Días contados
EN 1998, SE PUSO EN ÓRBITA EL PRIMER MÓDULO DE ESTA INSTALACIÓN, QUE ESTARÁ EN FUNCIONAMIENTO HASTA 2028. LA ISS SE MANTIENE A ENTRE 330 KM Y 435 KM DE ALTITUD Y SIRVE COMO LABORATORIO, DONDE SE LLEVAN A CABO EXPERIMENTOS EN MICROGRAVEDAD.
El módulo Zaryá –'amanecer', en ruso– iba a ser el símbolo de una nueva era, iniciada tras la carrera espacial que había tenido lugar durante la Guerra Fría, en el pasado siglo. A partir de él se iría desarrollando la Estación Internacional Espacial, conocida por sus siglas en inglés como ISS, un empeño de la ingeniería que, posiblemente, constituye la mayor obra conjunta que haya realizado la humanidad.
Todo comenzó hace ahora veinte años. Aquella sonda, diseñada para facilitar la energía necesaria en las operaciones iniciales de la soñada primera ciudad en el espacio, fue lanzada desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, a bordo de un cohete Protón, el 20 de noviembre de 1998. Dos semanas después, se le incorporaría el módulo Unity, enviado desde los Estados Unidos. Tras dotar a aquella plataforma de otros componentes que, entre otras funciones, permitían la comunicación con la Tierra, llegaría a la ISS la primera tripulación permanente, a finales del año 2000.
SE HABÍA PUESTO ASÍ LA PRIMERA PIEDRA DE ESTE LABO
RATORIO ORBITAL, y desde entonces se mantiene allí de modo permanente la presencia humana en el espacio. Tras quince años de planificación y diseños comenzaba a tomar forma un proyecto que había sido iniciado por la NASA en 1984, e incluía también a Canadá, Japón y a los por entonces once
países miembros de la Agencia Espacial Europea (ESA). Tras los ajustes necesarios, con los que se pretendían adecuar los objetivos a las continuas restricciones presupuestarias, a la optimización de recursos y a la garantía de cooperación internacional, se invitó también a participar a Rusia, lo que fue aceptado a principios de 1994. En la actualidad trabajan en esta iniciativa dieciséis países.
La ISS, que tiene un tamaño aproximado al de un campo de fútbol, vuela sobre nuestras cabezas a más de 26.000 kilómetros por hora, a una altura de entre 330 y 435 kilómetros. Da una vuelta al planeta cada hora y media. Casi desde sus inicios, el proyecto padeció constantes retrasos y momentos de incertidumbre, debido, sobre todo, a problemas económicos. No obstante, a lo largo de estas dos décadas ha sumado nuevas ampliaciones y recibido a más de doscientos astronautas. En octubre de 2003, el español Pedro Duque visitó durante diez días la estación, en el marco de la misión Cervantes de la ESA.
LA ISS ES UN EXCEPCIONAL CENTRO DE INVESTIGACIÓN, DONDE SE LLEVAN A CABO MUY DISTINTOS ESTUDIOS
CIENTÍFICOS Y TECNOLÓGICOS en situación de microgravedad. Entre ellos, destacan los relativos a nuevos materiales y la fabricación de productos, la mecánica de fluidos, la biología y desarrollo de plantas y animales, el crecimiento de cristales minerales y de proteínas, los cultivos celulares y el comportamiento del cuerpo humano en tales situaciones. En la ISS también se pueden realizar experimentos en relación con la astronomía, como la futura exploración de otros planetas, o con las condiciones ambientales y meteorológicas terrestres que no es posible llevar a cabo en misiones espaciales de duración más corta.
Entre los expertos, una de las mayores preocupaciones es el tiempo de vida que le resta a la ISS. Diseñada con una tecnología tan efímera como es la de nuestro tiempo, su mantenimiento se hará insostenible dentro de pocos años. De hecho, su financiación suscita dudas más allá de 2024 y se cree que estará en funcionamiento hasta 2028. La NASA no cuenta todavía con un plan en el que se detalle qué hacer con ella después. Dado que desmantelarla e ir bajando los componentes que la integran resulta muy caro, quizá se decida estrellarla de modo controlado en el océano. El cómo, cuándo y dónde aún están por decidir.