¿PODEMOS BRONCEARNOS DEBAJO DEL AGUA?
Parte de la radiación ultravioleta que nos llega de nuestra estrella está constituida por los denominados rayos ultravioleta UVB. Aunque el 90 % de los mismos son absorbidos en la atmósfera, los que alcanzan la superficie terrestre son los responsables de que nuestra piel adquiera la característica tonalidad bronceada que desarrollamos cuando tomamos el sol, pero también de la sensación de ardor e incluso las quemaduras que aparecen en nuestra piel cuando nos exponemos demasiado.
En este sentido, el agua puede proporcionarnos una sensación de frescor, pero, en realidad, no nos protege por completo. De hecho, refleja los rayos UV y llega a aumentar su intensidad hasta un 10 %. Es más, alrededor del 60 % de la radiación UVB alcanza nuestra piel aún estando sumergidos 50 cm bajo la superficie, y algunos estudios muestran que es posible observar los efectos biológicos de los rayos ultravioleta a decenas de metros de profundidad. Así, podemos ponernos morenos mientras nadamos o simplemente nos relajamos chapoteando en una piscina.