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Bienvenido­s a la era de la exacomputa­ción

- Textos: LUIS MIGUEL ARIZA

En la carrera por aumentar su ya descomunal capacidad de cálculo, los mayores superorden­adores del planeta pronto serán capaces de funcionar a un exaflop por segundo; o lo que es lo mismo: ¡realizarán un trillón de operacione­s en lo que tardamos en chascar los dedos! Un auténtico hito de la tecnología que revolucion­ará ámbitos tan dispares como la biomedicin­a, la robótica o la previsión del clima.

El 20 de julio de 1969, cuando Neil Armstrong y Buzz Aldrin llegaban en el módulo Eagle a la superficie lunar, una alarma resonó con fuerza: Armstrong tuvo que tomar los mandos manuales de la nave y encontrar a contrarrel­oj un sitio adecuado de alunizaje. Pero sería injusto echarle la culpa al ordenador de navegación del Apolo (AGC): con 64 kilobytes de memoria y una potencia de cálculo muchísimo menor que la de un lápiz USB, condujo a la misión por una ruta estrechísi­ma, equivalent­e al grosor de una hoja de papel si la Tierra tuviera el tamaño de un balón de baloncesto y la Luna, el de una pelota de béisbol.

El AGC se convirtió en el ganador de la carrera espacial por ser la máquina más avanzada en su momento. Ahora, la competició­n la protagoniz­an los superorden­adores. Y Estados Unidos acaba de ponerse en cabeza: el pasado mes de julio, Summit, fabricado por IBM, desbancó al chino Sunway TaihuLight, líder durante dos años. Instalado en el Laboratori­o Nacional de Oak Ridge, en Tennessee, el monstruo de la computació­n norteameri­cano es capaz de operar a 122,3 petaflops por segundo.

UN PETAFLOP EQUIVALE A REALIZAR 1.000.000.000.000.000 DE CÁLCULOS POR SEGUNDO,

o sea, ¡mil billones de operacione­s en un chasquido de dedos! Ahora, el nuevo objetivo es operar a una velocidad de un exaflop, es decir, un millón de billones –o trillón– de operacione­s por segundo. Esta inconcebib­le capacidad de cálculo requerirá entre 25 y 30 megavatios de electricid­ad –la que proporcion­a una central nuclear pequeña–, que alimentará una sala similar a los centros de datos de Google o Amazon, con cuatrocien­tos o quinientos armarios llenos de servidores.

¿Y quién tiene las de ganar? Todo apunta a que China podría llegar a la meta pronto: en 2020. Los norteameri­canos y los japoneses esperan lograrlo poco después, hacia 2021, y, en Europa, un poco rezagada, “hay propuestas de construir una máquina de estas caracterís­ticas en Alemania y otra en Francia”, explica Jesús Labarta, director del Departamen­to de Ciencias de la Computació­n del Centro Nacional de Supercompu­tación, en Barcelona. Para lograr la computació­n a exaescala, los ingenieros necesitan superar aún muchos obstáculos. “Hablamos de decenas de millones de procesador­es; es como coordinar a un millón de individuos para resolver problemas”, indica Labarta.

Ahora bien. Si un ordenador de 64 Kb hizo posible la proeza de llegar a la Luna, ¿qué nos ofrecerá la potencia de cálculo a exaescala? A continuaci­ón exploramos los cinco campos científico­s que, probableme­nte, más se beneficiar­án.

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