicos se les quedaron los ojos abiertos como platos. Nadie podía entender que se expandiera más deprisa ahora que justo después del big bang. Los teóricos encajaron bien el golpe, porque tenían un juguete nuevo que destripar, pero en cuanto empezaron a incluirlo en sus ecuaciones, la alegría tornó en inseguridad.
La aparición en escena de la energía oscura –así se bautizó a la misteriosa causa que hace que el universo se ace- lere y que integraría el 68% de todo lo que existe– hizo que se buscaran res
ponsables ocultos entre los pliegues de la teoría. De este modo, se rescató del baúl de los recuerdos un concepto introducido por Einstein en 1917: la constante cosmológica. Esta favorece la idea de que el universo permanece estático. Eso sí, una vez reconvertida al mundo cuántico, no ha hecho más que dar problemas a los investigadores.
En primer lugar, porque no se entiende muy bien qué es. Además, la diferencia entre su valor real y el teórico tiene el dudoso honor de ser la predicción más desastrosa de toda la historia de la física, pues llega a más de cien órdenes de magnitud. Esto es, sería como decir que la teoría cuántica predice que el radio de
un protón es mayor que el del universo visible. No es gratuito que a semejante desatino se le llame la catástrofe del vacío. Por último, al introducirla en la ya mencionada teoría de cuerdas, lo ha enredado todo.
Hasta entonces, esta proporciona
ba un cosmos más o menos definido, pero la constante cosmológica ha dado lugar al fenómeno del paisaje o, lo que lo mismo, la supuesta existencia de una superabundancia de posibles universos compatibles con el actual, al menos del orden de 10500 –un 1 seguido de 500 ceros–. Con semejante panoplia de soluciones, la teoría de cuerdas es capaz de describir cualquier cosa, y eso no es bueno, porque si algo lo explica todo, en realidad no explica nada.
Por si fuera poco, no es la única carta que utiliza el universo para reírse en la cara de los físicos. Hay otra cuestión con la que estos se encuentran igualmen- te desconcertados: la existencia de la materia oscura. Aunque esta no emite radiación electromagnética y no puede observarse sin más, ejerce un notable efecto gravitacional en las galaxias. Por ello, se ha podido saber que representa aproximadamente el 27 % de todo lo que contiene el universo. La materia convencional que conocemos, como la que integra las estrellas y la poca que podemos crear en nuestros aceleradores, solo representa el 5%.
Los científicos llevan dándole vueltas a esta cuestión desde los años 30, pero aún no saben qué es o de dónde sale la materia oscura. Lo único que puede darse por seguro es que no viene del modelo estándar de la física de partículas. Por cierto, este también tiene sus propios problemas. Uno es el elusivo neutrino: el citado modelo estándar predice que este no debería poseer masa y, sin embargo, la tiene.