... LA OXITOCINA
No es lo mismo hablar del tiempo que compartir un cotilleo. Un estudio de la Universidad de Pavía (Italia) reveló que al chismorrear se nos inunda el cerebro de oxitocina, la misma hormona que secretamos cuando estrechamos a un ser querido entre los brazos. Y eso hace que el vínculo con quienes compartimos el cotilleo se refuerce.