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ATLETAS INVENCIBLE­S

OTRO DE LOS CAMPOS EN LOS QUE ESTAS TÉCNICAS PODRÍAN RESULTAR ÚTILES ES EL DEPORTIVO. DADO QUE EL CEREBRO ES EL RESPONSABL­E DE QUE SINTAMOS FATIGA, YA HAY ATLETAS DE ÉLITE EMPLEÁNDOL­AS PARA POTENCIAR SU RESISTENCI­A Y MEJORAR ASÍ SU RENDIMIENT­O EN COMPETIC

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Desde hace décadas, los científico­s sospechan que ciertas áreas del encéfalo son las encargadas de ponerle un tope al esfuerzo físico que realizamos, para impedir que nos acerquemos demasiado al límite de nuestro cuerpo y podamos hacernos daño. Es decir, sufrir lesiones, ataques cardiacos, desmayos... Es ese “ya no puedo más” el que nos hace dejar de correr o aminorar la marcha en una carrera. Si es así, ¿sería posible manipular ese mecanismo para extender un poco más allá el límite? ¿Cuál es el proceso cerebral responsabl­e de que sintamos fatiga?

Al parecer, la resistenci­a, la agilidad y el rendimient­o físicos no dependen solo de los músculos y de la forma física. Recientes estudios con estimulaci­ón cerebral han dejado claro que la respuesta está en el cerebro, y que la activación o inhibición de ciertos circuitos neuronales puede provocar que una persona venza sus propias marcas a la hora de hacer deporte. No se trata de hacernos más fuertes, sino de, manipuland­o la resistenci­a, extender un poco más la fuerza que atesoramos.

Es lo que se han propuesto demostrar varios experiment­os en la última década. Por ejemplo, en 2014, Red Bull contrató a un equipo de científico­s liderado por Dylan J. Edwards y David Putrino, neurólogos del Centro de Rehabilita­ción Burke y la Weill Cornell Medical

College de Nueva York, para analizar la respuesta neurofisio­lógica a la estimulaci­ón magnética y eléctrica del cerebro en cinco deportista­s de élite: los atletas de triatlón Jesse Thomas y Sarah Piampiano –ganadores de diversas pruebas del Ironman–, la ciclista de montaña Rebecca Rusch –a la que se conoce con el sobrenombr­e de la Reina del Dolor–, el ciclista Mike Day –plata en una prueba de BMX en los Juegos Olímpicos de Pekín 2008– y el piloto de ciclocrós Tim Johnson –seis veces campeón nacional de su disciplina–. DURANTE VARIOS DÍAS, EL PROYECTO ENDURANCE MIDIÓ SUS CONSTANTES VITALES Y SUS RESULTADOS DURANTE LAS PRUEBAS DE ACTIVIDAD, antes y después de haberse sometido a la estimulaci­ón –a veces, real y, otras, un placebo–. Y los resultados fueron satisfacto­rios, es decir, comprobaro­n que los voluntario­s aumentaban su resistenci­a y su capacidad de esfuerzo. Según los investigad­ores, estos avances podrían aplicarse a pacientes en recuperaci­ón de lesiones cerebrales y de la médula espinal. “La rehabilita­ción y el entrenamie­nto de alta intensidad no son tan diferentes como la gente cree. Tanto si eres un atleta de élite como si eres un paciente luchando para recuperar el movimiento, te enfrentas a las mismas limitacion­es de fatiga muscular”, señala Putrino en una entrevista concedida a la revista Runner’s World. En España, por lo pronto, la EMT se está empezando a utilizar para la rehabilita­ción de las secuelas motoras del ictus o infarto cerebral, según Julio Prieto, jefe del Servicio de Neurofisio­logía en el Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Los canales nerviosos motores también se abordan en las investigac­iones que este hospital general universita­rio lleva a cabo con pacientes distónicos que padecen un agarrotami­ento con espasmos en las extremidad­es. “Por el momento, tenemos indicios de que estimuland­o la corteza premotora se puede mejorar la distonía”, señala Prieto. OTRO EXPERIMENT­O, REALIZADO EN LA FACULTAD DEL DEPORTE Y CIENCIAS DEL EJERCICIO DE LA UNIVERSIDA­D DE KENT (Reino Unido), buscaba comprobar qué papel juega el cerebro en la resistenci­a física y cómo la estimulaci­ón de determinad­as zonas puede extender los límites en personas sanas. Para ello, el equipo dirigido por el doctor Alexis Mauger empleó la estimulaci­ón con una débil corriente directa transcrane­al –conocida como tDCS por sus siglas en inglés– en la zona del encéfalo asociada con la contracció­n muscular.

Se pidió a un grupo de doce participan­tes que pedalearan en una bicicleta y se los comparó con otro grupo sometido a placebo. Sus resultados, publicados en Brain Stimulatio­n, demostraro­n que su percepción del cansancio disminuía y, con ello, aumentaba el tiempo que podían pasar pedaleando.

En la misma línea, un estudio brasileño de 2016, que vio la luz en el British Journal of Sports Medicine y se llevó a cabo con ciclistas del equipo nacional, sugiere que los límites de la resistenci­a están en nuestras neuronas, no en nuestros músculos. En sus resultados, señalaban que, después de diez minutos de estimulaci­ón transcrane­al de corriente directa (tDCS), los voluntario­s producían un 4 % más de fuerza muscular y una tensión arterial menor. Y, en el mismo año, el equipo de la NBA Golden State Warriors, en el que militan estrellas como el estadounid­ense Stephen Curry, hizo famoso el casco de tDCS creado por Halo Neuroscien­ce, que los jugadores se aplicaban antes de los partidos; en Twitter, los baloncesti­stas aseguraban que les hacía marcar más tantos al potenciar su fuerza, rapidez y destreza.

Estos y otros muchos resultados apuntan a que las mencionada­s técnicas amplifican la capacidad de esfuerzo y, al mismo tiempo, reducen la percepción de fatiga muscular. Algo que, de ser así, plantearía nuevos problemas éticos en las competicio­nes deportivas, pues puede otorgar beneficios parecidos al dopaje, con la diferencia de que un simple análisis de sangre u orina no permite detectar si te has chutado con la estimulaci­ón craneal. PERO TAL VEZ NO ES ORO TODO LO QUE RELUCE. HACEN FALTA MáS ESTUDIOS, MEJOR DISEñADOS Y CON MáS PARTICIPAN­TES para sacar conclusion­es determinan­tes. De hecho, expertos como Heidi Schambra y György Buzsáki, ambos de la Facultad de Medicina de la Universida­d de Nueva York, achacan los buenos resultados al efecto placebo. Poniéndole tDCS a un cadáver, el profesor Buzsáki demostró que solo un 10 % de la corriente eléctrica aplicada al cráneo llega al cerebro. “Los estudios que hablan de los efectos de la tDCS son un montón de basura y mala ciencia”, denunciaba el científico.

Un metaanális­is de la Universida­d de Kent, que vio la luz recienteme­nte en Frontiers in Physiology, ha analizado doce estudios diferentes publicados desde el año 2015 que exploran el vínculo entre rendimient­o físico y estimulaci­ón cerebral. Ocho de ellos aseguran que están directamen­te conectados. Sin embargo, según los autores, es difícil llegar a conclusion­es generales, porque los distintos experiment­os usan parámetros diferentes: tiempo de estimulaci­ón, intensidad de la corriente, lugar donde se colocaban los electrodos... La mayoría de ellos buscaban activar la corteza motora para combatir los efectos de la fatiga en los músculos. Otros se centran en las áreas relacionad­as con la percepción del esfuerzo y el dolor.

SI ESTAS TÉCNICAS AMPLIFICAN LA CAPACIDAD DE ESFUERZO, PODRÍAN OTORGAR BENEFICIOS PARECIDOS AL DOPAJE

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El triatleta Jesse Thomas –ganador del Ironman Lanzarote en 2016– se somete a varias pruebas fisiológic­as durante el experiment­o con estimulaci­ón magnética y eléctrica Red Bull Project Endurance, realizado en California en 2014.
 ??  ?? Sujeto expuesto a estimulaci­ón transcrane­al por corriente continua (tDCS), que ayudaría a disminuir la sensación de cansancio. Los sensores registran sus niveles de oxígeno en el cerebro mientras realiza una prueba cognitiva.
Sujeto expuesto a estimulaci­ón transcrane­al por corriente continua (tDCS), que ayudaría a disminuir la sensación de cansancio. Los sensores registran sus niveles de oxígeno en el cerebro mientras realiza una prueba cognitiva.
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