Supersoldados con chispa
El Ejército de EE. UU. ha mostrado interés por este campo con estudios como el llevado a cabo por Andy McKinley en el Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea en la base de Wright-Patterson (Ohio), dentro de un proyecto que busca incrementar las capacidades cognitivas de los pilotos. Los experimentos de este ingeniero biomédico probaban la actuación de voluntarios ante una simulación en una pantalla. Se medía su toma de decisiones y su destreza motora: debían apretar un botón lo más rápido posible ante determinadas señales para obtener mejor puntuación. Al mismo tiempo que realizaban la tarea, se les aplicaba una corriente para estimular el córtex motor. Y, justo después, se les volvía a administrar en el córtex prefrontal para inhibir el pensamiento consciente. “El proceso no es nada automático al principio, como cuando aprendes a conducir, pero, según practicas más y más, se va volviendo inconsciente. Lo que queríamos era ver si la estimulación con corriente directa lograba acortar este proceso de interiorización de la tarea”, explica McKinley. La idea es acelerar el tiempo necesario para que una persona pase de novata a experta en labores que requieren destreza motora. Según los investigadores, los participantes sometidos a tDCS obtuvieron puntuaciones un 250% mayores que el grupo de control.
En otro estudio, el mismo equipo probó la tDCS para potenciar la atención. Y aseguran que funciona. De momento lo han testado con un grupo de controladores aéreos, cuya concentración no declinaba en los cuarenta minutos que duraba el test. También en la base de Wright-Patterson se ha empleado para mantener despiertos y alerta a los soldados. Con una pequeña dosis –un miliamperio– de corriente aplicada al cerebro, los participantes mantenían sus facultades mentales mejor que el grupo de control y mejor que los que tomaban cafeína, todos en un estado de privación de sueño.